domingo, 28 de julio de 2024

CURSO DE ALTA MAGIA BLANCA PRACTICA. Día 108

QUINTO NIVEL DE PODER:

LAS FORMAS MENTALES Y EL AURA. Parte 1

Desde el punto de vista de la Psicología Trascendental o profunda, cada persona posee unos determinados esquemas con los que filtra y asimila sus experiencias, que en realidad lo que hacen es construir "la realidad" de la persona. Es decir, en función del sistema de creencias, las ideas filosóficas, las concepciones acertadas o erróneas de la realidad, y la forma de pensar, el ser humano ve, observa y tamiza la realidad objetiva para constituir lo que podríamos llamar la realidad personal. Esta realidad personal o subjetiva puede ser analizada y estudiada por el terapeuta, ya que en origen se basa y se sustenta en determinados esquemas psíquicos e ideas bastante concretas en torno a los cuales gira la visión que la persona tiene del mundo. Así, por ejemplo, con definiciones de la realidad como "todos los hombres son crueles", "el amor es débil", "controlarse abre todas las puertas", "con la flexibilidad se consigue todo", "más vale lo que tienes en tus manos que lo que ves en tu imaginación", etc., el ser humano establece superesquemas mentales según los cuales da forma a la realidad que observa o persigue. Estos supraconceptos o superesquemas mentales, desde el punto de vista esotérico pueden ser estudiados e interpretados como espacios o formas de realidad, a los cuales el ser humano va dando mayor fuerza y entidad progresivamente. Es decir, se trata de niveles de realidad que en los planos sutiles se plasman como conglomerados de energía psíquica o mental, los cuales en cierta medida podemos imaginar como una especie de nubes psíquicas con una coloración determinada. En realidad, se trata de algo mucho más complejo, ya que no estamos hablando de una simple nube de vapor coloreado, sino de una estructura de partículas mentales y, por tanto, de partículas "inteligentes" organizadas. Así, se puede decir que nosotros somos creadores o emanadores de las realidades que nos circundan, al menos en buena parte. Obviamente, muchas de las experiencias que se nos presentan vienen dadas por un componente evolutivo, según el cual vivimos aquello que nos hace falta vivir para desarrollar nuestra conciencia, con lo cual de alguna manera estamos sometidos a una especie de plan de estudios o plan pedagógico de evolución de la conciencia. Pero, simultáneamente, nuestras emanaciones de pensamientos hacia afuera -hacia el espacio mental- van generando estructuras mentales organizadas, muchas veces de una tremenda energía, y en las cuales nos vemos inmersos, muchas veces sin darnos cuenta, pensando que tal experiencia nos ha llegado fortuitamente. Sin embargo, las hemos ido generando y alimentando nosotros mismos con una serie o cadena de pensamientos, a veces conscientes y a veces subconscientes, que se han ido estructurando, organizando y energetizando en el entorno de nuestra aureola astral. Para los clarividentes, estas formas mentales o formas de pensamiento son realidades energéticas observables, que irradian colores con diversas intensidades. Su forma y su intensidad son resultado directo de la energía o la importancia que la persona les ha concedido. Así, las formas mentales son creadas, construidas y sostenidas por sus dueños mediante sus cadenas de pensamientos habituales. Cuanto más definidos y claros sean estos pensamientos, más definida será la forma y, lo que es muy importante, la naturaleza y fuerza de las emociones asociadas a esos pensamientos dan a la forma mental su color, su intensidad y su potencia. Por ejemplo, alguien puede construir una forma mental a base de tener continuamente en su mente la idea de algo que teme mucho, por ejemplo, "mi marido me puede estar engañando". La creadora de esta forma mental sin darse cuenta comenzará a actuar como si esto de verdad fuera a suceder o estuviera sucediendo. Cuanto más poder le dé aportándole energía consciente o inconscientemente, más posibilidades habrá de que se cree el resultado tan temido. Frecuentemente, la persona ni siquiera se da cuenta de que esta estructura mental está pasando a formar parte de su vida, siendo como una especie de equipaje extra que lleva consigo misma de un lado a otro. Lo más importante, en síntesis, es que estos sistemas o estructuras mentales o de creencias atraen muchos efectos desde la realidad exterior hacia la propia persona. Obviamente, para cambiar estas formas mentales y, en su caso, diluirlas, es necesario primeramente haberlas detectado, lo cual no es ni mucho menos imposible. Hay que tener en cuenta que estas formas mentales no están profundamente enterradas en el inconsciente, sino que se sitúan en el límite con la conciencia, que es lo que se suele denominar la subconciencia. Por ello, pueden ser sacadas a la luz con métodos tales como el trabajo corporal energético, la meditación o el escribir en un papel las asociaciones de pensamientos que una persona produce en un estado de receptividad. Cuando la conciencia es capaz de enfocar a una de estas formas mentales o de pensamiento, entonces se produce la expresión o exteriorización de los sentimientos asociados a dicha forma mental. La liberación de tales emociones permite tener una visión más clara acerca de la forma mental y, por tanto, del filtro específico que supone ante la realidad. Además, se desvelan los orígenes de la forma mental y el proceso por el cual ésta se ha ido fortaleciendo. Esta metamorfosis o cambio va a ir dando lugar a una perspectiva más madura y nítida de la realidad, y no mediatizada de continuo por la forma mental desarmónica. Cambiando de manera lógica y serena dicha forma mental, se la puede ir sustituyendo por otra de carácter positivo y creativo. Inclusive, se puede dar el caso de formas mentales que están encadenadas unas a las otras, tanto en lo positivo como en lo negativo. Por ejemplo, para aquella persona que pensaba continuamente en la posibilidad de que su marido la engañara, la activación de esta forma mental puede conducir a otra forma mental en la cual esta mujer se siente débil o enferma físicamente, lo cual en realidad es un truco que está activando para atraer la atención de su marido hacia ella, y conseguir de esta forma que le dedique más tiempo. Esta forma mental a su vez podría conducir a otra en la cual pasados unos días ella cae, con sentimientos de culpabilidad, porque sabe que no estaba haciendo lo correcto y que en buena parte sólo se está basando en imaginaciones o sospechas pero no en realidades tangibles, y así sucesivamente. En ocasiones, se produce el paso de una forma mental a la otra sencillamente porque la energía mental de la primera forma se agota momentáneamente, y entonces se produce el paso a la segunda, continuando de esa manera el proceso. Así se produce una especie de ciclo sin salida. Estas formas de la realidad pueden ser eufóricas, como en el caso de una persona que piensa que va a hacer grandes cosas y que va a alcanzar niveles materiales importantes en poco tiempo, pero que a la vez no es consciente de la enorme cantidad de trabajo que sus elevadas metas le van a requerir, aparte de los normales tropiezos. En sentido contrario, las formas mentales pueden ser de un carácter pesimista, en el cual la persona se ve a sí misma en un estado inferior al que posee en realidad, con lo que existe una exageración de los defectos personales. En este último caso, el individuo ve la parte de sí mismo que le gustaría cambiar pero no contempla la posibilidad de realizar efectivamente el cambio. Las formas mentales o formas de pensamiento se mantienen estacionarias en el campo energético de la persona hasta que una entrada externa o interna de energía las dispara. Además, las formas mentales no solamente se alimentan de la energía de los pensamientos de su dueño, sino también atraen los sentimientos y pensamientos similares de otros individuos, sobre todo de aquellos que tienen inclinaciones semejantes.

Como habíamos dicho, la clave para romper con una pauta de formas cíclicas de pensamiento está inicialmente en expresar y liberar los sentimientos, para luego entrar en un trabajo de mayor toma de conciencia de los esquemas mentales. Por ello, el terapeuta puede usar ese "disparo" de la forma mental como manera de penetrar en el ciclo y dar inicio a su tratamiento. Por tanto, el disparo de la fuerza mental no es necesariamente negativo, siempre y cuando exista una toma de conciencia del proceso y voluntad de cambio. En este aspecto el sanador tiene un importante papel, ya que a través de la conversación y la entrevista con su paciente puede ayudar a hacer una definición o un mapa claro de las estructuras mentales o superesquemas mentales que se encuentran en la base de la forma mental. Esto no es un juego de palabras, pues la forma mental en sí es la estructura energética sutil, mientras que los esquemas mentales son las interrelaciones concretas de pensamiento que se producen en la cabeza de la persona cuando la forma mental se ha disparado. Así, se trata de liberar las emociones ligadas a la experiencia cíclica, y posteriormente escribir sobre el papel los pensamientos y actitudes concretas que sostienen, alimentan, estimulan y originan la forma mental. A este respecto, hemos de recordar que la forma mental ha ido tomando existencia debido a determinados pensamientos y creencias concretas que el individuo ha ido repitiendo constantemente a lo largo de los últimos meses o años.

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