martes, 7 de mayo de 2024

CURSO DE ALTA MAGIA BLANCA PRACTICA. Día 97

En realidad, ningún ser vivo se libra de danzar según los ritmos que lo rigen, y podemos decir que hasta cierto punto somos como una orquesta sinfónica aunque, eso sí, más o menos afinada o desafinada. A muchos nos falta en la vida ese sentido del ritmo, que es un aspecto integrador que lo conecta todo, desde el fuero interno hasta el propio latido del universo. Si los ritmos interiores no son consonantes, entonces nos sentimos incómodos ante el mundo, e inclusive con nosotros mismos, pues falta la coordinación, la coherencia, la gracia... Ya hemos hablado de la RESONANCIA, llamada también emulación rítmica o vibración simpática. La resonancia se produce físicamente cuando dos formas de onda de frecuencia similar "entran en fase" la una con la otra. Que tengan frecuencia similar quiere decir que ambas ondas oscilan un número similar de veces en el mismo período de tiempo y, así, la forma de onda resultante es una combinación de las dos ondas originales. Esta onda fusionada tiene la misma frecuencia que las dos anteriores, pero con una amplitud de onda que es la suma de las amplitudes componentes. Recordemos, como elemento de física básica, que se entiende por amplitud de onda a la distancia que existe entre dos picos de una onda, es decir, entre dos crestas de la misma o, también, se puede definir la amplitud como la distancia lineal que recorre la partícula vibrante durante un período o ciclo completo.

 Tratándose de ondas sonoras, una mayor amplitud significa más volumen de sonido, como sucede con la música amplificada. Así, en otras palabras, cuando entran en resonancia dos formas de onda, se registra un incremento de la potencia. En síntesis, dos oscilaciones de frecuencia suficientemente parecidas acabarán por entrar en resonancia. El principio de la resonancia interviene también cuando una onda emisora excita la vibración de otro posible foco emisor simpático, pero que en ese momento está inmóvil. Por ejemplo, si colocamos dos violines, uno en cada extremo de una habitación igualmente afinados, y tocamos la cuerda sol del violín A, entonces la cuerda sol del violín B se pondrá a vibrar, aun cuando nadie haya tocado esa cuerda físicamente.

 También tenemos el fenómeno contrario, es decir, cuando dos ondas distintas concurren se produce lo que llamamos un "patrón de interferencias", y estas pautas de interferencia vienen a ser como una especie de resonancia destructiva, ya que se hayan alteradas la armonía y la integridad de la forma de la onda. Esto sucede por ejemplo con los diferentes ruidos que emite un autobús, que por lo general son la resultante de numerosas ondas sonoras en mutuo conflicto. El fenómeno de la resonancia llega mucho más allá, pues afecta por ejemplo a las personas que viven en una misma familia o en el mismo apartamento por largos años, y que pasado un tiempo llegan a hablar con determinadas entonaciones y expresiones similares, que es lo que solemos llamar coloquialmente como costumbres que "se pegan". De la misma manera, en el terreno social podemos entrar en resonancia armónica o bien destructiva con los vecinos, con las amistades, o con los compañeros de profesión. En el día a día recibimos la influencia del ambiente a través de factores visuales, psicológicos o inclusive fisiológicos, y la publicidad es una técnica que pretende precisamente crear resonancias. Además, en el plano psicológico profundo, el del subconsciente y el inconsciente, también se generan procesos de resonancia cuando recibimos vibraciones afines, o de interferencia cuando captamos una mezcla caótica de ellas. Veamos otro ejemplo, el cual se exhibe en el museo interactivo "Exploratorium", de San Francisco (E.E.U.U.). Sobre la caja de resonancia de un altavoz se ha colocado una alfombrilla de goma y, sobre ésta, están fijados varios aros metálicos de diferentes diámetros, desde 5 hasta 15 cm. El visitante puede maniobrar un mando, para emitir un determinado sonido a través del altavoz, pudiendo variar la frecuencia desde lo más grave hasta lo más agudo. Las bajas frecuencias (tonos graves) provocan la vibración de los aros grandes exclusivamente, los cuales comienzan a ondular de manera visible y emiten a su vez un sonido también grave. Si el altavoz emite frecuencias altas (tonos agudos), entonces comienzan a vibrar únicamente los aretes más pequeños emitiendo un zumbido agudo. Por último, las frecuencias medias generan la vibración de los anillos de tamaño intermedio.

Los MANTRAMS son sonidos que se dan en llamar de naturaleza sagrada y que se utilizan en la meditación, en los cánticos y en otro tipo de prácticas. Su misión es el ajustar o afinar la conciencia en una forma particular gracias a la vibración de sus tonos. Al igual que una determinada vibración en el disco de Chladni crea una figura geométrica en el montón de arenilla, de la misma forma la pronunciación o vocalización de un mantram sencillo puede convertir el montón desordenado de nuestros pensamientos y emociones en un patrón o forma coherente y armónicamente dispuesta. La palabra mantram o mantra proviene de man (mente) y de tra (protección o instrumento). De tal modo, los mantrams son herramientas para proteger nuestra mente de sus ciclos más inferiores e improductivos, haciendo que ésta se enfoque y se sosegue. Al concentrarse en la repetición del sonido, los demás pensamientos se desvanecen poco a poco hasta que la mente queda nítida y tranquila, aumentando además el sincronismo entre los dos hemisferios del cerebro.

El mantram suele ser una letra o una palabra, aunque también puede resultar eficaz una salmodia de tonos musicales abstractos. Todos en ocasiones nos hemos obsesionado o inclusive molestado alguna vez con la tonadilla de un anuncio publicitario, que luego de manera involuntaria seguimos repitiendo de forma machacona en nuestra mente. El efecto de estas melodías sencillas es usado por los ingenieros de la publicidad debido a su fuerte capacidad de adherirse a la mente subconsciente y quedarse en ella durante un determinado tiempo, influyendo sobre nosotros para que adquiramos un determinado producto. Esto resulta algo sorprendente, ya que los mantrams emplean los mismos canales subliminales y la misma zona del cerebro que las musiquillas de los anuncios publicitarios, pero con intenciones evidentemente más evolutivas y espirituales. Como habíamos dicho, para la metafísica hindú todo está hecho de sonido, y cada cosa, realidad o actividad posee una representación simbólica -su nombre-, que hace conectar con el patrón de mente y energía que compone tal objeto; eso es lo que se da en llamar el "sonido semilla" o "sonido raíz" de una cosa determinada, llamado "bija mantram" en sánscrito. La intención profunda del mantram es el colocar al individuo que lo pronuncia en estado de resonancia con el objeto cuyo sonido raíz ha invocado. Vocalizando el nombre o el mantram raíz de algo se adquiere un estado de fusión o de concentración con respecto a la esencia de esa cosa, permitiendo generar, destruir o transformar, obviamente dentro de ciertos límites naturales. Cada chakra posee su mantram o sonido raíz asociado en el cual reside la esencia y, por tanto, la parte secreta o sagrada del chakra. Veámoslo:

1. TIERRA, MULADHARA: LAM.

 2. AGUA, SVADHISTHANA: VAM. 

3. FUEGO, MANIPURA: RAM. 

4. AIRE, ANAHATA: YAM (en ocasiones SAM). 

5. ETER, VISHUDHA: HAM. 

6. PENSAMIENTO, AGNA: OM. 

7. CONCIENCIA, SAHASRARA: sin mantram.

Es posible entonar los mantrams interiormente, es decir, sin pronunciar ningún sonido externo. En estos sonidos la "M" representa el aspecto material y maternal del universo; en cambio la "A" simboliza lo paternal o lo no material, y la acción del germen o del alfa. La "L" en LAM, indica la tierra, pues es un sonido pesado y sordo, a diferencia de la "H", letra aspirada de HAM, el éter, que es un sonido ligero, aéreo y etéreo, o de la "R", en RAM, el fuego, que es un sonido enérgico y ardiente. 

Recordemos siempre que no tenemos por qué ser víctimas o receptores desvalidos de las vibraciones discordantes, puesto que nosotros tenemos la mágica habilidad de emitir vibraciones propias. La pronunciación de los mantrams es una forma de tomar el control y la guía de nuestro desarrollo mental y psicofísico. Como sabemos, el instante en el cual se produce la resonancia máxima al vocalizar un mantram, es cuando la vibración sonora se combina con la imagen mental asociada. Es importante meditar en esto, pues si no logramos una resonancia adecuada con las fuentes vibratorias deseadas, no podremos experimentar la conexión con la esfera vibratoria correcta. El que no sintoniza, no comunica, pues es bien sabido que muchos conferenciantes leen bien, pronuncian bien y se aprenden bien la charla, pero a la hora de la verdad no comunican, no transmiten y no impactan en el auditorio. Por aquí llegamos a la conclusión de que el acto de la comunicación es mucho más que la simple transmisión coordinada e interrelacionada de símbolos y, por tanto, de información. Así, podríamos diferenciar la simple comunicación de datos de lo que es la comunicación esencial. Paradójicamente, en una era en la cual la comunicación formal o de datos está en auge gracias a los medios electrónicos, el grado psicológico que tiene el ser humano medio de sentirse comunicado y comunicador es bastante pobre. Por tanto, sin la comunicación esencial quedamos aislados, separados y privados de importantes fuentes de energía nutricional, que son vitales no solamente para la salud física, sino también para la afectiva, mental y evolutiva de la conciencia. Así como los hindúes clásicos piensan que el sonido es el creador de la materia, la comunicación en sus formas más puras crea y mantiene la vida. Con toda seguridad la comunicación está sustentada en un intercambio rítmico en diferentes niveles, planos e inclusive etapas, y no podemos olvidar que la comunicación formal es sólo la punta del iceberg de la comunicación, aun cuando sea la base de ese proceso holístico o integrado. Lo mismo que el dinero, las palabras, inclusive cuando están muy bien hilvanadas, no valen demasiado por sí mismas.

 

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