7) Visualización de la Bodisatva Kuan-yin
Todavía sentada, se deja que la visualización de la
Bodisatva en la forma de mil ojos y mil brazos desaparezca de la conciencia
antes de realizar la siguiente visualización. Lo que sigue es la parte más
importante del rito yóguico.
Se intenta visualizar el puro vacío –nada, vacuidad–; al
cabo de poco esta vacuidad es reemplazada por el panorama de un calmo océano
iluminado por la luna llena situada cerca del horizonte. El mar es apacible,
con pequeñas olas de penacho blanco, el cielo es azulado negro, la blanca luna
brilla pero no deslumbra. La meditadora contempla la luna durante largo tiempo,
sintiéndose cada vez más tranquila y feliz. Luego la luna empieza a disminuir
de tamaño, haciéndose cada vez más brillante, hasta que se parece a una perla
-tan brillante que apenas se puede mirar. Al cabo de un rato, la perla se
expande hasta que se convierte en un nimbo radiante, en cuyo corazón se halla
una hermosa Dama vestida con una túnica y una capucha de color blanco
fulgurante; sus pies reposan en un loto que descansa sobre las olas. Todos los
detalles de su figura se ven claramente, pues su rostro y su silueta están
iluminados respectivamente por un halo y un nimbo de un blanco brillante;
incluso sus vestidos emiten luz. La meditadora ya no tiene consciencia de que
haya una gran extensión de mar que le separa de la Bodisatva Kuan-yin. De forma
misteriosa, ella ha avanzado hasta situarse a unos pocos pies de donde está
Aquélla. Su hermosa sonrisa y toda su expresión revelan la alegría que siente
en compañía de aquellos que la han evocado con el fin de hacer uso del poder de
la compasión. Si la meditadora permanece muy tranquila, murmurando tan sólo su
nombre una y otra vez, sin tratar de obligarla a permanecer, la Bodisatva puede
quedarse espontáneamente durante lo que parecerá un larguísimo tiempo. Al cabo
de un rato, sin embargo, toda su forma disminuirá hasta alcanzar el tamaño de
una mota de polvo y luego se desvanecerá junto con el cielo y el mar. Todo lo
que queda entonces es un espacio hermoso y resplandeciente que se extiende
interminablemente en todas direcciones. Esta visión del espacio durará largo
tiempo si, para entonces, la meditadora se ha olvidado lo bastante de sí misma
como para estar unida con Ella en una unidad sin sujeto ni objeto. En este punto
no debe haber ningún pensamiento sobre la meditadora y el espacio –sólo hay
espacio, no hay meditadora.
8) Conclusión
De pie, se recita el mantra:
Na-mo Ta-pei Kuan-Shih-Yin P’u-sa
3 veces, cada una acompañada de...
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