Este ritual se realiza al atardecer del 31 de octubre o ya cuando la noche ha caído.
En una mesa y situadas en candelabros o platos,
colocar siete velas frente a uno
roja,
amarilla,
verde,
azul,
naranja,
violeta o morada y
blanca
A la derecha de uno, situar un incienso y
a la izquierda, un vaso con agua.
Frente a uno y delante de las velas, poner un cuenco con tierra o sal.
Tener una cinta verde en el regazo.
Encender las velas y el incienso con fósforos .
Cerrar los ojos, tomar la cinta verde y alzarla con las manos, diciendo en voz alta:
“Ésta es mi cinta de deseos ritual y mágica. Que el Gran Dios me socorra en
mis transformaciones”.
Luego, concentrarse con fuerza en el primer deseo: tratar de visualizarlo.
Después, tomar la cinta y hacer un nudo simple.
Al cerrarlo, decir:
“Que así sea”.
Más tarde, repetir el procedimiento con los otros deseos.
Una vez cerrado el último nudo, abrir los ojos y decir:
“Gracias, Gran Padre, gracias Gran Madre, que has dado la orden de que
esto así sea”.
Dejar que las velas y el incienso se consuman por completo y retirarse de la
habitación en silencio y respetuosamente.
Conservar la cinta anudada, llevándola consigo o guardándola junto con la ropa en
un cajón o clóset.
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