HILARION
La actividad vibratoria de las células cerebrales
determinará la receptividad de la conciencia externa a las directrices de la
Presencia "YO SOY" del individuo, de los Seres Ascendidos y,
finalmente, de la Presencia "YO SOY" Cósmica del universo. Acelerar la
actividad vibratoria de las células de los cuerpos internos y de carne es una
ciencia de por sí. Además de ciertos ejercicios de respiración, invocación de
luz y su subsecuente radiación a través del mundo y aura del individuo, se
requiere un estado de ARMONÍA SOSTENIDA y GRACIA. Esta armonía sostenida es un
poder natural que acelera la actividad vibratoria de los vehículos de los seres
no-ascendidos porque la armonía es la vibración natural del Reino del Cielo y
todos sus habitantes.
Por tanto, todas las prácticas, ejercicios e invocaciones
que temporalmente elevan la actividad vibratoria de la conciencia externa, NO
PUEDEN ser sostenidas permanente en tanto que la personalidad no se empeñe
CONSCIENTEMENTE en mantener la armonía y la paz en sus pensamientos,
sentimientos, palabras habladas, acciones, cuerpo y asuntos. Esta armonía y
esta paz permiten que las corrientes de la Presencia "YO SOY" y de
los Maestros Ascendidos fluyan en, a través y alrededor del individuo porque,
así como el agua busca su propio nivel, asimismo las corrientes de armonía y
paz buscan el nivel y complemento de sí mismos en la atmósfera baja en la que
la humanidad actualmente habita, así como también en la atmósfera que Nosotros
habitamos.
LAS PRIMERAS DOS EDADES DORADAS: EL JARDÍN DEL EDÉN
EL ADVENIMIENTO DEL HOMBRE A LA TIERRA
Después que Amarilis, la Diosa de la Primavera, completó su
tarea, la Llama Séptuple de los Elohim le señaló al mundo que la Tierra estaba
lista para ser habitada.
Fue el 21 de Marzo, y el principio del solsticio de primavera, cuando Helios y Vesta escogieron bajar a la encarnación la primera Sub-raza de la Primera Raza Raíz. El año no fue estipulado en términos igualmente claros; sin embargo, de la información suministrada por los Maestros es probable que este evento ocurrió hace aproximadamente cuatro y medio millones de años.
Además de los miembros de la Primera Raza-Raíz, también se encontraban presentes Helios y Vesta, miembros del Reino Angélico (incluyendo al Arcángel Miguel), los Directores de los Elementos tierra, agua y aire (a saber, Virgo, Neptuno y Aries), el MaháChohán, el Manú de la Primera Raza-Raíz y los Espíritus Guardianes. Entre estos últimos se encontraba Sanat Kumara, un Ser Ascendido de Venus y Zarathustra, un Ser oriundo del Sol Central, en representación del Elemento Fuego.
Se proyectó un gigantesco Rayo de Luz desde el sol, dándose inicio al majestuoso descenso a la Tierra. El Arcángel Miguel fue el primero en tocar la superficie de la Tierra, prometiendo dar asistencia a toda la humanidad hasta que la última corriente de vida lograra su Ascensión. Luego, el MaháChohán estableció la Llama del Espíritu Santo y la Llama del Confort.
El descenso ocurrió en las inmediaciones de las Montañas
Teton (Wyoming). Este Retiro de las Montañas Rocallosas es el más antiguo foco
de los Maestros Ascendidos sobre la Tierra. También se le llama “Templo de la
Precipitación”. Precipitación significa “avanzar”, y esto se refiere al
advenimiento del hombre a la Tierra. Desde allí, los hombres recién nacidos
fueron al Norte, al Sur, al Este y al Oeste, llevando la Luz de Dios a las
cuatro esquinas de la Tierra.
EL HOMBRE EN EL JARDIN DEL EDEN
Las dos primeras Edades Doradas y las tres Primeras Razas-Raíces fue un tiempo durante el cual no hubo imperfección alguna. La humanidad vivía en el Jardín del edén, significando “e-Don” obediencia a la Sabiduría Divina, la Actividad Omnisapiente de la Conciencia Divina. Durante este período, ninguna corriente de vida utilizó energía para crear una vibración discordante. La Tierra era tan armoniosa como el Cielo. Cada individuo era parte de una gran sinfonía, y se mantenía en completa obediencia a su Ser Crístico y a su “Presencia YO SOY”. Los cuerpos internos de cada uno vibraban en perfecta armonía. La atención de la humanidad descansaba sobre las cosas de arriba, no sobre las de la Tierra.
Podríamos preguntar ¿cómo era la apariencia del hombre en aquella época? Considerando que las vibraciones de sus vestiduras eran mucho más altas que las de la actualidad, el cuerpo físico del hombre en aquel tiempo era de menor densidad y podría compararse al actual cuerpo etérico, el cual es de una sustancia vaporosa. Por tanto, es poco probable que los miembros de las primeras tres Razas Raíces hayan dejado evidencia fosilizada.
Durante esta Edad Dorada, los cuerpos de los hombres eran luminosos. Hasta donde alcanzaban sus manos había un esplendor auto-luminoso visible a la visión externa de todos. El engaño era imposible debido a que el color del esplendor mostraba tanto los pensamientos como los sentimientos. La humanidad lucía como en la actualidad luce nuestro Ser Crístico. En vista de que los electrones brillaban a través de las vestiduras externas, no se requería de iluminación artificial alguna. No se conocía la noche y el día como los experimentamos hoy.
La Esfera Flamígera de pura Luz Blanca conformaba una armadura natural de protección, dejando por fuera ratas de vibración que no pertenecían a la Perfección de la “Presencia”.
Era ésta una época en que todos podían ver su propia “Presencia YO SOY” y caminaban y conversaban con los Ángeles y Seres Ascendidos. No había velo entre ellos.
Mediante el poder de pensamiento y sentimiento, los hombres diseñaban y precipitaban lo que necesitaban en el momento, tratárase de alimentos, vestiduras, refugio o bellos templos. Mediante el poder del sentimiento, el hombre energizaba los pensamientos-forma utilizando la Sustancia-Luz Universal. Todo lo que se manifestaba, era utilizado para el bienestar de todos. Cada hombre, mujer y niño se ocupaba de los asuntos del Padre. Todos estaban interesados únicamente en expandir las fronteras del Reino, fusionando en formas las Ideas Divinas que diariamente pasaban, a través del Cordón de Plata, desde la Presencia “YO SOY” de cada individuo a su conciencia externa. Cada corriente de vida era como una fuente, sacando nuevas ideas de la “Presencia”, fundiendo a su alrededor la sustancia elemental, la cual respondía instantáneamente a su llamado, ya que era un co-creador con Dios.
Tantas ideas magníficas se vertían en un día, que el ser externo no podía realizarlas todas. El ser externo escogía entonces las ideas que representaban la mayor bendición para el universo.
Todo lo que el hombre hacía en aquellas primeras Eras, lo hacía bien y en gran detalle. A menudo se pasaba muchas horas, meses o hasta toda una encarnación, esculpiendo una figura o tejiendo una alfombra.
Esos fueron días de gran felicidad y belleza, y sólo existía
la Perfección en todas las avenidas de la Vida. Se desconocían la “maldición de
Caín” ( v.g. trabajar con el sudor de la frente), la desintegración y la
muerte.
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