viernes, 18 de abril de 2025

HISTORIA DE LA BRUJERIA Y WICCA PARTE XII

 


Esta tradición oral pudo comenzar cuando un brujo solitario le traspasó sus conocimientos a otro ; las reglas de las agrupaciones pueden haberse ido desarrollando de modo gradual, al dar por sentado esos brujos que se suponía ideal-mente que debían reunirse en grupos. Una forma u otra del Libro de las Sombras debe haber precedido a todos los grupos rituales de la historia. Pero quizá no haya nunca la manera de saber con seguridad cuál es la verdadera historia de esos grupos modernos, y yo me limito a apuntar esto como mi propia explicación a estas cuestiones.

 

Ninguna discusión sobre la brujería contemporánea está completa sin hacer referencia al pretendido satanismo de Anton LaVey, que considera a todas las religiones tradicionales fraudulentas y psicológicamente destructivas. Antiguo ocultista, que había tenido profesiones tan variadas como domador de leones y fotógrafo de la policía, LaVey convirtió en 1966 un grupo que se reunía para discutir sobre ocultismo en la Primera Iglesia de Satán. Su casa de San Francisco se transformó en el centro en que se celebraban Misas Negras, a las que se daba gran publicidad, y en lasque se hallaban todos los aditamentos necesarios: una mujer desnuda como altar, teatrales invocaciones al diablo y el consejo de practicar los "siete pecados mortales".

 

LaVey, cuyo sentido de la teatralidad excede incluso al de Alex Sanders, ha demostrado ser un maestro de la fantasía ocultista, en el más puro estilo de Aleister Crowley. La Biblia Satánica, uno de los diversos libros que ha escrito, expresa una filosofía coherente en la que el Diablo aparece como el símbolo de todos los deseos humanos reprimidos por el cristianismo ortodoxo. El culto al Diablo en la Iglesia Satánica intenta satisfacer una necesidad humana de ritos, al tiempo que permite una expresión terapéutica de la sensualidad y las hostilidades que son parte de la condición humana. La concepción de LaVey de la brujería como conjunto de técnicas para enfocar unas capacidades para-normales latentes puede que no sea otra cosa que una pues-ta al día de la "Magick" de Aleister Crowley renovada, pero no ha dejado de irritar a otros brujos de culto.

 

La cuestión de si la brujería debe considerarse una religión se planteó poco después de la muerte por cáncer de la querida abuela de Tanya. ]Ésta había comenzado a tener un sueño repetido, que daba gran énfasis a un sentimiento de pérdida, que es el punto central de la mayor parte de las concepciones teológicas del infierno. En el sueño, la pérdida se producía por su negativa a adoptar ninguna creencia religiosa. Según su psiquiatra, al que había acudido esporádicamente desde la infancia, por cuestiones de terapia, el sueño significaba que Tanya no se había enfrentado aún a la dimensión específicamente religiosa de la mortalidad humana. Sorprendida y entristecida por la muerte de su abuela, no podía encontrarle ningún significado.

 

El doctor preguntó cómo era posible que Tanya dijera de sí misma que era una bruja y no se identificara con algún tipo de experiencia religiosa. Ella insistió en su ateísmo y el psiquiatra señaló con idéntica resolución la evidencia de la preocupación religiosa que brotaba de su subconsciente. Finalmente, tuvo que admitir que creía en Dios y que la perspectiva de su magia adquiría una nueva cualidad a causa de esta creencia.

 

Es difícil, si no imposible, trazar una línea entre las esferas de la magia y de la religión. Ambas se refieren al mundo en términos que van más allá de los estrechos límites de lo que hoy consideramos una naciente concienciación, la distinción existente entre un descubrimiento de trascendencia a la que el hombre responde con culto y el reconocimiento de una armonía, con la que intenta sincronizar a través de sus símbolos.

 

Desde esta perspectiva, es comprensible que la magia deba emplear continuamente un marco religioso para sus prácticas y que la religión deba darse mayor realce adoptando las vestiduras de la magia.

 

Tanya, que se ha descubierto por fin cierto sentimiento religioso, comparte en este aspecto la posición de las brujas de culto, que desde los días de Gerald Gardner han proclamado que sus ritos tienen una perspectiva intrínsecamente religiosa. Es posible que la que ha llegado más lejos en esta dirección haya sido Sybil Leek; en El Arte Completo de la Brujería llega a desarrollar una teología para la "Antigua

 

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