TERCER NIVEL DE PODER:
TERCER CHAKRA: MANIPURA
(EL FUEGO). Parte I
Físicamente tiene relación con el plexo solar y con el páncreas endocrino. Se ubica a la altura de las últimas vértebras dorsales y debajo del diafragma.
Su planeta regente es Marte, el metal es el hierro y su elemento es el fuego. Los signos zodiacales afines son Aries y en segundo lugar Escorpio.
El tercer chakra es afín al número tres, el cual representa la superación o unificación de la dualidad; es decir, ante dos opciones opuestas hace acto de presencia la voluntad dinámica que rompe con la duda previa y que, por tanto, asume un riesgo al optar por una línea de acción específica. Por ello, la finalidad de este chakra es el fuego, símbolo de la transformación, en este caso mediante la decisión dinámica.
El segundo chakra representaba la polaridad del placer y de la felicidad, mientras que el primer chakra era el símbolo de la resistencia y la responsabilidad. Con el tercer chakra, superamos esa dualidad y emprendemos una acción deliberada y consciente. Este nivel de experiencia está conectado con la voluntad de hacer y representa la superación de la inercia, así como la chispa esencial que enciende las llamas de nuestro poder personal.
En cierta medida, el primer chakra representa la fuerza del rozamiento que retiene y refrena, mientras que el segundo chakra es la fuerza de la inercia, que representa la facilitación, la relajación y el dejarse llevar.
La misión del tercer chakra es la de superar la dualidad entre las dos fuerzas anteriores.
Imaginemos al golfista, que pone su voluntad en acción y da un golpe seco a la bola (rozamiento: primer chakra), y esto hace que se manifieste una fuerza activa con una trayectoria concreta, al superarse la inercia del reposo original de la bola (inercia: segundo chakra).
Pensemos ahora en el jugador de béisbol, que con su guante intercepta de manera cortante la bola que cruzaba volando el campo de juego, deteniéndola en seco. En este caso, es el rozamiento del guante (primer chakra) el que frena la inercia del movimiento de la pelota (segundo chakra), y todo ello debido a un acto consciente de voluntad del jugador.
En nuestra vida
personal, es la voluntad de acción (tercer chakra) la que vence la inercia de
los ciclos que se perpetúan a sí mismos, haciéndonos llegar a nuevos niveles de
transformación. Hay un punto en el cual una vez superada la inercia se comienza
a emitir energía con facilidad, y el tercer chakra entonces adopta una
velocidad de giro o de revoluciones adecuada. Es algo similar al acto de poner
en marcha un coche con el arranque, después de sucedido lo cual el motor
prosigue su ciclo con mayor facilidad.
El movimiento, conforme se hace más intenso y veloz, genera calor, y el calor, a su vez, facilita y estimula el movimiento, siempre que no se pase de un determinado nivel de temperatura, pues entonces se podría producir un sobrecalentamiento del proceso.
El tercer chakra nos insiste en que meditemos en nuestro concepto acerca del poder, el cual no hay por qué entenderlo siempre como dominación de uno sobre otro. Hay una interpretación más espiritual del poder al concebirlo como integración, es decir, como algo que brota de dentro y que induce a un individuo a la unidad y a la conexión con las fuerzas que le rodean. Al pensar en el poder deberíamos entenderlo más como un verbo que como un sustantivo; es decir, se trata más de generar y de crear que de poseer cosas.
El tercer chakra, ligado al plexo solar, es ardiente y aporta luz, calor y energía, representando nuestro "a Dios rogando y con el mazo dando".
Manipura significa "gema radiante", incandescente, que brilla como el Sol. El fuego es la chispa de la vida que enciende la voluntad y motiva a la acción. El poder del tercer chakra es poder de vida, de vitalidad y de conexión, ya que el fuego es un proceso de combinación y de combustión.
Hay un poder que está basado en la conciencia, la motivación, la luz, la calidez y los propósitos amplios. Sin embargo, no todas las manifestaciones del poder son luminosas, ni muchísimo menos.
Existe un poder gris o
grisáceo, el cual se quiere imponer a través del miedo, dominando a los otros
con esta herramienta psicológica. Lo curioso del caso es que aquellas personas
que blanden el miedo como arma de poder son en sí mismas personas cobardes y
temerosas, que se encierran en sí mismas y son incapaces de abrirse a la
energía de la vida, a la energía del Sol. Estos "hombres grises"
realmente "ni comen ni dejan comer". Son como una especie de cuerpo
frío que continuamente absorbe el calor del entorno pero que no genera fuerza
propia, y lo peor del caso es que luego comercian con esa fuerza vendiéndosela
a aquéllos a los cuales previamente se la han robado.
Para romper el ciclo
del miedo es necesaria una identificación de cada individuo con su yo, la cual
debe ser autoafirmativa y al mismo tiempo comprensiva. Hay que amarse a sí
mismo, concederse espacio para respirar, salir cada día de exploración y de
aventura, y permitirse el cometer errores como camino de aprendizaje, pues de
lo contrario faltará el aire y no podrá arder el fuego interno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario