domingo, 5 de mayo de 2024

CURSO DE ALTA MAGIA BLANCA PRACTICA. Día 96

 QUINTO NIVEL DE PODER:

QUINTO CHAKRA: VISHUDHA

 


(EL ETER Y EL SONIDO).

Está situado muy próximo a la nuez de Adán; su glándula endocrina es la tiroides y su centro nervioso es el plexo faríngeo. El planeta regente es Mercurio y su metal es el del mismo nombre: el mercurio. También se le asimila el astro afín a Mercurio en un nivel superior o intuitivo: Urano. Se dice en Astrología que Urano es la octava o vibración superior de Mercurio. Los signos zodiacales afines son Mercurio y, en segundo lugar, Virgo. Desde el primer llanto del niño recién nacido hasta los acordes de una sinfonía, desde el código genético del ADN de las células hasta los versos de una poesía, desde los impulsos nerviosos que conectan el cerebro con la musculatura hasta las ondas de televisión que estrechan lazos entre los continentes, la comunicación es una herramienta fundamental de nuestra expansión mental. Gracias a la comunicación nos podemos sentir parte de una totalidad, al igual que las células del cuerpo se coordinan perfectamente para conformar un organismo total. Inclusive las redes de comunicación moderna son como una especie de sistema nervioso de la cultura de la información con el cual cada vez podemos realizar intercambios con mayor diversidad, amplitud y velocidad.

El quinto chakra es el centro del sonido, la vibración y la expresión externa de la inteligencia, la cual crea, controla, transmite y recibe las comunicaciones. Entre estos atributos figuran el hablar, el escuchar, el escribir, la telepatía, el uso de un ordenador, la oratoria, y muchas otras actividades. Tengamos en cuenta que el lenguaje en sí es un proceso marcadamente simbólico, ya que se asigna un sonido y unos caracteres a cada objeto o actividad, lo cual nos da un medio para representar el mundo de una manera más eficiente, y nos proporciona acceso a una capacidad ilimitada de almacenamiento de información. La transmisión de las ideas es como el aire que respiramos, el cual conforma un campo etéreo e invisible que nos rodea y que todo lo interpenetra. De ese campo podemos tomar la sustancia base para en nuestra mente poder incubar procesos de pensamiento y posteriormente volver a lanzarlos al espacio mental que nos circunda. Esta interacción no tiene prácticamente límites, pues la comunicación es un acto de conexión. Cuando conversamos o compartimos ideas con otros, se produce un proceso de intercambio de subconjuntos de información, los cuales ya dejan de ser exclusivos de una persona y pueden ser aprovechados y filtrados por los demás. Este chakra ocupa un lugar preponderante en el sentido descendente de la fuerza (corriente manifestadora), pues mediante él somos capaces de dar nombres a las cosas, lo cual es en sí un proceso de simbolización y de simplificación de la realidad circundante. El nombrar una cosa significa darle una entidad o una realidad en el plano simbólico, mental o inclusive metafísico y, lo que es más importante, luego esos símbolos pueden comenzar a combinarse unos con otros, despejando nuevas realidades. Tanto el pensamiento como su manifestación en forma de comunicación son una puerta de acceso hacia el futuro o, como mínimo, hacia los "posibles futuros". El ser humano dispone de herramientas tan mágicas y maravillosas que con frecuencia se olvida de los tesoros que alberga dentro de sí mismo. Pensemos simplemente en la posibilidad que tenemos para, ante la planificación de un proyecto más o menos inmediato, plantear hipótesis de trabajo, diseñar estrategias, descartar las rutas que consideramos incorrectas y, en último término, mediante el discernimiento, establecer una solución o plan de acción práctico que consideramos como el más correcto. Esta facultad ya de por sí es una posibilidad para adelantarse al futuro y para "ganarle tiempo al tiempo".

Los pensamientos y la comunicación de éstos crean mundos mentales momento a momento, los cuales pueden ser derrumbados una y otra vez hasta que su creador o creadores llegan a concebirlos como "dignos de ser lanzados al mercado". El lenguaje es un sistema simbólico que ocupa un punto intermedio entre la idea abstracta y la manifestación. Para la filosofía clásica hindú, la materia está formada de sonido. Así, a una pieza o componente de la realidad se le va a asignar un nombre, y este nombre a su vez en la mente está asociado con un pensamiento. Además, al mencionar, vocalizar o verbalizar el nombre de ese objeto o realidad, se está produciendo una fusión entre el objeto, por un lado y, por el otro, la idea abstracta que corresponde al primero. Es decir, en Magia nombrar o pronunciar el nombre de algo en voz alta significa crear un lazo o puente de unión entre el objeto físico al que corresponde ese nombre y la sustancia mental conectada con ese nombre. Así, nuestra mente puede generar un pensamiento que, a través de un nombre, se liga con una determinada vibración física, con el fin de controlar esta última, y de esa forma poder originar manifestaciones en el plano material. Con las palabras, la conciencia dispone de una herramienta que le permite ordenar u organizar el universo a su alrededor. Simbólicamente, el quinto chakra tiene forma de loto de 16 pétalos, que contiene todas las vocales del idioma sánscrito . Tradicionalmente, se considera que las vocales representan el espíritu, mientras que las consonantes equivalen a la materia, de por sí más inflexible. 

Al chakra Vishudha se le denomina "el purificador", ya que en sí el sonido posee tal naturaleza. El sonido puede afectar y de hecho afecta a la vibración íntima de la materia y tiene también capacidad de armonizar frecuencias que de otro modo serían disonantes, lo mismo dentro que fuera de nosotros mismos. Esto confiere al quinto chakra el significado de principio ordenador. Etimológicamente, Vishudha proviene de Vis (tener actividad) y de Shud (llamada o puesta en orden). En efecto, la comunicación es un principio ordenador por cuanto representa la invocación de unos símbolos, lo cual genera en último término una cristalización o materialización de los pensamientos abstractos que flotan en nuestra mente e, inclusive, de nuestras pautas de voluntad. El elemento asociado a este quinto chakra es el éter, también llamado Akasha o espíritu. La vibración es una manifestación de la ley del ritmo, puesto que toda vibración es pendular y oscilante de un extremo a otro. Se entiende que a medida que ascendemos por la columna chákrica, cada plano vibra a un nivel más alto y más rápido que el anterior. Así, la luz es una vibración más rápida que el sonido (alrededor de unas cuarenta veces más alta), y el pensamiento es una vibración más alta que la luz, al igual que la conciencia es más elevada que el pensamiento. Por ello, la vibración de nuestra conciencia afecta en último término a la sustancia de nuestro organismo psicofísico. Un científico del siglo XVIII llamado Ernst Chladni diseñó algunos experimentos que muestran gráficamente cómo afecta la vibración a la materia. Chladni espolvoreó arenilla muy fina sobre una placa de acero y luego frotó el canto de la susodicha placa con un arco de violín impregnado en resina. El sorprendente resultado fue que al tocar un tono determinado sobre la placa de acero, los granos de arenilla se ponían a bailar y terminaban dibujando bellas figuras muy similares a los mandalas o figuras geométricas tibetanas. La figura variaba con la frecuencia de la vibración. Hoy en día podemos realizar este experimento colocando una placa recubierta de arena sobre la salida del altavoz de un equipo de música, lo cual producirá figuras similares si se reproduce una grabación de frecuencias o sonidos PUROS, es decir, NO de música con una combinación de diferentes instrumentos.

Este es un ejemplo meridiano de cómo el sonido afecta a la materia, o de cómo el ritmo en un plano influye sobre la sustancia en otro. Hay que destacar que esos tonos no crean una pauta cualquiera o al azar, sino un dibujo geométrico centrado alrededor de un punto, como una flor, o como la figura de un chakra!. En otros experimentos posteriores se ha visto que también mediante ondas sonoras proyectadas sobre diversos medios como agua, polvos, geles o aceites, se obtienen patrones muy similares a distintas formas que se encuentran en la naturaleza, como las galaxias espirales o el iris del ojo humano. Es conveniente recordar que en los libros clásicos de la India, los Vedas, se dice "en el comienzo era Brahmán, y con él estaba la Palabra, y la Palabra es Brahmán". Esto es muy similar a lo que se dice al comienzo del evangelio de San Juan: "en el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios". Ambos párrafos reflejan la conexión entre sonido y creación. No todas las vibraciones producen un sonido que nosotros podamos oír, pero es más que posible que tales frecuencias inaudibles de todas maneras afecten, por vías sutiles, a nuestra conciencia. Pitágoras, el gran maestro de la Grecia Antigua, hablaba de la "música celestial", o "música de las esferas", la cual tiene relación con las frecuencias vibratorias emitidas por los planetas en nuestro sistema solar y por las constelaciones de la parte del universo que es visible desde la tierra. Todas las vibraciones se caracterizan por un ritmo, que es una pauta regular y repetida de movimiento en el espacio y en el tiempo. Las ondas sonoras tienen un ritmo considerablemente más lento que las lumínicas, y los diferentes tonos se caracterizan por un ritmo específico de las ondas que los originan, al igual que las diferentes frecuencias de las ondas luminosas crean colores distintos.

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