CAPITULO XII. LA MAGIA PERSONAL PLANETARIA
La Magia planetaria ha sido parte fundamental
de las ceremonias de todas las grandes civilizaciones de la antigüedad, desde
los Mayas, los Caldeos, los Egipcios y llegando hasta los cultos de las
civilizaciones antiguas de la India y del Tíbet. Lo único que varía en cada una
de estas religiones o "ciencias de lo divino" es el nombre que se da
a los diferentes planetas y constelaciones.
Por tanto, se puede decir que la estructura
astrológica o planetaria se encuentra en los cimientos de las diferentes
ceremonias desarrolladas en las citadas civilizaciones. A nosotros nos han
llegado fundamentalmente las denominaciones provenientes de la Magia y
Cosmología griega, por el hecho tan conocido de que la cultura griega fue posteriormente
recogida y adaptada por el imperio romano y, de ahí, pasó a todos los pueblos y
países que estuvieron bajo la dominación o influencia de Roma.
La Magia más poderosa reside precisamente en
lo que podemos llamar el "aspecto ceremonial del universo".
Supongamos que entra usted a un gran salón de
baile de los que todavía hoy en día existen en Viena, en los cuales los
afortunados asistentes tienen la oportunidad de bailar valses con el mismo
ambiente que se vivía en la época de oro del vals, con los hermanos Strauss.
Visualice ahora en su mente que la música del vals son los ritmos codificados
del universo, y que la orquesta es ni más ni menos que un medio a través del
cual la Divinidad o la Mente Cósmica Universal transmite tales ritmos o mensajes
hacia todo el universo visible, que en nuestro ejemplo es el gran salón de
baile.
Supongamos que entra una pareja en el salón de
baile y que empieza a acompasar sus movimientos de manera perfecta con la
música que está resonando. Esta pareja cada vez se va encontrando en un estado
interno de mayor relajación, creatividad, identificación y fortaleza, pues el
propio ritmo de la música del vals hace que sus biorritmos internos vibren y
afinen con esa melodía divina que proviene en realidad de muy alto. La pareja
continúa haciendo giros y pasos de danza, y su compenetración con la música
universal es tal que ellos durante ese lapso de tiempo se encuentran en total
sintonía con la música celestial.
Así, al afinar los ritmos, los movimientos,
los gestos y las intenciones con la música y melodía celestial, el ser humano
casi sin darse cuenta comienza a estar favorecido por las potencias naturales.
Cuando las entidades sutiles (ángeles, arcángeles, serafines...) se convencen
de que la pareja es perfectamente sincera de propósitos y que su preparación
para el vals cósmico es suficientemente alta, entonces les van permitiendo a
ellos penetrar más y más en los secretos de lo desconocido y, simultáneamente,
estas personas van a adquirir una fuerza interior suficiente como para ser
agentes activos dentro del gran vals universal.
Esto que hemos expresado de una manera un
tanto alegórica quedó también plasmado en el enfoque iniciático de la Magia
Griega, simbolizada fundamentalmente por el culto al Héroe.
¿Qué es un héroe?. Es un mortal que, buscando
su divinidad, se somete a una serie de iniciaciones personales que los poetas
de la época expresaron en forma de hazañas mitológicas. Los desafíos a los
cuales el héroe se suele oponer toman en la vida real una forma muy terrenal,
pues él realmente se va a enfrentar a la propia naturaleza humana, y ello a
pesar de las abundantes escenas de bestias fabulosas y de fenómenos imponentes
de la naturaleza, además de alguna que otra ayuda oportuna de un dios afín en
el Olimpo. Pero, en realidad, tales epopeyas mitológicas desde el punto de
vista oculto son sólo simbólicas y ellas representan simplemente las pruebas
del alma humana aspirante.
Esta búsqueda conduce al héroe a un universo
que hay más allá de la experiencia y la vida terrenales, pero sin perder de
vista en ningún momento que son esas vivencias de la realidad las que le sirven
de trampolín o Iniciación para penetrar en los mundos trascendentes.
Resulta curioso que un pueblo tan lógico y
científico como los griegos usara tan abundantemente la mitología para explicar
ese tránsito del alma humana. En realidad, cuando se profundiza un poco en la
mitología nos damos cuenta de que su soporte es fundamentalmente artístico,
simbólico, psicológico e inclusive filosófico. Así, la mitología se convierte
en una bella expresión de los viajes mentales realizados por aquellos heroicos
Iniciados que, partiendo de un origen terrestre, iniciaron el camino para
conquistar el Monte Olimpo, obteniendo así el derecho a gozar de la compañía de
los dioses.
El Camino Griego o Heroico es el de la
individualidad, aunque con un poco de ayuda de un tutor o guía de los
"planos interiores". Era una Iniciación que, aunque pudiera también
basarse en las enseñanzas de alguna escuela, como por ejemplo las escuelas
pitagóricas, en general se sustentaba en las propias fuerzas del individuo.
Así, en la cultura griega clásica existían los Templos y las escuelas como
forma de veneración grupal pero, en última instancia, el Héroe aspirante se
encontraba solo para hacer frente a la marea extraordinaria de
"monstruos", "hados" y traicioneros seres humanos, además
de tener que enfrentarse a su propia debilidad y defectos espirituales, si es
que quería alcanzar la tan ansiada meta.
Esto, sin duda, si lo vemos hoy resulta una
tarea un tanto formidable, sobre todo porque lo juzgamos en cierto grado
utópico e idealista de entrada, pues por lo general la mayor parte de nuestro
tiempo está dedicado a responsabilidades de carácter cotidiano. Sin embargo,
cualquiera tiene a su alcance las posibilidades y la fuerza para vivir hazañas
similares, y la Ley de la Correspondencia nos demuestra que las armas de las
que dispone el Héroe o candidato a aspirante, el cual puede ser usted, son
poderosas. En principio, lo que se necesita es prestar el debido respeto a la
deidad tutelar, que pudieran ser una o varias, y que en el verdadero sentido
oculto de la palabra representan ni más ni menos que las leyes cósmicas.
Además, el aspirante al Olimpo, si demuestra las bondades de su alma, podrá
superar su dependencia mortal, dominará su ego y recibirá un merecido
espaldarazo "desde arriba".
Tampoco hay que olvidar que el camino del
Héroe o de la Heroína puede parecer aparentemente más fácil de entrada, pero en
realidad la carga de responsabilidad individual es proporcionalmente mayor.
En síntesis, la mitología nos da la soberana
enseñanza de que las fuerzas de la naturaleza se presentan en la realidad de
manera organizada. A nosotros los seres humanos, que tanto nos cuesta imaginar
o visualizar lo metafísico, los símbolos mitológicos nos son de una gran
utilidad para entender el funcionamiento de los planos superiores. En ningún
caso se trata de un sistema religioso de carácter fetichista, ni de hacer
idolatría a las estatuas griegas o romanas. El verdadero sentido es comprender
a través de los símbolos arquetípicos mitológicos que en nuestra realidad de
todos los días se producen infinidad de acontecimientos trascendentes. Así,
basándonos en el principio de que "muchas moradas hay en la casa de mi
Padre" o de que "existen muchos mundos dentro de este mundo",
como seres humanos podemos en un determinado momento dar un paso hacia
adelante, pasar por entre las dos columnas del Templo y encontrarnos frente a
otro paisaje. Este quizás sea aparentemente el mismo de todos los días pero, en
realidad, posee colores mucho más brillantes, emociones enormemente profundas,
grandiosas posibilidades para hacer planes y oportunidades para realizar
nuestros sueños con lo que, en definitiva, nos situaremos ante esa otra cara de
la realidad que a lo largo de la historia de la humanidad el hombre siempre ha
venido buscando.
Como ya hemos estudiado, las fuerzas mágicas
circulan por doquier, y no existe nada en el cosmos que esté muerto o estéril
de tales fuerzas. La iniciación mitológica o arquetípica da forma a tales
energías. El estudiante, al principio, cuando lee acerca de vibraciones y
energías sutiles, por lo general no puede hacer otra cosa sino imaginar una
pequeña aureola de energía alrededor de cada persona y de cada objeto, pensando
que a lo sumo se producen algunos intercambios telepáticos entre los seres
humanos. Esto es normal, porque las lenguas occidentales ni siquiera poseen la
terminología suficiente como para abordar los fenómenos de los planos espirituales,
lo cual se acentúa porque la educación oficial que recibimos no contempla este
tipo de realidades. Por ello, podemos entender la mitología como la forma en
que las realidades espirituales se explicaban a los niños, a los jóvenes y a
los principiantes durante los tiempos antiguos. Se trataba sólo de abrir la
mente y la psiquis a otro tipo de realidades, para luego desarrollar la
capacidad de ver o de visualizar detrás de la apariencia física.
El ser humano, cuando se decide a dar sus
primeros pasos como Héroe o Heroína solar, comienza no solamente a participar
en el guión de su propia vida o su propia película, sino que llega a ser
verdaderamente protagonista de ese film. Este es uno de los motivos por los
cuales el cine tiene tanto éxito, porque nos transporta a otras realidades a
las cuales podemos aspirar o bien, por el contrario, temer en alguna medida.
No deje que otros le escriban el guión, ni
sienta temor de entrar en su propia película; haga como Alicia, que se colocó
al otro lado del espejo, o como Mary Poppins, que penetró dentro de un cuadro.
El sistema de los planetas desde el punto de
vista mágico ejemplifica, caracteriza, da organización, simboliza y delimita
las diferentes fuerzas mentales que en el cosmos circulan en los planos sutiles.
Cada planeta en realidad representa una
estructura dinámica y organizada del cosmos. Si quisiéramos compararlo con el
ejemplo del vals o música universal, podríamos decir que cada planeta es un
tipo o clase de instrumento: violines, clarinetes, piano, etc. Así, como
podemos ver, el sonido emitido por cada planeta está perfectamente integrado
con la totalidad de la música pero, a la vez, es perfectamente posible
diferenciar la vibración o fuerza transmitida por un astro en concreto de
manera independiente. Con este ejemplo tan sencillo podemos comprender con
claridad cuáles son las propiedades generales que poseen los astros dentro del
sistema cósmico en el cual estamos inmersos.
Por ello, cuando en la mitología antigua se
hablaba de que un dios determinado protegía a un héroe específico, se refería a
que esa persona estaba pasando por las pruebas o enseñanzas correspondientes al
astro en cuestión.
Cuando se invoca a una de estas fuerzas
universales planetarias, estamos armonizando nuestra propia música o mensaje
con la de ese tipo de instrumento. Así, por ejemplo, una invocación a Mercurio,
dios de la inteligencia, significa dar un paso hacia adelante en la apertura de
nuestro intelecto, nuestro discernimiento, y nuestra capacidad para interpretar
de manera racional los acontecimientos.
El ser humano se caracteriza por guiarse en
buena medida por la "ley del mínimo esfuerzo", según la cual tendemos
a la postura más cómoda y de menor riesgo. Sin embargo, en ocasiones, la vida
presenta ciertos "saltos al vacío", en los cuales tenemos que dar un
paso o dos al frente hacia lo desconocido, lo cual prácticamente a todo ser
humano le produce o le provoca un estado interno de emoción, de duda o, en los
casos más extremos, de temor. De este modo, la invocación a una fuerza
planetaria ayuda a mantener la mente concentrada en un asunto dado y, como
consecuencia, la persona recibe un chorro, torrente o lluvia de fuerza que le
da el citado "espaldarazo" o apoyo, el cual viene ni más ni menos que
de Arriba.
No estamos nunca solos en el universo, ni
tampoco en nuestro sendero individual, con lo que la invocación o contacto
energético y vibratorio con las entidades planetarias genera una sensación de
satisfacción, de fuerza vital y de plena confianza en lo que se está
realizando. Elevar la mente por medio de la palabra hacia una entidad cósmica
planetaria no es tratar de hablar con un gran pedazo de roca que está girando
alrededor del Sol en el espacio, sino es conectar con la esencia de una de las
fuerzas motrices de nuestro universo. En este caso, se puede decir que no está
usted tratando de hablar ni con el conserje, ni con la secretaria, ni con el
ayudante, ni con el consejero, sino sencillamente con el guía o jefe de ese
"ministerio divino".
Es muy recomendable que se haya hecho un
estudio de carácter teórico, simbólico y meditativo lo más profundo posible
sobre la vibración de cada uno de los diez planetas astrológicos, para lo cual
le recomendamos nuestros cursos: Profesional de Astrología, Doctorado en Astrología;
y Cosmopsicología.
Las fórmulas que presentaremos a continuación
al hablar de cada planeta no tienen por qué ser desarrolladas o vocalizadas al
pie de la letra, sino que usted puede realizar alguna variación; eso sí,
siempre y cuando el cambio obedezca a una lógica de carácter simbólico, lo cual
podrá hacer al profundizar en la vibración planetaria tanto a través del
estudio teórico como en función de sus vivencias personales.
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