Siempre que te sientas solo, angustiado o enfermo, puedes
invocar a tu Ángel, él te va a ayudar y escuchar. Puedes invocarlo en casos de
peligro o para que te de valor al afrontar compromisos importantes o al
enfrentarte ante situaciones límite. También puedes llamarlo para alegrar y
proteger a tus hijos, para que te ayude a vencer cualquier sentimiento
negativo, o para liberarte de viejas estructuras, para reformarlas y para poner
una energía nueva y transformadora en tu trabajo y en tus relaciones. Siempre
tu Ángel guardián te asistirá.
¿Cómo hacerlo?
Una vez que logramos sentir la presencia de nuestro Ángel
Guardián, debemos aferrarnos a ese “sentimiento” y, en los momentos
difíciles, recordarlo y sentir que no estamos solos. Que cada situación
complicada, por la cual la vida nos pone a prueba, la atravesamos acompañados
por él.
La invocación se realiza a través de la visualización, que
es un verdadero acto mágico en la vida del ser humano, porque es posible “crear
mágicamente” utilizando nuestros poderes divinos con la asistencia de los
Ángeles.
El contacto con nuestro Ángel de la Guarda, tanto sea en
forma visible como en sentir su presencia, requiere de una o varias sesiones
invocatorias. Él nos hablará a través de nuestra voz interior, guiando nuestros
pasos, corrigiendo nuestras actitudes y sentimientos adversos hasta lograr el
equilibrio físico, mental y espiritual necesario para hacer posible su
aparición.
La repetición y el seguimiento de la llamada permanente y
diaria crea la voluntad continua de concentrarnos conscientemente en nuestra
evolución.
En todo aquello que llamamos prueba, pena o deber, créanme,
la mano de un Ángel está allí…
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