CAPITULO XIV. PREGUNTAS Y RESPUESTAS.
La ley fundamental en
la Magia deriva de la conjunción armónica de las llamadas siete leyes
herméticas de Hermes Trimegisto, las cuales estudiaremos por orden.
En primer lugar encontramos
la ley de la Generación.
El acto mágico es
fundamentalmente un acto de carácter creativo. Significa participar, aunque sea
como una pequeña gota de agua, en el Cosmos.
Participar significa
crear y, por tanto, generar. De otra manera, seríamos sujetos pasivos en el
concierto del Universo. Obviamente, la capacidad que cada uno tiene para
generar con mayor o menor frecuencia vibratoria, depende de su fortalecimiento
interno y de su nivel de conciencia.
Por tanto, esta primera
ley hermética (Generación) es la que marca el inicio de un acto volitivo o de
la voluntad.
Por tanto, el
estudiante de Magia o el mago se colocan como sujetos activos. Ya luego veremos
que este acto de voluntad o esta primera proyección formulada por la voluntad
puede ser de carácter mental o inclusive espiritual.
La segunda ley
hermética estudiada de forma correlativa es la de la Vibración.
Desde el momento que se
pone en marcha el uno, es decir, un acto unitario que se genera (primera ley
hermética), ese primer acto está ya sometido, por el simple hecho de existir, a
la ley de la Vibración.
En función de ese
primer impulso (primera ley), es decir, en función de la calidad de ese primer
acto original, éste se manifiesta hacia el mundo de la realidad con un
determinado nivel de vibración.
Por tanto, no es lo
mismo gritar que recitar una poesía o que hacer un discurso de carácter
político.
Cada uno de estos actos
generados (primera ley) en función de la calidad del impulso primitivo, se
manifiesta con un determinado nivel de vibración (segunda ley).
Por tanto, cualquier
acto generado por el ser humano está indisolublemente ligado a su estado
vibratorio original. Por eso, quizás, se dice eso de que "lo que mal
empieza, mal acaba". Dicho de otra forma, la vibración o la calidad de un
acto generado depende del nivel del impulso primario original. A partir de ahí
se producen una serie de efectos en el plano de la realidad, que es puramente
vibratorio, y ya resulta bastante más difícil rectificar el curso de los
acontecimientos de ese acto generado.
La tercera ley por
orden correlativo sería la ley del Ritmo, que está ligada íntimamente a la ley
de Vibración, puesto que una vibración se produce con un determinado ritmo o
ciclo. Este ritmo puede ser más sutil o más estridente, más refinado o más
grosero, más acompasado o más torpe, y así sucesivamente.
Hay que tener en cuenta
que el acto primario (primera ley) para que tenga una continuación y produzca
unos efectos importantes en el plano de la realidad tiene que ser continuado. No
solamente es suficiente con entrar con mucho impulso a hacer la carrera de
arquitectura, sino que es fundamental el establecer un ritmo, una cadencia
precisa o lo que denominarían los militares, simplemente una disciplina. Por
tanto, una vibración de gran entusiasmo, si no es fortalecida mediante un ritmo
adecuado, llega un momento en que simplemente se difumina. Así, por ejemplo,
surgen infinidad de grupos musicales, multitud de empresas o cualquier otro
tipo de actividad humana, pero solamente unas pocas de éstas llegan realmente a
calar en el medio ambiente, y en buena parte, ello se debe a la necesidad de
comprender y practicar, hecho que implica, en consecuencia, a la ley del Ritmo.
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