viernes, 29 de marzo de 2024

CURSO DE ALTA MAGIA BLANCA PRACTICA. Día 91

 


CUARTO NIVEL DE PODER:

CUARTO CHAKRA: ANAHATA (EL AIRE).

Este chakra está situado cerca del corazón y posee analogía con la glándula endocrina timo y con el plexo nervioso cardíaco.

Como centro energético es el que se localiza en el medio del ciclo septenario de los chakras. Precisamente ello posee claras analogías con sus virtudes, poderes y atributos, los cuales se encuentran en conexión con la idea de equilibrio, armonía, fusión, amor, suavización, etc.

La relación planetaria de Anahata es con el planeta Venus y su elemento es el cobre, el cual utilizamos precisamente como material conductor. Los signos zodiacales afines son Libra y, en segundo lugar, Tauro.

En el corazón, donde espíritu y materia realizan su fusión, Shiva y Shakti se unen, y en su danza eterna de la creación irradian su amor sobre todo lo que existe y así hacen posible la continuidad del universo. Recordemos que éste es el chakra central, situado a la mitad de la escala, y en el cual han de equilibrarse los chakras superiores con los inferiores, y viceversa. El amor de este chakra se expresa como aceptación gozosa de la misión y el lugar que nos ha correspondido dentro del todo, con una vivencia de paz interior que irradia como producto de la armonía con el propio yo. 

Anahata significa en sánscrito, "el ruido que se hace sin que dos cosas hayan chocado", lo cual podríamos resumir como lo intacto, lo prístino, lo virgen y lo puro. El elemento de este chakra es el aire, asociado con el conocimiento, el amor y todas las cosas ligeras y espirituales. El aire simboliza la libertad, el vuelo de los pájaros, lo fresco y abierto, lo sencillo y lo suave... Es, en definitiva, el aliento, el prana o el T'Chi.

Mediante este chakra se perciben las relaciones sutiles que existen entre las diferentes cosas y niveles del universo, para lo cual se necesita internamente un estado de equilibrio. Es decir, cuando la mente está funcionando en ondas extremas, muy raramente es capaz de captar las sutilezas de las interrelaciones que hay entre todo lo que existe. Ya dice la sentencia iniciática que "el Todo está en todo, y todo está en el Todo". 

De este modo, el amor se contempla como una combinación entre interrelación, afinidad y equilibrio. Cuando el ser humano empieza a percibir las relaciones que hay entre los diferentes fenómenos de la vida, entonces está entendiendo, viviendo y disfrutando de las leyes tan justas y perfectas que rigen el cosmos. 

Todo lo que permanece y sale adelante es producto de un equilibrio entre sus partes, lo cual significa que los extremos están condenados de nacimiento a morir, o bien a integrarse en el justo camino del centro. Igualmente, para que el ser humano continúe cada vez más vivo y consciente de su sendero necesita ir descubriendo de continuo el punto de equilibrio entre sí mismo y lo que le rodea, y esta ecuanimidad sólo se alcanza en la plenitud del corazón, como centro gravitatorio que es de nuestro ser. Nada ni nadie se puede dormir en este proceso, pues lo que resulta un punto de equilibrio hoy, mañana seguramente puede estar dos o tres pasos más delante, que es lo que los chinos llaman "el lugar correcto".

Perder el amor es envolverse en lo mundano, lo egoísta, el aislamiento, la separación y, por tanto, es la pérdida de la gracia y del estado idílico de la conciencia.

 Cuando este chakra está excesivamente abierto, el riesgo es perder el fundamento y las bases, con lo que la persona se siente como volando y está literalmente "en las nubes". El equilibrio afina con la gracia, la delicadeza, la amabilidad y, cómo no, la paciencia, pues sólo si nos perpetuamos en esa búsqueda continua del equilibrio entonces nosotros mismos podremos colaborar al equilibrio del mundo.

Inclusive entre los seres que se aman en una pareja existe un punto de balance que no es fácil de lograr, y se podría decir que "el que se entrega por completo al otro no hace sino labrar una desgracia, pues es preciso buscar el equilibrio entre el amor y la individualidad, lo que significa sacrificar un poco de ambas cosas". El volumen de energía que circula a través de cualquier chakra puede ser prácticamente ilimitado, siempre y cuando se administre correctamente, pero no podemos olvidar que para recibir también hay que dar, y que para crecer también hay que invertir... El trabajo chákrico no consiste simplemente en realizar mantrams, mudras o meditaciones simbólicas para "recibir" energías. Llega un momento en que no recibimos nada más si no somos capaces de invertir, de experimentar y, en definitiva, de vivir...

¿Qué es la afinidad?. Es la palabra que usan los químicos para describir la tendencia de una sustancia a entrar en combinación con otra, lo cual ocurre debido a que la estructura atómica y, por tanto, el numero y disposición de los electrones y protones, resultan complementarios entre ambas. El resultado de la afinidad es un enlace. Cuando se combinan dos sustancias debido a la afinidad existente entre ellas, se forma un nexo que da lugar a un compuesto estable y diferente. Cada uno de esos elementos tenía algo que el otro necesitaba para alcanzar su balance perfecto. 

Existe una cierta relación entre los enlaces humanos y los de la química, pero los primeros son infinitamente más complejos. Nos sentimos atraídos hacia aquellas personas que nos inspiran una afinidad; quizás esa otra persona capte algo en nosotros que también le atrae, y así es posible que se produzca un enlace, el cual sería estable mientras dure ese sentimiento, pensamiento o interés de afinidad.

 Existe también una afinidad dentro del propio yo que viene a ser como una especie de aceptación incondicional de nosotros mismos, reconociéndonos como piedra bruta pero con todas las potencialidades internas. La afinidad es también una cualidad vibratoria, pues cuando nos encontramos "en afinidad" existe un estado de armonía y de coherencia en todo lo que decimos y hacemos; entonces, irradiamos amor porque hemos creado un centro coherente dentro de nosotros, el cual a su vez armoniza las circunstancias de alrededor.

 Al entrar de lleno en la experiencia del cuarto chakra, se descubre un aspecto trascendente del yo consistente en prescindir de nuestros límites, a veces autoimpuestos y, en consecuencia, posibilitar la fusión con una parte del mundo que nos rodea. La experiencia del amor como una fuente que en sí es inagotable significa la apertura jubilosa y abundante del cuarto chakra. El amor es una fuerza unificadora, que trasciende los límites y ahonda en el entendimiento de la interdependencia que hay entre los seres, con lo cual es una energía que perfecciona, enseña y nutre a la persona. El amor es la expansión y el equilibrio del aire, la aurora que asoma por el este, el espíritu de la paloma, el espíritu de la paz... y con él hallamos centro, núcleo y razón de vivir. El amor no es una cuestión de buscar conexiones, sino de comprender que ya estamos conectados mediante sutiles relaciones que abarcan todos los aspectos de la vida. Por encima de todo, el amor es el sentimiento profundo de afinidad espiritual, y la sensación de estar conmovido, elevado y exaltado por encima de los límites normales. Es la conexión con una profunda verdad fundamental que es común a toda vida y que en esencia todos compartimos. El convierte lo profano en sagrado para que lo reverenciemos, y si perdemos ese sentimiento de relación con todo lo que vive, entonces perdemos también el sentimiento de lo sagrado, con lo que dejamos de reverenciar y proteger a esa parte de nosotros que nos alimenta.

 También existe una relación entre la curación o sanación y el cuarto chakra, pues curarse es restablecer el equilibrio en un organismo psicofísico o, incluso, en una situación. Sanar es análogo a "devolver el estado de integridad", pues las enfermedades resultan de un desequilibrio que fracciona el cuerpo energético y que destruye las afinidades resonantes del yo con la naturaleza.

 Evidentemente, la apertura del cuarto chakra está relacionada con sentimientos de compasión, conexión y comprensión hacia quienes nos rodean, y eso naturalmente conduce al afán de curar.

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