Aquí pueden surgir infinidad de inconvenientes y de pruebas que ciertamente,
pueden requerir unas grandes dosis de paciencia para estos guerreros por la
paz, aunque se hallen en un período de preparación y de capacitación.
En una tercera fase o que también podríamos denominar un tercer círculo de
protección, se penetra en una esfera espiritual y mental del planeta, en la
cual, la cuestión de los rituales o de las formulaciones externas ya deja de
tener tanta importancia. Es decir, el individuo se da cuenta de que posee
grandes posibilidades internamente, y de que es perfectamente posible trabajar
de forma positiva a través de la evolución de la humanidad sin necesidad de
liarse o de enredarse con sectas, grupos o "gurucitos" de diferente
especie.
Esto no impide que se participe con algún grupo de amigos con los cuales existe
una sintonía en cuanto a estos temas, o que se participe en alguna asociación o
grupo en concreto.
Sin embargo, se está en un tercer círculo de protección cuando las fronteras
del fanatismo de carácter espiritual se han difuminado totalmente, y aquí, no
se comenten errores de discriminar mentalmente a las demás personas,
considerándolas menos espirituales.
En este círculo tampoco se cometen los errores tan comunes en muchos
estudiantes esotéricos, que abandonan en cierta medida sus responsabilidades
familiares o laborales porque piensan que tienen que dedicar una cantidad
enorme de horas a la lectura de libros esotéricos o a las prácticas de carácter
psíquico.
En este tercer círculo de protección lo más importante es la fuerza mental y la
capacidad mental, y no tanto el tiempo en concreto que se dedica a leer libros
exóticos, a buscar fórmulas de Magia, o a practicar una gran cantidad de horas
de meditación.
A partir del cuarto círculo de protección nos encontramos solamente con un
grupo todavía numeroso pero más reducido, evidentemente, de personas que ya
conscientemente están cogiendo responsabilidades concretas en los lugares donde
viven o donde han nacido, y que les supone ciertamente ya tener un equilibrio
relevante en su nivel familiar, personal y económico, pues de otra forma, es
muy difícil poder aportar a otros equilibrio, empuje y entusiasmo cara a
conseguir objetivos superiores.
Obviamente, "nadie da de lo que no tiene", y esto significa
claramente que para dar, primero hay que haber alcanzado o hay que haber
recibido una determinada gracia o don personal de carácter espiritual.
A partir de este cuarto nivel y hasta el séptimo, encontraríamos círculos cada
vez más restrictivos en los cuales simplemente se puede penetrar en un momento
determinado, en función de las responsabilidades que cara a la humanidad cada
persona va cogiendo.
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