• B.2.
FASE JUPITERIANA.
En la segunda fase la mente se expande a lo
más universal y ya no se trata tanto de pedir o solicitar la llegada de
conocimiento, sino de buen juicio, capacidad de valoración, y elevación en la
comprensión de los ideales.
Júpiter, como sabemos, está relacionado con el
mundo de la filosofía, la moral, y el alto vuelo mental. Toda persona tiene su
filosofía de la vida, la cual le guía y, en determinados aspectos, también le
puede limitar. El concepto de lo bueno y de lo malo, de lo correcto y de lo
incorrecto, o de lo justo y de lo injusto, se encuentra regido por Júpiter. Por
tanto, pedir la elevación del sentido de lo moral y de lo ético, en el más amplio
concepto de la palabra, está en relación directa con esta fase jupiteriana. Por
ejemplo:
"Oh Señor, te pido que me permitas ser
más justo en mis valoraciones, ser más comedido y equitativo en mis juicios
acerca de las personas y de las cosas, para elevar y perpetuar en el ideal. Oh
Señor, te lo pido..."
Este es un simple ejemplo, el cual puede
variar tanto como la imaginación y la inteligencia lo permitan. También hay que
tener en cuenta que en esta segunda fase del acto, considerando que Júpiter es
el patrón y el organizador, el oficiante se coloca como pequeño director de
orquesta de los elementos que va a poner en funcionamiento. Al respecto, otra
fórmula podría ser:
"Oh Señor, a tu disposición me pongo
para, con el máximo de sabiduría y de expansión mental posible, ser capaz de
administrar y de organizar aquellas fuerzas que en mis manos ahora
depositas"...
Este es un momento en el cual el oficiante y
también, por ley de causa y efecto los participantes, están siendo conscientes
de que en sus manos se coloca un determinado don.
• B.3.
FASE MARCIAL.
La siguiente fase se encuentra regida por
Marte. Este es un cambio importante, porque una vez que se ha tomado conciencia
del papel o misión a desarrollar con los elementos de que se dispone, empieza la
dinámica del ritual; y, muchas veces, el mundo espiritual necesita también
lucha, empuje y romper con barreras. Por tanto, Marte va a ser el que defina y
el que separe lo blanco de lo negro. Este es el momento del verdadero inicio
dinámico del acto y, como decimos, la oración ha de estar encaminada hacia la
rectitud de pensamiento y de actuación, así como a discriminar a un lado y a
otro de una línea definida lo que es positivo y lo que es negativo.
Tener las ideas claras, osar y arriesgarse, es
lo que se necesita en esta fase del acto. Por ejemplo:
"Oh Señor, necesito de tu fortaleza, de
tu energía y de tu valor para superar dudas, temores y confrontaciones. Dame
fuerza para poder alcanzar tu siguiente morada..."
Oh Señor, en mí está el propósito de la
rectitud pero necesito de tu apoyo para, con energía y con nobleza, superar
todos los obstáculos"...
Es otro ejemplo sencillo en el cual observamos
que en esta fase del acto es necesario pasar por un camino estrecho de forma
decidida, sin temores ni complejos. Es una invocación al estilo de Marte, pero
no como planeta de la agresividad, sino como planeta del conductor, del
pionero, y del que se mete primero que nadie en un terreno desconocido. Para
salir de la monotonía de la vida cotidiana y lograr que la mente se proyecte
hacia otro nivel, es necesario pasar desde Júpiter -que es el que tiene
definido el proyecto mental de lo que hay que hacer- a Marte, pasando a la
acción con energía.
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