Una vez más, el
contacto con los egipcios y fenicios de Siria proporcionó a esos nuevos pueblos
esquemas de cultura,que pronto les hicieron colocarse a su mismo nivel. Los
griegos utilizaron la invención fenicia del alfabeto para conservar el recuerdo
de sus primos y predecesores aqueos en una literatura incomparable, así como
para convertir una decadente teología egipcia en la notable visión nueva del
hombre que encontramos en las filosofías de Pitágoras y Platón. Los romanos,
que eran grandes organizadores, más que literatos, como los griegos, aplastaron
a sus rivales etruscos, destruyeron el poder de Fenicia (la antigua aliada de
los etruscos) en su colonia de Cartago, al norte de Africa, y luego siguieron.
adelante, para anexionarse primero a Grecia y luego al resto del Mediterráneo.
Pero la
organización tiene sus inconvenientes. Los romanos, que se vieron obligados a
lidiar con la amenaza de una invasión celta, según el pueblo de la región
conocida como la Galia iba siendo empujado hacia el sur por sus parientes
teutónicos, comenzaron a admirarse del valor de sus enemigos. En agudo
contraste con la indulgencia que parecía una consecuencia natural de sus
éxitos, vieron a los celtas, viviendo en íntimo contacto con la naturaleza y
con mucha más honradez en sus relaciones personales. Julio César, por ejemplo,
escribió sobre los druidas, los sacerdotes celtas, calificándolos de filósofos
que alentaban a los guerreros galos a alcanzar nuevas cimas de bravura, con una
visión de reencarnación ; y Tácito, un siglo después, hablaba de las hazañas
celtas en lo que se convertiría la versión primitiva del mito del Noble
Salvaje.
Los escritores de
los siglos XVIII y xix aceptarían estas dos versiones de los celtas, al parecer
incompatibles : la de unos auténticos seres primitivos, y la de su carácter
místico. El resultado fue una gran cantidad de obras sin sentido, que
anticiparon el romanticismo de Margaret Murray y Gerald Gardner y condujeron a
la aparición de órdenes druídicas reconstruidas, aun antes de que existieran
grupos rituales reconstruidos.
La verdad sobre
la religión celta, que yo acepto a un tiempo como la verdad sobre los primeros
brujos europeos,es que reflejaba una cultura mucho menos bárbara de lo que nos
dice Tácito, pero también mucho menos sofisticada de lo que pretende César. Los
celtas habían establecido ya contacto con otras culturas, a través de su
comercio con los etruscos, y poco antes del comienzo de la era cristiana
estaban en una
posición análoga a la de las tribus indias desafiadas por los colonos ingleses
en la orilla atlántica.
Había bastantes
poblados y comunicaciones para permitir la posibilidad de una nueva unidad
nacional, pero el proceso estaba todavía incompleto. Del mismo modo que la
intrusión europea impidió que los iroqueses se convirtieran en Norteamérica en
un poder único, la intrusión romana destruyó el naciente nacionalismo de los
diversos pueblos celtas.
Uno de los
principales combates de este conflicto tuvo lugar en el Anno Domini 61, en
Anglesey, cuando el romano Paulino sometió a un centro druida británico, a
pesar de los esfuerzos de unas mujeres vestidas de negro que gritaban
intentando conseguir que sus tropas se retiraran. No se sabe con seguridad lo
poderosos que eran los druidas en Ingla-terra antes de esa época. No existe
absolutamente ninguna prueba, por ejemplo, que relacione a los druidas con las
ruinas de Stonehenge, y, a pesar de la suposición de César de que su centro
estaba en Inglaterra, es posible que hiciera poco que hubieran llegado del
continente.
Lo que sabemos es
que formaron en Galia una casa sacerdotal, que compartía los privilegios de una
aristocracia heroica con los guerreros. Es muy posible que la uniformidad de
una educación ritual, a través de un período que podía comprender hasta dos
décadas, hubiera desarrollado ya en los druidas una sensibilidad hacia
intereses que trascendían de las limitadas preocupaciones de cualquiera de las
tribus. La conso-lidación del poder druida en Inglaterra podía ser un paso
importante para conseguir una unidad celta frente a los romanos. Su enemigo lo
comprendió así, y la destrucción de su plaza fuerte se convirtió en su
principal objetivo.
Uno de los
factores que pudo haber ayudado a los druidas para conseguir cierta unidad
céltica fue el culto del dios Cernunos ("El Cornudo"), que tenía una
aceptación que iba más allá de lo regional. Esta divinidad pastoral era
representada convencionalmente con antenas o cuernos y acompañada de un venado
y una serpiente con cabeza de carnero. Las leyendas sobre Cernunos le describen
como el señor de los animales. En el arte celta aparece este dios sentado en
cuclillas entre varios animales. También aparece como señor del averno y, por
consiguiente, como fuente de riqueza para sus adoradores.
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