Para entender mejor la influencia de la energía en nosotros,
debemos remontarnos al menos 10.000 años de la historia humana. En esta época
nos encontramos con la más amplia literatura, más profunda y contundente que
habla del campo energético humano. En la Biblia hay muchas referencias sobre
él, citadas por Pablo de Tarso, quien le llama cuerpo de luz.
Este cuerpo de luz es un sinónimo del aura, que los griegos
llamaban psicosoma – psico, alma y soma, cuerpo, o alma del cuerpo. Está
completamente construido, alterado, influenciado por lo que piensa y siente. En
otras palabras, el aura es un campo de energía que proviene de cada persona,
está relacionada con cada uno exclusivamente, y avanza más allá de los límites
del cuerpo físico.
¿Quieres entender mejor cómo se comporta el aura? Actúa como
una bombilla, produce luz que alcanza extensiones y áreas más allá del espacio
delimitado por el bulbo de vidrio, es decir, su energía resulta en un brillo
que excede los límites.
Es como si nosotros los humanos fuéramos como una lámpara, y
nuestra energía, nuestra luz, que no se ve, pero se siente, se desborda de
nuestro cuerpo físico. Nuestra aura puede ser de aproximadamente 1 metro de
diámetro (esto puede variar más o menos).
Entonces, quien está a menos de 1 metro de distancia de mí,
en el frente, atrás, a la derecha o izquierda, está envuelto en mi aura, y yo
estoy también en el aura de la otra persona. Cuando estamos en un autobús, un
tren, un metro, o un avión, y todos estamos muy próximos entre sí, todos
estamos compartiendo algo de nuestra aura con los demás.
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