Las malvadas
damas del hermano Heinirch :
Hoy Tanya puede decir
de sí misma que es una bruja, pero hace tres siglos una afirmación semejante en
el mundo cristiano le hubiese proporcionado una invitación a aparecer ante los
magistrados locales, que podía implicar tortura e incluso la muerte por haber
cometido el más horrendo crimen que podía concebir la mente medieval.
Claro que esto no
ha sido así ni siempre, ni en todas partes. En la Rusia de sus antepasados, por
ejemplo, no se han producido nunca esas enormes persecuciones de la brujería
que caracterizaron a la Europa Occidental, por la sencilla razón de que Rusia
no había superado aún los pro-gromos que en Europa habían precedido a las
masacres de los que eran acusados de brujería.
La abuela de
Tanya nos contó en una ocasión el modo como habían sido asesinadas casi todas
las personas de su pueblo, en un pogromo que se ' produjo cuando ella era una
niña muy pequeña. No era necesario buscar a los que traficaban con el Diablo,
cuando quedaban a mano los judíos para absorber las agresiones provocadas por
un ambiente hostil y poco dócil. Y recordando el horror del período de mi
crianza, Europa se mostró bien dispuesta a recurrir de nuevo al pogromo, cuando
volvió a ser necesario procurarse víctimas para los oscuros dioses del éxito
material.
El hecho de que
Tanya sea bruja y judía es una simple coincidencia. Lo irónico es que si
viviéramos todavía bajo las leyes medievales, Tanya sería probablemente
absuelta de la acusación de brujería porque no es una cristiana bautizada y no
puede ser, por tanto, una apóstata, como se supone que es toda bruja por
definición. Sin embargo, su conocimiento del mundo de la magia, tanto en
creencias como en prácticas, la condenaría por las leyes que prohibían la
hechicería, y aún podría 77preguntársele, bajo tortura, cuanto supiera sobre
los renegados cristianos que acudían a los "aquelarres" y las
"sinagogas" de los brujos. En algunas regiones, aunque la dejaran
graciosamente en libertad, por tratarse de su primer delito, podría ser
obligada a llevar un tocado, conocido como "sombrero de judía", como
muestra de su desgracia pública.
Aunque los
tratados modernos sobre brujería encuentran unos románticos orígenes al término
"sabbat" (aquelarre), que lo diferencia del judío "sabbath"
(sábado judío), hasta un superficial conocimiento de las fuentes medievales
indica que un crudo antisemitismo impuso esta costumbre. Por ejemplo, a las
agrupaciones de brujos se les llamaba frecuentemente "sinagogas"; el
término "coven" (1) no aparece en la literatura de los juicios, hasta
ser empleado en Escocia a finales del siglo xvii. La jefe de las cabalgatas de
brujas, en las regiones y períodos en que este concepto era fundamental en la
imagen de una bruja, no es ((1) En inglés, reunión ritual de trece brujos. (N.
de la T.)) con frecuencia otra que Herodias, la escandalosa reina ju-día que
logró que su hija pidiera la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.
En los peores
períodos del pánico de la brujería de los siglos xvi y xvii, los brujos fueron
frecuentemente acusados de las mismas actividades antisociales (envenenamiento
de pozos, asesinato de niños) que antes se les atribuyera a los judíos. Y,
finalmente, como los judíos, al brujo no se le condena por lo que hace sino por
lo que es... el que se ha vuelto contra Cristo.
La implícita
asociación del judaísmo con la brujería es, a mi entender, la clave para la
comprensión de la leyenda medieval de la bruja, que dio finalmente lugar a
fantasías como la Aradia y las reconstrucciones celtas de Margaret Murray y
Gerald Gardner. Eso también explica por qué en un país como España se
produjeron pocas persecuciones y no hubo ninguna histeria, mientras Europa
Occidental se convulsionaba en su totalidad en el temor a los brujos.
La iglesia
española estaba demasiado ocupada con los moriscos, los judíos y los musulmanes,
que se habían convertido sólo nominalmente al catolicismo, después de un edicto
de Fernando e Isabel por el que se exigía el exilio de los no cristianos. En
Italia, otro país en el que no llegó a explotar la locura de los brujos,
bastaba con el miedo a los protestantes. (Esta asociación, como veremos más
adelante, es también la clave para la comprensión de la tradición del
ce-remonial mágico, presente en toda discusión sobre brujería, tanto en la Edad
Media como en los tiempos modernos.)
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