Salvadores Parte II
SANAT KUMARA SALVA A LA TIERRA
Una vez que los rezagados llegaron a la Tierra, la humanidad
comenzó su tendencia hacia abajo. El vapor que subía de la tierra causado por
los rezagados se convirtió en un velo total, generado cuando la mayoría de los
seres humanos se sintonizó con pensamientos-forma de energía mal calificada, y
produjeron algunos de su propia cosecha. Esta tendencia hacia abajo continuó
hasta que la Tierra llegó a un punto tan bajo que se convirtió en una
preocupación para la Jerarquía de la galaxia.
La Ley Cósmica exige que todo planeta genere cierta cantidad
de Luz (energía armoniosa calificada constructivamente por sus habitantes) como
una condición para mantener su sitio en un sistema solar. Aproximadamente dos y
medio millones de años atrás, durante la Era de Mu (Edad Lemuriana), la Tierra
se quedó corta en los siguientes aspectos:
1.- No emitió la suficiente radiación constructiva.
2.- No contribuyó lo suficiente a la Música de la Galaxia,
la llamada “Música de las Esferas”.
3.- Su eje de rotación estaba torcido 45 grados. Si el grado
de inclinación hubiera aumentado, hubiera sido algo desastroso.
4.- Los Espíritus Guardianes no pueden permanecer
indefinidamente en un planeta. Deben regresar a sus propios planetas, su esfera
natural de actividad. Su trabajo debe ser asumido por las corrientes de vida
naturales de la Tierra. Esto no ha ocurrido. Las primeras tres Razas Raíces
ascendieron, pero de estos millones de corrientes de vida, ni un solo individuo
contribuyó en manera alguna a las razas sucesivas. Todos estos individuos
escogieron progresar en los Niveles Internos, escogiendo así no ayudar a los
habitantes de la Tierra.
5.- El hombre descendió al estado que conocemos como
“cavernícola”. Llegó a olvidarse hasta del conocimiento de cómo encender un
fuego sencillo. La era del dinosaurio prevaleció.
6.- La chispa en el corazón del individuo, la cual mantiene
su vida y ancla la “Presencia YO SOY”, se había encogido a un milímetro de
estatura.
7.- El Reino de la Naturaleza se rebeló, y rehusó poner de
manifiesto vegetación nueva para una humanidad tan llena de discordia, y tan
carente de apreciación por sus servicios.
Ante esta alarmante evolución de los eventos, Helios y Vesta
fueron convocados a un Concejo Cósmico. Al Concejo asistieron representantes de
la galaxia a la que pertenece la Tierra, así como también de otras. La
conferencia estaba presidida por Alfa y Omega, quienes eran los responsables de
nuestra galaxia.
Al llegar a este punto, Sanat Kumara, un Ser Ascendido
oriundo del planeta Venus y uno de Sus Regentes, sugirió que si un Ser
Ascendido con la Luz suficiente (energía calificada constructivamente) escogía
permanecer en la atmósfera de la Tierra y ofreciera Su Luz como un balance por
la cuota lumínica que escaseaba en la Tierra, el planeta podía salvarse. Dicho
Ser tendría que permanecer en la Tierra, hasta que apareciera un sucesor con
los méritos suficientes, y la Tierra volviera a emitir la Luz suficiente.
El Arcángel Rafael estuvo de acuerdo y pidió voluntarios.
Sanat Kumara indicó que Él estaba interesado, siempre y cuando su Llama Gemela,
Venus, el otro Co-Regente del planeta Venus, diera Su consentimiento.
Subsecuentemente, Venus estuvo de acuerdo, y esto liberó a Sanat Kumara para
seguir adelante con Su misión.
En los años 1950’s se les dijo a los Estudiantes que Sanat
Kumara había realizado antes misiones similares, cada vez regresando victorioso
a Su Hogar. En la Biblia, a Sanat Kumara, se le conoce como el “Anciano de los
Días”.
Preparación de Shamballa
Al regresar a su hogar planetario Venus, Sanat Kumara le
anunció a su gente la oferta que le había hecho al Concejo Cósmico. Inspirado
por su ejemplo de Amor altruista, treinta sacerdotes del planeta Venus se
ofrecieron para precederle y prepararle un sitio. Imprimieron en sus memorias
la Ciudad de Shamballa en Venus, la cual habría de servir como modelo para el
hogar de Sanat Kumara en la Tierra. Se despidieron de sus familias, de sus
hogares y de su planeta, y comparecieron ante los Señores del Karma de la
Tierra. Con inmensa gratitud, este gran Concejo aceptó la oferta de los
voluntarios.
A estos sacerdotes no se les dio ningún privilegio especial.
Estaban atados a las Leyes de la Tierra, incluyendo la rueda de nacimiento y
muerte, y era cuestión de que cada uno comprendiera que tenía que compartir el
destino de Sanant Kumara; a saber, que ninguno sería liberado en tanto no
llegara el momento que la propia Luz de la Tierra fuera lo suficientemente
fuerte para satisfacer la exigencia de la Ley Cósmica. No se les otorgó el
privilegio de conciencia consecutiva, y tuvieron que someterse a las “Bandas
del Olvido”, un acto de misericordia que se aplica a todas las corrientes de
vida no-ascendidas de la Tierra. De no ser por este acto de misericordia, la
humanidad sería perturbada sobremanera por la memoria de miles de
encarnaciones, las cuales, según los Maestros, sería demasiado para nosotros en
un momento dado. Por consiguiente, todo lo que quedó de la memoria de Venus fue
la impresión sobre sus cuerpos etéricos de la imagen de Shamballa, tal cual
existía en Venus, o los “soplos” de sus corazones. No Habría en la Tierra
Maestro alguno que les señalara el camino, ni tampoco se les daría ninguna
asistencia externa.
Cuando los sacerdotes se despertaron en cuerpos de infantes,
lucían idénticos a cualquier otro individuo de la Tierra en aquel entonces.
Nacieron de diferentes países, naciendo algunos en Norteamérica.
Después de llegar a la madurez, los anteriores sacerdotes de
Venus seguían los “soplos” de su corazón, haciendo que algunos dejaran a sus
familias. Una parte de los que vivían en el área conocida actualmente como
Estados Unidos, se juntaron cerca de lo que hoy día es la Ciudad de New York.
Tenían una cosa en común, una memoria interna de una ciudad brillante. Cruzaron
varios grandes mares y continentes. Algunos de los anteriores sacerdotes
finalmente se reunieron en tierra firme, cerca del Mar de Gobi, un gran cuerpo
de agua que hoy es el Desierto de Gobi. Muchos habían tenido un viaje agotador,
pero un ardiente deseo les iluminaba el camino y les permitía recordar su
propósito lo suficiente para encontrar a sus hermanos peregrinos.
Después de llegar a las costas del Mar de Gobi, los más
fuertes entre ellos trajeron adelante una visión de su propósito, la cual fue
confirmada en los corazones de los demás. De esta manera, comenzó la
preparación de lo que se conoce como “la construcción de Shamballa”.
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