Cristales Maestros CELESTIALES
Los cristales llamados
Celestiales o Angélicos se caracterizan por su
emisión mágica, no racional, son estructuras cristalinas que están
materializados en el
espacio, tienen forma, pero no tienen tiempo, no
se adaptan al tiempo
lineal.
Los gemólogos suelen
llamarle Cuarzo esquelético ya que algunos de
ellos no tienen forma y
presentan agujeros. También se caracterizan
por estar chamuscados de
forma natural, suelen tener inclusiones…
pero aún así llaman
poderosamente nuestra atención, no son bellos ni
estéticos, pero son
especiales. Son extremadamente poderosos y
difíciles de encontrar.
Son cristales que han soportado de todo hasta
llegar a nosotros. Su
lección es precisamente esa, la fuerza, la
tenacidad.
Los Celestiales fueron
los habitáculos o medios de transporte de
energías muy elevadas,
formas de vida no materiales que ayudaron a
que la materia se
formara, es decir, los Angeles. Tienen todavía la
vibración de esta energía
o forma de vida llamada angélica. Cuando
llegaron aquí a la Tierra
fueron a formar parte del centro de la
misma y poco a poco
entraron en contacto con la atmósfera terrestre.
Contienen y han pasado
las fases de los elementos que componen el
cuerpo del planeta.
Los Celestiales no están
tallados, facetados, pulidos y sin embargo
en sus superficies
podemos encontrar figuras, símbolos, señales como
de una escritura
desconocida que después de habernos entrenado y
entregado a los
anteriores cristales maestros, nos resultará fácil
descifrar si mantenemos
el cristal con la mano derecha y pasamos
índice de la mano
izquierda por encima de estos símbolos, con los
ojos cerrados y dejando
que nuestra vista interior lea los símbolos a
través del tacto.
La estructura de este
cristal se puede usar como se utilizan las
cartas de símbolos
geométricos para que "aparezcan" en el entrecejo
con los ojos cerrados, la
técnica es:
Serenamos la mente y
mantenemos la mirada en su estructura.
Nos fijamos en su forma y
detalles.
Cerramos los ojos y
esperamos a que nuestra visión interior focalice
la forma del Celestial.
Mantenemos la actitud
receptiva.
Escribimos o grabamos el
proceso.
Los Celestiales nos
conectan con nuestra energía angélica, con la
esencia que forma parte
de nuestro Ser cuya vibración pertenece a esa
frecuencia. Nos liberan
de las ataduras emocionales así como de
pautas de conducta de las
que nos queremos deshacer. Recordad que los
Angeles son una forma de
vida que está más allá de la polaridad y por
lo tanto, no poseen
chakra emocional, son armonía constante. Su
energía o frecuencia nos
lleva a enfrentarnos con nosotros mismos,
con lo que no somos y
debemos dejar de ser para que nuestra auténtica
luz pueda expresarse.
Antes de
"trabajar" con Celestiales es conveniente que hayamos
experimentado muchísimo
con los demás cristales maestros, pues ellos
nos inducen a una
apertura de conciencia que necesita mucho valor
para ser enfrentada, nos
muestra el calibre de lo que puede llegar a
ser nuestra energía de
luz mal calificada. Este cristal funciona así:
Si uno mismo posee un
concepto de sí mismo como una persona pura, de
buen corazón, de una
bondad que se refleja en su mirada y en su
físico…, y es así de
verdad, el Celestial le mostrará un brillo, luz,
grandeza, poder y
abundancia mucho más elevado de lo que nunca podría
esperar, porque él
muestra la verdad, pero si es al contrario, si nos
estamos autoengañando, el
cristal seguirá mostrando la verdad y
nosotros recibiremos un
shock emocional.
Tampoco podemos
utilizarlo como si fuera un pañuelo o paño de
lágrimas buscando
consuelo, el Celestial es fuerte y poderoso y esta
energía se la ha ganado a
pulso, él es como es, verdad pura y eso es
lo que refleja. Este es
un cristal de los Angeles que exige mucho
porque otorga mucho y
para armonizar con él deberemos haber limpiado
nuestras emociones y nuestro
ego de falsas ilusiones y tonterías. Su
frecuencia nos mostrará
aquello en lo que necesitamos trabajar sobre
nosotros mismos que todavía no está bien.
No hay que temer a los
Celestiales sino todo lo contrario, ellos son
nuestros maestros en el
aprendizaje y liberación de las emociones
negativas. Las emociones
negativas aunque sean negativas son nuestras
y lo primero que deberíamos hacer es aceptarlas y aprender a
transmutarlas en el mismo
momento que se están produciendo. Si algo
nos contraria y nos
produce una emoción limitadora que callamos, esa
energía va a depositarse
en alguna parte de nosotros e irá creciendo,
ya sea en forma de
granito, úlcera, tumor, cáncer, distracción fatal,
agujero áurico, bloqueo
de chakra o lo que sea. Por ello, en el
momento que se produce
una emoción negativa debemos liberarla. Por
ejemplo, si la causa de
esta emoción es algo que hemos oído en la
televisión, la solución
no será romper la televisión, pero sí estaría
bien darle unos golpes a
un cojín, gritar, saltar o correr para
liberar esta energía
caótica, este es un ejercicio recomendado por
terapeutas y psicólogos.
Después respiramos y sentimos que nos hemos
liberado, que nos hemos
quedado muy bien.
Cuando la persona ha
trabajado en sus emociones y se encuentra
equilibrada, la energía
del Celestial, le ayudará a abrir el chakra
de la corona y la energía
espiritual fluirá con todo su poder y
equilibrio pues la
"toma de tierra" estará hecha.
Los Celestiales podemos
emplearlos en terapias con otras personas
siempre y cuando nuestro
criterio así lo dicte, además de informar a
la persona del gran poder
del cristal y a la menor duda no lo
aplicaremos.
El Celestial es un
equilibrador, desbloqueador y canalizador de las
glándulas pineal y
pituitaria, por lo que resulta muy eficaz en los
casos de esquizofrenia,
epilepsia y drogodependencias. Repara,
regenera y vitaliza las
células cerebrales agotadas y degeneradas por
estas enfermedades
citadas y por los efectos de las drogas.
En este y otros casos, la
persona/paciente deberá disponer de varios
Celestiales para poder
utilizarlos en imposición sobre sus centros
vitales (preferentemente
el chakra corazón, zona de la cabeza y plexo
solar). También será
conveniente que duerma con un Celestial
dispuesto en la mesita de
noche, lo mas cerca posible de la zona
donde reposa la cabeza al
dormir.
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