4. ¿EN QUE CONSISTE LA
CONSCIENCIA O PREDISPOSICION (APERTURA) DEL MAGO?. Parte II
Podríamos decir que es
cuestión de ciencia divina, porque no se puede engañar a aquello que todo lo
ve. Hasta cierto punto, esto significa una ampliación hasta límites
considerables de lo que Freud llamaba el super-yo, que era como él definía a la
conciencia moral, entendiendo este concepto del ojo que todo lo ve.
No es cuestión de
portarse bien o de ser bueno simplemente, sino de entender que "en el
Universo no cae una sola hoja sin que el resto de él lo sepa".
Por tanto, considerar
el efecto trascendente de nuestros actos y realizaciones es algo que no crea
una especie de presión psicológica continua, pensando que pudiéramos recibir un
castigo en cualquier momento si no hacemos lo correcto, más bien sucede todo lo
contrario. El saber perfectamente que nuestros actos tienen una relevancia en
los planos sutiles, simplemente conduce a actuar con naturalidad, y a no
hacerse una idea del mundo anárquica, desbarajustada o simplemente casual.
Implica sencillamente entender, tal como sucede en el plano físico, que las
cosas están unidas por leyes precisas.
Recordemos lo que
sucede en las clásicas piñatas infantiles. A la persona en turno que va a dar
el número de golpes que tenga permitido se le vendan los ojos, y los demás le
hacen perder el sentido de la ubicación haciéndole girar sobre sí mismo. Luego
se puede tener una, dos o tres oportunidades para dar con el palo en el sitio
preciso a la piñata y obtener los regalos. Evidentemente, no se nos ocurre
pegarle al suelo, ni tampoco pegarnos a nosotros mismos. Siempre vamos a
apuntar hacia una altura en la cual visualizamos que se encuentra la piñata. En
cambio, si no tuviéramos la venda, iríamos directamente al grano y nuestras
posibilidades aumentarían enormemente.
Lo mismo ocurre con la
toma en consideración del ojo que todo lo ve, que significa quitarse la venda e
ir directamente al grano y a lo esencial de las situaciones, sabiendo valorar
cada momento presente en su justo término.
La autodisciplina
significa simplemente aplicar la ley del ritmo y la cadencia a nosotros mismos.
Esto no significa
reprimirse o renunciar al recreo y a la diversión, ni tampoco dejar de vivir,
tal como se usa la expresión coloquialmente.
La autodisciplina
implica establecer de forma racional momentos de descanso y recreo y, de esa
forma, recargar nuestras baterías.
Autodisciplinarse
significa tener en cuenta nuestra propia naturaleza humana, la cual tiene
evidentemente limitaciones impuestas en el nivel corporal. Pero también es
cierto que, tanto el cuerpo como la mente necesitan un ritmo y una cadencia
para irse formando a sí mismos. Si no existe ritmo en las actuaciones y en los
pensamientos, se genera la dispersión, y habiendo dispersión no obtenemos ni la
milésima parte de nuestras potencialidades personales.
Por tanto, no hay que
pensar que el desarrollo personal evolutivo se puede hacer simplemente de vez
en cuando, sino que es una filosofía, un concepto o una trascendencia de la
vida que se tiene que impregnar en todo el ser mismo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario