En realidad, ningún ser vivo se libra de
danzar según los ritmos que lo rigen, y podemos decir que hasta cierto punto
somos como una orquesta sinfónica aunque, eso sí, más o menos afinada o
desafinada. A muchos nos falta en la vida ese sentido del ritmo, que es un
aspecto integrador que lo conecta todo, desde el fuero interno hasta el propio
latido del universo. Si los ritmos interiores no son consonantes, entonces nos
sentimos incómodos ante el mundo, e inclusive con nosotros mismos, pues falta
la coordinación, la coherencia, la gracia... Ya hemos hablado de la RESONANCIA,
llamada también emulación rítmica o vibración simpática. La resonancia se
produce físicamente cuando dos formas de onda de frecuencia similar
"entran en fase" la una con la otra. Que tengan frecuencia similar
quiere decir que ambas ondas oscilan un número similar de veces en el mismo
período de tiempo y, así, la forma de onda resultante es una combinación de las
dos ondas originales. Esta onda fusionada tiene la misma frecuencia que las dos
anteriores, pero con una amplitud de onda que es la suma de las amplitudes
componentes. Recordemos, como elemento de física básica, que se entiende por
amplitud de onda a la distancia que existe entre dos picos de una onda, es
decir, entre dos crestas de la misma o, también, se puede definir la amplitud
como la distancia lineal que recorre la partícula vibrante durante un período o
ciclo completo.
Tratándose de ondas sonoras, una mayor
amplitud significa más volumen de sonido, como sucede con la música
amplificada. Así, en otras palabras, cuando entran en resonancia dos formas de
onda, se registra un incremento de la potencia. En síntesis, dos oscilaciones
de frecuencia suficientemente parecidas acabarán por entrar en resonancia. El
principio de la resonancia interviene también cuando una onda emisora excita la
vibración de otro posible foco emisor simpático, pero que en ese momento está
inmóvil. Por ejemplo, si colocamos dos violines, uno en cada extremo de una
habitación igualmente afinados, y tocamos la cuerda sol del violín A, entonces
la cuerda sol del violín B se pondrá a vibrar, aun cuando nadie haya tocado esa
cuerda físicamente.
También tenemos el fenómeno contrario, es
decir, cuando dos ondas distintas concurren se produce lo que llamamos un
"patrón de interferencias", y estas pautas de interferencia vienen a
ser como una especie de resonancia destructiva, ya que se hayan alteradas la
armonía y la integridad de la forma de la onda. Esto sucede por ejemplo con los
diferentes ruidos que emite un autobús, que por lo general son la resultante de
numerosas ondas sonoras en mutuo conflicto. El fenómeno de la resonancia llega
mucho más allá, pues afecta por ejemplo a las personas que viven en una misma
familia o en el mismo apartamento por largos años, y que pasado un tiempo
llegan a hablar con determinadas entonaciones y expresiones similares, que es
lo que solemos llamar coloquialmente como costumbres que "se pegan".
De la misma manera, en el terreno social podemos entrar en resonancia armónica
o bien destructiva con los vecinos, con las amistades, o con los compañeros de
profesión. En el día a día recibimos la influencia del ambiente a través de
factores visuales, psicológicos o inclusive fisiológicos, y la publicidad es
una técnica que pretende precisamente crear resonancias. Además, en el plano
psicológico profundo, el del subconsciente y el inconsciente, también se
generan procesos de resonancia cuando recibimos vibraciones afines, o de
interferencia cuando captamos una mezcla caótica de ellas. Veamos otro ejemplo,
el cual se exhibe en el museo interactivo "Exploratorium", de San
Francisco (E.E.U.U.). Sobre la caja de resonancia de un altavoz se ha colocado
una alfombrilla de goma y, sobre ésta, están fijados varios aros metálicos de
diferentes diámetros, desde 5 hasta 15 cm. El visitante puede maniobrar un
mando, para emitir un determinado sonido a través del altavoz, pudiendo variar
la frecuencia desde lo más grave hasta lo más agudo. Las bajas frecuencias
(tonos graves) provocan la vibración de los aros grandes exclusivamente, los
cuales comienzan a ondular de manera visible y emiten a su vez un sonido
también grave. Si el altavoz emite frecuencias altas (tonos agudos), entonces
comienzan a vibrar únicamente los aretes más pequeños emitiendo un zumbido
agudo. Por último, las frecuencias medias generan la vibración de los anillos
de tamaño intermedio.
Los MANTRAMS son sonidos que se dan en llamar
de naturaleza sagrada y que se utilizan en la meditación, en los cánticos y en
otro tipo de prácticas. Su misión es el ajustar o afinar la conciencia en una
forma particular gracias a la vibración de sus tonos. Al igual que una
determinada vibración en el disco de Chladni crea una figura geométrica en el
montón de arenilla, de la misma forma la pronunciación o vocalización de un
mantram sencillo puede convertir el montón desordenado de nuestros pensamientos
y emociones en un patrón o forma coherente y armónicamente dispuesta. La
palabra mantram o mantra proviene de man (mente) y de tra (protección o
instrumento). De tal modo, los mantrams son herramientas para proteger nuestra
mente de sus ciclos más inferiores e improductivos, haciendo que ésta se
enfoque y se sosegue. Al concentrarse en la repetición del sonido, los demás
pensamientos se desvanecen poco a poco hasta que la mente queda nítida y
tranquila, aumentando además el sincronismo entre los dos hemisferios del
cerebro.
El mantram suele ser una letra o una palabra,
aunque también puede resultar eficaz una salmodia de tonos musicales
abstractos. Todos en ocasiones nos hemos obsesionado o inclusive molestado
alguna vez con la tonadilla de un anuncio publicitario, que luego de manera
involuntaria seguimos repitiendo de forma machacona en nuestra mente. El efecto
de estas melodías sencillas es usado por los ingenieros de la publicidad debido
a su fuerte capacidad de adherirse a la mente subconsciente y quedarse en ella
durante un determinado tiempo, influyendo sobre nosotros para que adquiramos un
determinado producto. Esto resulta algo sorprendente, ya que los mantrams
emplean los mismos canales subliminales y la misma zona del cerebro que las
musiquillas de los anuncios publicitarios, pero con intenciones evidentemente
más evolutivas y espirituales. Como habíamos dicho, para la metafísica hindú
todo está hecho de sonido, y cada cosa, realidad o actividad posee una
representación simbólica -su nombre-, que hace conectar con el patrón de mente
y energía que compone tal objeto; eso es lo que se da en llamar el "sonido
semilla" o "sonido raíz" de una cosa determinada, llamado
"bija mantram" en sánscrito. La intención profunda del mantram es el
colocar al individuo que lo pronuncia en estado de resonancia con el objeto
cuyo sonido raíz ha invocado. Vocalizando el nombre o el mantram raíz de algo
se adquiere un estado de fusión o de concentración con respecto a la esencia de
esa cosa, permitiendo generar, destruir o transformar, obviamente dentro de
ciertos límites naturales. Cada chakra posee su mantram o sonido raíz asociado
en el cual reside la esencia y, por tanto, la parte secreta o sagrada del
chakra. Veámoslo:
1. TIERRA, MULADHARA: LAM.
2. AGUA,
SVADHISTHANA: VAM.
3. FUEGO, MANIPURA: RAM.
4. AIRE, ANAHATA: YAM (en ocasiones
SAM).
5. ETER, VISHUDHA: HAM.
6. PENSAMIENTO, AGNA: OM.
7. CONCIENCIA,
SAHASRARA: sin mantram.
Es posible entonar los mantrams interiormente,
es decir, sin pronunciar ningún sonido externo. En estos sonidos la
"M" representa el aspecto material y maternal del universo; en cambio
la "A" simboliza lo paternal o lo no material, y la acción del germen
o del alfa. La "L" en LAM, indica la tierra, pues es un sonido pesado
y sordo, a diferencia de la "H", letra aspirada de HAM, el éter, que
es un sonido ligero, aéreo y etéreo, o de la "R", en RAM, el fuego,
que es un sonido enérgico y ardiente.
Recordemos siempre que no tenemos por qué ser
víctimas o receptores desvalidos de las vibraciones discordantes, puesto que
nosotros tenemos la mágica habilidad de emitir vibraciones propias. La
pronunciación de los mantrams es una forma de tomar el control y la guía de
nuestro desarrollo mental y psicofísico. Como sabemos, el instante en el cual
se produce la resonancia máxima al vocalizar un mantram, es cuando la vibración
sonora se combina con la imagen mental asociada. Es importante meditar en esto,
pues si no logramos una resonancia adecuada con las fuentes vibratorias
deseadas, no podremos experimentar la conexión con la esfera vibratoria
correcta. El que no sintoniza, no comunica, pues es bien sabido que muchos
conferenciantes leen bien, pronuncian bien y se aprenden bien la charla, pero a
la hora de la verdad no comunican, no transmiten y no impactan en el auditorio.
Por aquí llegamos a la conclusión de que el acto de la comunicación es mucho
más que la simple transmisión coordinada e interrelacionada de símbolos y, por
tanto, de información. Así, podríamos diferenciar la simple comunicación de
datos de lo que es la comunicación esencial. Paradójicamente, en una era en la
cual la comunicación formal o de datos está en auge gracias a los medios
electrónicos, el grado psicológico que tiene el ser humano medio de sentirse
comunicado y comunicador es bastante pobre. Por tanto, sin la comunicación
esencial quedamos aislados, separados y privados de importantes fuentes de
energía nutricional, que son vitales no solamente para la salud física, sino
también para la afectiva, mental y evolutiva de la conciencia. Así como los
hindúes clásicos piensan que el sonido es el creador de la materia, la
comunicación en sus formas más puras crea y mantiene la vida. Con toda
seguridad la comunicación está sustentada en un intercambio rítmico en diferentes
niveles, planos e inclusive etapas, y no podemos olvidar que la comunicación
formal es sólo la punta del iceberg de la comunicación, aun cuando sea la base
de ese proceso holístico o integrado. Lo mismo que el dinero, las palabras,
inclusive cuando están muy bien hilvanadas, no valen demasiado por sí mismas.