QUINTO NIVEL DE PODER:
LAS
FORMAS MENTALES Y EL AURA. Parte 2
El individuo, sin darse cuenta, dedica gran cantidad de esfuerzos durante su vida cotidiana a evitar que ese ciclo de formas de pensamiento se ponga en movimiento, porque le evoca unos sentimientos desagradables. Así, la persona trata de evitar las situaciones externas que sabe que pueden evocar dichos sentimientos, pero el resultado de este truco no es del todo satisfactorio, ya que con ese miedo está realmente ayudando a recargar esas formas mentales. Este intento de separación entre el yo y esa realidad latente promueve miedo y victimismo, los cuales poseen como mejor aliado la percepción que la persona tiene de que no es capaz del cambio. Así, el bloqueo nos separa de forma efectiva, como un muro, de aquella parte de nuestra experiencia que queremos perder de vista, al menos temporalmente.
En realidad, es como levantar una tapia para separar una parte de nosotros mismos de nuestra propia conciencia. El efecto de estos bloques o bloqueos, cuando se contemplan desde el punto de vista del aura, es alterar un flujo saludable de energía que recorre el campo aural, lo que puede desembocar en la enfermedad. Así, se convierte en lo que se ha dado en llamar "sustancia psíquica estancada", que son como "manchas" de energía psíquica que se separan del resto de nosotros pero que se mantienen dentro de nuestra órbita. Esa pared sirve para contener una parte generada por el yo la cual no se desea integrar al propio ser. Con el tiempo, la pared se convierte en muro, y la persona se olvida de que lo que ha tapiado es una parte de sí misma, creando más olvidos.
Durante el proceso terapéutico, por el contrario, la forma mental se va conectando cada vez más con el resto de la personalidad a medida que pasa el tiempo y se desarrolla el trabajo; los aspectos negativos se transforman en funciones positivas y se integran con el aura "normal" de la persona, adoptando colores claros y brillantes que no poseen forma definida.
En síntesis, el aura es el medio a través del cual nuestros impulsos creativos superiores se precipitan, partiendo de nuestra realidad más elevada, hacia los dominios de la realidad física. Igualmente, podemos utilizar el campo aural para enviar a nuestra conciencia de vuelta hacia arriba, a través de sus varios niveles, un mensaje determinado. Así, la alimentación y determinadas prácticas físicas pueden generar por repercusión vibratoria sucesiva una mayor apertura de conciencia de los niveles superiores. Nuestra Chispa Divina posee una sabiduría suprema, por lo que podemos usarla para que nos guíe en nuestra vida cotidiana, crecimiento y desarrollo, lo cual sería hacer más consciente y voluntaria la transmisión de energías desde los niveles superiores hacia los inferiores. En cierto modo, cada capa o envoltura del aura es un mundo en sí mismo, y estos mundos se encuentran interconectados existiendo dentro del mismo espacio.
La creación de algo a nivel humano se inicia cuando desde las capas superiores del aura se transmite un concepto, una convicción o una creencia y se hace descender ésta hacia los niveles de realidad más densos, haciendo que se cristalice en la realidad física.
Por tanto, el proceso de manifestación se produce en consonancia y sintonía con nuestras creencias, valores morales, visualizaciones y superesquemas mentales. De esta forma, podemos entender que la salud se mantiene cuando la fuerza creativa que procede de la realidad espiritual humana se genera y se encauza de acuerdo con la ley cósmica.
Así, cuando nuestro séptimo nivel aural se coloca en línea con la realidad espiritual superior, entonces se produce una sintonía con el conocimiento divino. Se trata de ser uno con el Creador, pero al mismo tiempo sintiendo fuertemente la individualidad propia. Si esto ocurre así en el nivel del séptimo chakra, a continuación se genera un sentimiento de amor universal y de comprensión psíquica de las cosas, pues la energía desciende hacia el nivel del sexto chakra. Posteriormente, según la ley de la resonancia simpática, la vibración sigue descendiendo y alcanza al quinto chakra, según el cual se producirá una mayor creatividad y claridad en las ideas lo cual se manifestará, entre otras cosas, en un buen nivel de comunicación de la persona con su entorno, y sin distorsiones.
Siguiendo con el proceso descendente de manifestación, al llegar al cuarto chakra se genera la sensación de equilibrio y balance interno, lo cual conlleva un estado tranquilo y confortable con el yo mismo. Así, el proceso sigue hasta alcanzar el tercer chakra (las acciones), el segundo nivel (los sentimientos), y el primer nivel (las necesidades físicas). Este es el momento en el cual el flujo ha alcanzado al cuerpo etéreo o contraparte energética de nuestro cuerpo físico, el cual responde con un estado de armonía natural. El resultado es la aparición de agradables sensaciones corporales que promueven la metabolización natural de la energía proveniente del C.E.U. Esta energía es necesaria para nutrir el cuerpo etéreo y para mantener su estructura y su funcionamiento, los cuales se basan en el equilibrio entre las energías Yang y Yinn etéricas. Mediante este equilibrio, la persona desarrolla una mayor sensibilidad natural hacia su cuerpo, lo cual implica mayor conciencia de las sensaciones corpóreas, lo que seguramente inducirá a este sujeto a seguir un sistema dietético adecuado y determinadas prácticas de ejercicios corporales, pues sabe que éstos le ayudan a mantener el estado de equilibrio corporal.
En síntesis, el estudio sincrónico del aura y, especialmente, de la resonancia entre los diferentes niveles aurales, nos conduce a la conclusión de que las emanaciones de la conciencia, los actos de voluntad y los sistemas de creencias poseen una relación directa con la salud física y, cómo no, con la salud total. Un adecuado trabajo en los niveles superiores del aura repercute directamente y a corto plazo en los niveles químico y físico corporales, los cuales trabajan entonces de manera equilibrada funcionando con normalidad y perpetuando la salud física; por tanto, se mantiene la salud, con lo que podemos afirmar que "la salud atrae más salud".
En el sistema enfermo funciona el mismo proceso descendente mas, no obstante, después de que la fuerza causal primaria sale de los estratos humanos superiores, se deforma y actúa entonces contra la ley universal. La causa de esta distorsión hay que buscarla en la calidad del impulso original en el nivel espiritual y en la conciencia. A este respecto, hay que aclarar que el hecho de hablar de "nivel espiritual" no significa que todo lo que existe en ese plano sea espiritual en el sentido de elevado y armónico; más bien, al contrario, en los planos superiores de la naturaleza y, por tanto, del ser humano, también existen energías enormemente desarmónicas, y por ende la dualidad universal se manifiesta igualmente en estos planos de la realidad.
Es decir, hay personas que espiritualmente son obscuras, absorbentes, temerarias, fanáticas, soberbias, absolutistas, negadoras, superficiales, o un largo etcétera. Es decir, el nivel espiritual es un sustantivo, pero no un adjetivo o, dicho de otra forma, lo espiritual es un plano o un escenario en el que se producen cosas, pero las escenas que tienen cabida en él pueden ir perfectamente de un extremo a otro de la escala, es decir, desde lo más elevado hasta lo más inferior.
Esto es lógico, pues los planos de la naturaleza se interpenetran, e inclusive en actos tan viles como un crimen o la guerra, también se están moviendo energías de un carácter desarmónico y violento en los planos espirituales (nivel volitivo o de la voluntad).
Es bien sabido que existen Magos Blancos y magos negros, los cuales muchas veces se enfrentan en los dominios espirituales elevados, donde también existe una polaridad u oposición de fuerzas. Continuando con el tema central, tan pronto como el impulso creativo primario se distorsiona en su camino hacia las capas de mayor densidad de los cuerpos aurales, su deformación continúa a medida que es transmitido hacia niveles sucesivos. Hay clarividentes que han observado distorsiones primarias a la altura de la séptima capa del aura, con la forma de lágrimas o líneas de luz enredadas. Estas "deformaciones espirituales" siempre guardan relación con los sistemas de creencias adquiridos en esta vida o en otras, y son por tanto de carácter kármico. Hay quien considera al karma simplemente como una referencia o patrón vital, moral o de conciencia basado en los sistemas de creencias que ha arrastrado la persona de una vida a la siguiente, hasta que éstos se van despejando sucesivamente y logran realinearse con la realidad superior. La deformidad de la séptima capa o envoltura está, como hemos dicho, relacionada con una distorsión en el sistema de creencias. Un ejemplo podría ser "soy superior a los otros". Esta distorsión en el séptimo nivel afecta también al sexto estrato bloqueando y desfigurando la visión y la imaginación correspondiente al sexto chakra, y así sucesivamente en sentido descendente. De ese modo, las energías desequilibradas de los cuerpos superiores del sistema afectado, se van transmitiendo progresivamente en descenso hacia los cuerpos inferiores, hasta provocar la enfermedad en el cuerpo físico.
Cuando se llega a este punto, la sensibilidad del sistema enfermo a las sensaciones corporales también se ha reducido, lo que puede llevar por ejemplo a la adopción de una dieta inadecuada y, por tanto, ello generará un círculo negativo de retroalimentación de energías que aún desequilibrará más el sistema.
Según los clarividentes, en las capas del campo aural que poseen número par (2, 4 y 6) la enfermedad adopta la forma de bloques energéticos, los cuales pueden estar infracargados, sobrecargados o con energía obscura que obstruye el chakra. En cambio, en las capas estructuradas del campo, que son las impares (1, 3, 5 y 7), la enfermedad adopta la forma de desfiguración, alteración o enmarañamiento, aunque también pueden aparecer orificios en la estructura reticular. Los chakras, a la vista de los clarividentes parecen torbellinos de energía formados por un cierto número de conos espirales de energía más pequeños.
En un sistema sano, dichas espirales giran rítmicamente de manera sincronizada con las demás, metabolizando y filtrando la energía del C.E.U. Cada cono está conectado a una frecuencia específica que necesita el cuerpo para funcionar saludablemente. Sin embargo, en un sistema enfermo estos torbellinos no trabajan de manera acompasada, y los conos energéticos espirales que los forman pueden ser rápidos o lentos, espasmódicos o ladeados; e incluso pueden llegar a estar desplomados o desencajados de su lugar natural. El dolor es el mecanismo natural que nos alerta para que corrijamos alguna de estas situaciones.
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