TERCER NIVEL DE PODER:
LAS SIETE ENVOLTURAS DEL CAMPO AURAL.
El esquema de siete niveles que vamos a
plantear está en relación armónica con el concepto triunitario del ser humano:
físico terrestre, astral, y espiritual. El mundo terrestre está en relación con
las tres primeras capas del aura: la primera es el cuerpo etérico, que es la
emanación bioplásmica del cuerpo físico; la segunda envoltura del aura es el
nivel psíquico del plano terrestre humano (segundo chakra); y la tercera capa
del aura es el nivel volitivo del plano terrestre humano (tercer chakra). El
mundo astral se conecta directamente con el cuarto chakra, que cumple el
requisito de ser el intermediario entre el nivel espiritual (los 3 chakras
superiores) y el nivel terrestre (los 3 chakras inferiores). Recordemos que el
plano astral también cumple precisamente esta función. El mundo espiritual se
ve plasmado en las tres capas superiores del aura: la quinta envoltura es la
expresión física del plano espiritual (quinto chakra); la sexta capa es el
nivel psíquico del plano espiritual (sexto chakra); mientras que la séptima
envoltura es el estrato volitivo del plano espiritual (séptimo chakra). Las
capas o envolturas impares del campo aural están altamente estructuradas o
definidas, mientras que las pares parecen estar compuestas por fluidos
coloreados en constante movimiento. Así, la primera, tercera, quinta y séptima
envolturas tienen una estructura definida, mientras que la segunda, la cuarta y
la sexta están formadas por sustancias semejantes a fluidos, sin estructura
determinada. Estas últimas cobran forma por el hecho de que atraviesan la
estructura de las capas impares y, por ello, adoptan en cierto modo la de las
capas estructuradas. Recordemos, además, que cada envoltura sucesiva penetra y
atraviesa por completo todas las situadas bajo su nivel, incluyendo el cuerpo
físico; y, de este modo, el cuerpo o envoltura psíquico-terrestre se extiende
más allá del cuerpo etéreo, e incluye tanto a éste como al cuerpo físico. En
realidad, la denominación de envoltura o capa es limitada, como ya sabemos. Tenemos,
por tanto, siete cuerpos, todos los cuales ocupan el mismo espacio a la vez,
cada uno extendiéndose más allá del precedente. Hay personas que caen en el
concepto erróneo de pensar que el aura se puede despojar de capas consecutivas
como se hace con una cebolla, pero no es así.
Las capas estructuradas (impares) contienen
todas las formas del cuerpo físico, incluyendo sus órganos internos, vasos
sanguíneos, etc., además de otras formas adicionales de las que carece éste.
Existe un flujo vertical de energía que se desplaza hacia arriba y hacia abajo
por el campo, en coincidencia con la espina dorsal, por el ya descrito
Sushumna. Este flujo vertical de energía se extiende hacia el exterior, más
allá del cuerpo físico, por encima de la cabeza y por debajo del coxis. Es la
corriente de fuerza vertical principal. El campo del aura, además, presenta
torbellinos turbulentos de forma cónica, denominados chakras. Sus puntas
señalan hacia dentro, hacia la corriente de fuerza vertical principal, mientras
que la apertura de cada cono señala hacia el exterior. Cada envoltura parece
distinta y posee su propia función, y está en relación directa con un chakra.
Es decir, la primera envoltura aural está asociada con el primer chakra, la
segunda con el segundo chakra, y así sucesivamente. Simultáneamente, cada uno
de los siete chakras posee siete capas, y cada una de éstas está unida con una
envoltura del campo aural. Cada chakra posee un aspecto distinto en cada uno de
dichos niveles. Así, la energía puede fluir de una a otra envoltura aural a
través de un chakra. En la figura, se puede ver la energía que fluye al
interior de estos chakras proveniente del campo energético universal. Cada
torbellino turbulento de energía parece recoger energía del C.E.U. Su
funcionamiento se asemeja al de los torbellinos de agua o aire, como remolinos,
ciclones, tornados, trombas marinas y huracanes. Además, los chakras 2, 3, 4, 5
y 6 de la parte delantera del cuerpo poseen su par en el dorso, y ambos juntos
se consideran como manifestaciones de un solo chakra. Los aspectos frontales
están relacionados con la voluntad y con la acción sobre el medio ambiente,
mientras que los dorsales son los centros por los cuales captamos las
sensaciones del exterior. Además de los siete chakras mayores descritos,
ligados a los siete principales plexos nerviosos del cuerpo, existen otros 21
chakras menores, en los cuales se entrecruzan líneas energéticas relativamente
importantes. Las posiciones de los chakras menores son las siguientes: uno
delante de cada oreja, uno detrás de cada ojo (no se muestran en la figura),
uno donde se unen las dos clavículas, uno cerca de la glándula timo, uno encima
de cada tetilla, uno conectado con el estómago, dos conectados con el bazo, uno
cerca del hígado, uno cerca del plexo solar, uno relacionado con cada gónada,
uno en la palma de cada mano, y uno en la planta de cada pie. Los chakras
menores situados en las palmas de las manos son muy importantes para la
curación. Hay, además, una cantidad importante de puntos energéticos que son
algo así como minúsculos torbellinos, y que se corresponden con los puntos de
acupuntura de la medicina china. Somos como esponjas en el mar de energía que
nos rodea. Hemos de trabajar conscientemente para abrir muy despacio cada
chakra a nuevas realidades, puesto que es necesario disponer del tiempo
suficiente para procesar el nuevo potencial personal que se libera, y así
integrar la nueva información en nuestra vida. Es importante abrir los chakras
de forma gradual para aumentar nuestro flujo energético, pero no necesariamente
el disponer de más energía significa estar más sanos. Primero hay que detectar
si existe un desequilibrio de energía o un bloqueo del flujo energético en el
chakra puesto que, si no, podría ser perjudicial aumentar el nivel de energía
en él sin haberlo balanceado previamente. Por tanto, el desequilibrio o la
falta de flujo energético chákrico conduce indefectiblemente a la enfermedad,
además de deformar las percepciones y embotar nuestras sensaciones,
interfiriendo en una experiencia serena de vida completa. Sin embargo, no
estamos psicológicamente preparados para abrir un poco más un chakra sin haber
realizado previamente un trabajo de base, desarrollando la madurez y la
claridad. Es importante entender que abrir un chakra no significa
necesariamente que éste vaya a pasar de 6 cms. a tener 7 cms. de diámetro, por
ejemplo. En realidad, sería más conveniente y exacto usar la expresión
"abrir un chakra a otra realidad" antes que decir simplemente
"abrir un chakra"...
Igualmente, cuando se cita que un chakra se
encuentra "cerrado", hay que interpretarlo en el sentido de que la
persona está un tanto remisa, poco dispuesta o "evasiva" ante el
subplano vibratorio de experiencias que está penetrando por el chakra. Cuanto
más tiempo la persona se niegue a asimilar con su consciencia las vibraciones
que está recibiendo, más probabilidades hay de que el ciclo en cuestión se
dilate. Las interpretaciones incorrectas acerca de chakras "cerrados"
y chakras "abiertos" provienen del hecho de que tratamos de comparar
los fenómenos de los planos sutiles directamente con lo que sucede en el nivel
físico, lo cual no tiene por qué ser cierto. Una vez que hemos aclarado lo que
es la "apertura" y el "cierre" de un chakra, podemos definir
perfectamente los tres estados posibles en un chakra (hipoactivo, equilibrado,
e hiperactivo. El chakra "HIPOACTIVO" es generalmente el que se
encuentra "cerrado". En el chakra "EQUILIBRADO" existe
fluidez en la entrada y salida de las energías y experiencias que éste está captando
y emitiendo. Por tanto, un chakra "equilibrado" es aquél que posee un
estado de apertura "controlada" o "moderada" hacia un
determinado subplano vibratorio de experiencias. El chakra
"HIPERACTIVO" es el que se encuentra "excesivamente
abierto" a un subplano determinado de experiencias (apertura
incontrolada), con lo que la persona está abrumada, desbordada o incluso
"atragantada" con las energías que está recibiendo y con las
respuestas que ese nivel vibratorio le exige. En cambio, cuando hablamos de
chakra "BLOQUEADO", sí existe una mayor conexión con lo que
entendemos por "bloqueamiento" en el plano material. Enfrente de un
chakra bloqueado existe una "nube psíquica" o "forma
psíquica" de un determinado color que está "taponando" o
"filtrando" la abertura del chakra en cuestión. Al tema de las formas
mentales le dedicaremos un apartado posteriormente. Los chakras, situados en
nuestro campo aural, tienen tres funciones principales: A. Revitalizar cada uno
de los siete cuerpos aurales y, con ello, el cuerpo físico. B. Provocar el
desarrollo de distintos aspectos de la autoconciencia. Cada chakra está
relacionado con una función psicológica específica, tal como se ha estudiado.
C. Transmitir y realizar intercambios de energía entre los diferentes niveles
del aura. Recordemos que cada envoltura del aura humana tiene su propio
"juego" de siete chakras mayores. Por ejemplo, el cuarto chakra
existe en siete niveles, cada uno en una banda de frecuencias más alta que el
inferior. Los chakras parecen estar alojados uno dentro de otro, como si fueran
vasos de papel cónicos encajados. Cada chakra de una capa superior es
ligeramente más ancho que el de la envoltura inferior. La energía se transmite
de un nivel aural al siguiente a través de canales o pasajes situados en las
puntas de los chakras, o vértices de los conos. Muchas personas tienen estos
pasajes muy cerrados, y éstos se abren como resultado del trabajo de
purificación interna y, así, los chakras se convierten en transmisores de
energía de un estrato del aura al otro. En la literatura esotérica oriental se
considera que cada uno de los chakras tiene cierto número de pétalos. Los
clarividentes al observarlos de cerca advierten que estos pétalos en realidad
se asemejan a mini torbellinos giratorios que ruedan a velocidades muy altas
dentro del torbellino mayor que es el chakra en sí, y que cada minitorbellino
metaboliza una vibración energética específica. Cada chakra mayor, aparte de
con una glándula endocrina y un plexo nervioso, posee relación con determinadas
zonas del cuerpo. Así, el séptimo chakra se conecta con el cerebro superior o
córtex; el sexto chakra, con el cerebro inferior, los ojos, las orejas y la
nariz; el quinto chakra está conectado con el aparato bronquial y vocal, y los
pulmones; el cuarto chakra rige el corazón, la sangre, el nervio vago y el
sistema circulatorio; el tercer chakra se conecta con el estómago, el hígado y
la vesícula biliar; el segundo chakra se interrelaciona con los riñones y la
vejiga; y, por último el primer chakra con el sistema reproductor; además, cada
chakra rige la parte de la columna que se encuentra aproximadamente a su
altura. Los chakras desde el punto de vista energético absorben la fuerza
universal primaria (T'chi, Prana, etc.) y la canalizan a continuación a lo
largo de unos ríos llamados nadis, y concretamente hacia el sistema nervioso,
las glándulas endocrinas y la sangre, para nutrir el cuerpo.
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