5. ¿COMO GENERAR LA CONEXION MAGICA?. Parte I
La pregunta se podría
formular de la siguiente manera: ¿cómo alcanzar un plano que es abstracto,
sutil y escurridizo, por no decir resbaladizo?.
El simbolismo universal
da las claves teóricas cara a diseñar los elementos de una ceremonia mágica.
Por ejemplo, las palabras de fuerza o mantrams, las posturas, los gestos, los
movimientos corporales, las formulas mágicas, etc., pero tal como habíamos
dicho, no es suficiente con invocar la formula para poder ejecutar el contenido
de esa fórmula.
Desde los albores de la
humanidad, nuestros antecesores realizaban pinturas ceremoniales en las cuevas
donde vivían, del tipo de las que se localizan en las famosas Cuevas de
Altamira.
Ahí, los guerreros danzaban
y verbalizaban sus palabras de fuerza cara a conseguir un fortalecimiento
interior previo a la caza. Estas ceremonias o rituales primitivos tenían
precisamente como fin el fortalecerse y mentalizarse ante una labor que de por
sí iba a ser bastante dificultosa y complicada, y siempre arriesgada,
evidentemente. Ahora, es claro que si nuestros antepasados se hubieran limitado
simplemente a realizar la ceremonia previa a la caza, muy probablemente,
nosotros no estaríamos aquí. Por tanto, la ligazón entre simbolismo o
ceremonial, por un lado, y lo que es en sí la realidad por el otro, son algo
totalmente inseparable. Este acto tan sencillo y primitivo que observamos en
las pinturas de estas cuevas, es algo que ha llegado hasta nuestros días con
diferentes denominaciones, tales como concienciación, control mental,
programación personal, etc. Todo lo que suponga una capacitación mental previa
a un acto práctico, facilita el desarrollo del éxito en dicho acontecimiento de
la vida real.
Nuestra mente es, hasta
cierto punto, como un gran acumulador de energía. Evidentemente, no se trata
solamente de acumular, sino de descargar o conducir esa energía hacia un punto
externo y determinado. De otra forma, se genera el famoso síndrome de muchos
estudiantes de esoterismo, de Astrología y ciencias afines, que se llenan o
cargan su cerebro excesivamente de teorías pero que luego no pasan a la
práctica, lo cual produce un colapso o como mínimo, un desviamiento dentro del
trabajo metafísico. Llega un momento, en este caso, en que la mente se coloca
fuera de los parámetros de la realidad y ello puede tener resultados bastantes
negativos para la propia vida de la persona, ya que ésta se encuentra desfasada
con respecto al ritmo o la cadencia de sus acontecimientos externos.
No debemos engañarnos
pensando que la realidad externa es simplemente la realidad externa, y que la
podemos considerar como algo ajeno a nosotros.
Esto es la propia
negación de la subjetividad humana, según la cual, cada uno percibe la realidad
de acuerdo a su propia estructura interna. Por tanto, la realidad tal como
nosotros la observamos, no es la realidad, sino que es esa fracción de la
realidad que nosotros somos capaces de percibir.
Ya el discípulo de
Freud, Carl Gustav Jung, habló acerca de esa misteriosa interacción entre el yo
subjetivo y los acontecimientos externos.
El pudo comprobar, a
través de sus investigaciones, que una vez que se produce un cambio
internamente, éste se manifiesta en un determinado lapso de tiempo, como una
consecuente transmutación en el ambiente externo. Y simultáneamente, una
transformación en el ambiente está también en relación con una reacción o nueva
actitud interior, o quizás no tan nueva.
Por tanto, la
preparación previa antes de realizar un acto -en este caso el Acto Mágico- no
es algo que sobre en absoluto, aunque evidentemente, tampoco debe dilatarse más
de la cuenta.
Nuestra mente es un
acumulador de energía y nosotros podemos irnos preparando y elevando nuestro
nivel vibratorio mental cara a la realización de un proyecto específico o de un
acto específico.
Una vez que percibamos
que hemos alcanzado el suficiente nivel de fuerza mental concreta, entonces
será el momento de realizar los movimientos físicos, realizar la verbalización
o fórmula adecuada, etc.
Por tanto, la pregunta
clave es la siguiente: ¿Es suficiente con invocar los símbolos para alcanzar
las fuerzas del plano que hemos dado en llamar cósmico-simbólico?. Se puede
decir que es condición necesaria pero no suficiente.
En cualquier caso, hay
que aclarar que a elegir entre los dos polos: el de la fuerza mental concreta
acumulada, y por otro lado, todo lo relativo a la invocación de los símbolos,
siempre hemos de quedarnos con el primer factor.
Esto significa que lo
que verdaderamente dictamina de antemano la efectividad de un Acto Mágico
simbólico no es la perfección simbólica ritual, sino la fuerza mental concreta
que se halla detrás de la puesta en práctica de los primeros. Dicho de otra
forma, si partimos de dos personas o de dos grupos de personas que realizan un
Acto Mágico con una forma exterior simbólica exactamente igual, lo que va a
diferenciar la efectividad de uno o de otro acto va a ser la preparación, la
capacitación, el proceso de maduración y la fuerza de voluntad que cada uno
ponga en el empeño.
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