La caza de brujas no llegó a echar raíces, según todo lo anterior, en nuestro país, pero esto no quiere decir que el tribunal descuidara a los hombres y mujeres que se sintieron atraídos por las prácticas supersticiosas, y a quienes vemos comparecer con enorme frecuencia ante el Santo Oficio a lo largo de todo el siglo xvii y xviii.
Sus actitudes y rituales, entre las que se encuentran las de los gitanos, son una importante fuente de conocimientos para el estudioso de las Mentalidades y para el antropólogo, tanto si se trata de alguien interesado por la minoría gitana,
Como es mi caso, como para el que se sienta atraído por este problema en general.
La actitud de las hechiceras gitanas en España resultaría, sin embargo, totalmente incomprendida para el estudio de esta minoría si no dispusiéramos en primer lugar de un análisis
Las mujeres que también se dedicaron a estas cuestiones entre los cristianos viejos, con el fin de entender el grado de originalidad de los rituales gitanos.
Caro Baroja llamó en sus «Vidas mágicas e Inquisición’>,
la «tribu mágica» poseía en la realidad conocimientos tan extraordinarios como el vulgo del Siglo de Oro les suponía, es preciso recurrir al método comparativo para averiguar si estamos, una vez más, ante uno de los abultados tópicos que han acompañado al pueblo gitano contribuyendo a forjar una leyenda, a veces negra, a veces romántica.
La clasificación de los conocimientos supersticiosos de Castilla la Nueva que Cirac llevó a cabo en su libro antes citado se refiere exclusivamente a las características externas de los conjuros, maleficios> etcétera, recogidos y minuciosamente copiados por él a través de los procesos conservados de los tribunales de Toledo y Cuenca.
La mención de los capítulos que dedica en su libro a los conocimientos de lo que podríamos denominar «folklore mágico» puede servir para dar una idea al lector de cuáles son los grandes apartados en que Cirac dividió las prácticas supersticiosas conocidas en Castilla la Nueva.
Los artículos que se corresponden con este folklore mágico son los siguientes:
Artículo II. Laboratorio de hechiceras. Instrumentos y objetos. Cirac recoge aquí varios ejemplos de los instrumentos, objetos y materiales manejados por las hechiceras procesadas por el Santo Oficío.
Los materiales son muy diversos, pero siempre se refieren a objetos que guardan cierta similitud entre sí, tales como tierra de muertos, sapos, dientes y sogas de ahorcados, hierbas de todo tipo, pero especialmente las olorosas.
Bastará con repetir la enumeración que Cirac hace de uno de estos laboratorios para comprender cuáles eran los materiales más comunes
El primer laboratorio interesante se descubrió en Madrid el año 1622 al registrar la casa de Josefa Carranza.
En un puchero tenía resma y trementina para las caderas de las mujeres; en otros, un poco de algo que parecía pez, figurillas de piernas, brazos, cabezas y otras cosas, y en otro un trapo con un papel que decía.- «tierra de cementerios» o «tierra de muertos». En otro puchero que estaba tapado con unas cosas negras había otro papel en que se leía «para aborrecer’>, y en otros pucheros y redomillas, cosas quemadas y negras.
Se hallaron también en su laboratorio una calavera humana, corazones de lechones, ranas, huesos de abubillas, que compraba a los pajareros, tierra de las tres cárceles de Madrid, velas de cera verde, trigo, azafrán, agua bendita, habas, un bocado de pan mordido, una cinta con una herradura y tres nudos, y una faja de dos lienzos, cosidos el uno al otro, de una vara de larga, y dos de ancha, dentro de la cual había plumas y huesos secos de abubillas».
Después de una corta introducción en torno a los conocimientos astrológicos —de los que nosotros prescindiremos en esta ocasión
Enumera luego las prácticas populares que fueron perseguidas por el Santo Oficio.
Los ejemplos reunidos en el libro demuestran que las prácticas más usuales y repetidas eran las que enumeramos a continuación: a) Predicciones llevadas a cabo mediante granos de trigo y cebada;
b) sortilegio «de las habas’>, similar al anterior;
c) sortilegio de la «piedra alumbre»;
d) sortilegios con naipes;
e) predicciones hechas con un cedazo;
f) predicciones en las que se utilizan huevos;
g) predicciones realizadas con la ayuda de redomas llenas de agua.
En esencia, los conocidos en Toledo y Cuenca son los mismos y no puede apreciarse ninguna variante fundamental, a juzgar por los casos citados en el libro.
Cirac se ocupa de los casos de en comendadores, saludadores y loberos.
Como en el caso anterior, se limita a narrar los casos más significativos de los conjuradores de langosta y demonios que fueron procesados durante los siglos xvi y xvii.
El capítulo y hace relación de las supersticiones y hechicerías dedicadas a evitar males y conseguir bienes, librarse de la justicia, tener dicha, alcanzar fortuna y desenterrar tesoros, capítulo este último al que nosotros nos veremos obligados a prestar especial atención.
Según los casos recogidos por Cirac, el temor de ir a la cárcel estaba bastante extendido y algunos hombres y mujeres trataban de conjurar este peligro poniendo una estampa de San Cristóbal detrás de la puerta o la ventana.
Otras veces utilizaban la imagen de Santa Marta o llevaban un papel atado con una cinta, como consta que lo hacía una mujer procesada, en el que había escamas de pescados, huevecillos y pedacitos de pan.
Bastaba con eso y con decir:
«Amansaos, león bravo,
que cuando tú naciste
Dios nacido era».
El artículo VI, dedicado a los maleficios, es uno de los más extensos e interesantes, según el catálogo que estamos siguiendo.
Las localidades que se seguían en Castilla la Nueva eran las siguientes:
a) Alojamiento. Es decir, la extendida creencia según la cual se podía producir daño a alguien a través de los poderes que poseían algunas personas.
Es la vieja credulidad en el «maleficio’>, conocido desde la Antigüedad, que llevaba a pensar que quien fallecía rápida o misteriosamente había sido víctima de alguno de estos hechizos.
b) Ligamen. Aunque también es una fórmula mediante la cual se lleva a cabo algún daño, el maleficio se realiza a través de algún objeto, alguna prenda o por contacto físico.
c) Comedizos y bebedizos. Cirac denomina así a los maleficios que se llevan a cabo a través de la comida o la bebida, es decir, adobados con algún componente «mágico».
d) Maleficios por contacto físico. En realidad, se trata del mismo tipo de hechizo al que nos hemos referido al hablar del ligamen, según la división.
e) Maleficios externos. reúne aquí aquellos maleficios en que los que se utilizaban polvos que debía pisar el enemigo o el amante, comidas y bebidas compuestas según el apartado anterior.
También hace referencia en este apartado a las torturas a las que se sometía a los sapos en muchas ocasiones atravesándolos con alfileres, enterrándolos, arrojándolos por la ventana, etc., con lo cual se suponía trasladar el mismo mal a la persona a la que se le quería hacer daño.
Este pueblo fue nómada, pocos de ellos establecieron hogares fijos. Ellos se llaman a sí mismo de muchas formas, como, Maniches, Hijos de Egipto, Tziganes, y Romaníes.
Los gitanos siempre han guardado celosamente tanto sus costumbres y tradiciones, como sus prácticas mágicas.
Sin embargo, sus hechizos y encantamientos se han probado altamente poderosos.
Hitler fue un mago negro, quien temió de otros que, como él tuvieran conocimientos ocultos o esotéricos, fuesen estos para bien, o para mal.
Mandaba matar a cualquiera de quien sospechara tuviera nexos con lo oculto.
Ritual de amarre gitano
Para Atraer a una Fémina
Necesitarás
1 vela verde (cualquier tamaño o forma)
Agua
Un cuchillo o aguja
Cerillos o encendedor
Lave la vela en agua corriente, y deje que se seque.
Una vez completamente seca, grave sobre la vela el nombre de la mujer a la que desea atraer,
con ayuda del cuchillo o aguja.
Si se requiere, caliente un poco la punta de la herramienta.
El nombre que grave sobre la vela, deberá ser el nombre por cómo se suela llamar a la persona.
Por ejemplo, si ella se llama Elizabeth, pero todos la llaman Liz, entonces grave el nombre por el que la mayoría suela llamarla.
Esta vela ahora representa a esa mujer.
Con la mente en estado pasivo, visualice mentalmente a esta mujer frente a usted.
Sienta su presencia.
Encienda la vela.
Mientras continúa viendo al a mujer en su mente, repita tres veces en voz alta el siguiente encantamiento:
“¡ Me j iuklo, yoy j iukli
Yoy tover, me pori
Me kokosh, yoy cátr á
Ádá ád á, me kamáv!”
Tras recitar el hechizo, visualice a la mujer corriendo en dirección a sus brazos, mientras repite diez veces:
“ Tú anhelas que… ( el nombre de usted) sea tu amante”
El hechizo está completo.
Ahora relájese, y vuelva a su vida cotidiana, con la total seguridad que el hechizo hará el trabajo por usted.
Gracias por compartir Carolina.
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