Religión",
mezclando los conceptos asiáticos sobre la dualidad de la naturaleza (como en
los conceptos chinos de Ying y Yang), karma y el tema del culto lunar, con el
que ya nos familiarizó la Aradia. Este celo religioso indica hasta qué punto
los grupos rituales de hoy son los herederos naturales de las sociedades
secretas moralizantes de una era anterior.
¿Es una
experiencia religiosa compatible con la más familiar tradición judeo-cristiana?
Anton LaVey se mofaba de los que aceptaban la "Antigua Religión", por
carecer del valor de verse a sí mismos como auténticos anticristianos, pero sus
propias opiniones se apoyan en una presentación bastante parcial del
cristianismo. Según Gerald Gardner no había ningún problema en que una persona
fuera cristiana, aunque heterodoxa, y bruja, y no sé de ningún grupo ritual de
su tradición que exija la renuncia explícita del cristianismo que formaba parte
de la leyenda medieval. Estos conceptos pueden trastornar un tanto a muchos
cristianos fundamentalistas, pero es un punto de vista muy extendido entre los
propios brujos.
En el primer
capítulo, dije que los jóvenes que han aceptado la idea de la brujería como
parte de la contracultura no han dado generalmente a sus prácticas ningún cariz
religioso. Muchos están dispuestos a seguir a Anton LaVey y Philips Bonewits
(autor de Magia Real) en su concepción totalmente materialista de la magia.
Pero, en mi opinión,eso no ha impedido que el regreso de la magia sea un
fenómeno religioso. Es posible que la brujería no sea siempre en sí misma un
completo sistema de creencias, pero es algo que funciona en ausencia de otras
creencias para satisfacer una necesidad específicamente religiosa, la necesidad
de encontrar un significado a la persona que trascienda de los límites de la
experiencia ordinaria y conseguir un tipo de experiencia en que se confirme la
realidad de esta trascendencia.
Las necesidades
religiosas no son igualmente fuertes en todas las personas o en todos los
ambientes culturales. Se dan en sus formas más sorprendentes cuando flaquean
otras fuerzas institucionales. Los primeros grupos rituales de la década de
1950 coincidieron con un teatral aumento del atractivo de la iglesia, después
del caos de la Segunda Guerra Mundial y de las tensiones de la Guerra Fría. En
ambos períodos, los hombres miraban hacia dentro y la religión y la magia
ganaron a un tiempo numerosos adeptos. El ocultismo disfrazado de la
contracultura, nacida de la reacción contra Vietnam, tuvo gran aceptación en la
imaginación pública, al mismo tiempo que comenzaba a cobrar forma un fuerte y
nuevo fundamentalismo, con los que se autotitulaban Pueblo de Jesús.
Como historiador
tengo que señalar que la leyenda de la "Antigua Religión", aunque haya
sido bellamente presentada, sigue siendo una adición muy reciente al flujo
central del ocultismo occidental. Sin embargo, y para los brujos más serios,
Wicca satisface una necesidad real, y a ellos solos compite juzgar la validez
de la experiencia religiosa que extraen de ella.
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