domingo, 14 de julio de 2019

El chamanismo Parte VI

¿Cómo se llega a serlo? 

La propia enfermedad es en el chamanismo el camino para el conocimiento terapéutico. Cualquier enfermedad y su curación pueden ser entendidas según cuatro momentos. El de la situación previa en la que se daban los antecedentes. El de la aparición y desarrollo del problema. El momento de la crisis. Y finalmente, la recuperación.

Una de las maneras de entender la formación del chamán es desarrollando paralelamente esos cuatro pasos En la fase de antecedentes pueden recogerse la aparición de experiencias inusuales o signos físicos extraños que dan singularidad a un individuo. 

También pueden existir períodos de reflexión solitaria. La búsqueda de respuestas en el aislamiento voluntario, ha sido una de las formas en que los seres humanos han iluminado o reencuadrado sus problemas y han mantenido una sabiduría que va más allá de lo cotidiano. Entre los indígenas de Norteamérica es conocida como “vision quest”. El planteamiento y desarrollo del problema es entendido como una llamada de los “espíritus”, como una vocación especial, que constituiría la segunda fase. Estas podrían ser: a) La llamada de alguna enfermedad. Es evidente que para aprender algo lo mejor es ponerse manos a la obra, practicarlo, vivirlo intensamente o sufrirlo. En este sentido una de las formas primordiales de aprender sobre un problema es haber pasado por él y haberlo superado. En el caso concreto de una enfermedad, haberla sobrepasado con éxito será una de las formas primarias de conocerla y saber como manejarla. Los ex-pacientes dejan de serlo para convertirse en expertos, en fuentes de información sobre un proceso que les ha llevado a formas inhabituales del vivir. El contacto con el dolor y la muerte constituye un modo poderoso de exposición al conocimiento o a la necesidad de saber acerca de situaciones críticas. El chamán ha sido definido también como “el curador herido”, en el sentido de que las cicatrices son señales de su transformación en el camino del conocimiento para sanar. El psicoanalista que pasa su propio psicoanálisis antes de empezar a trabajar representa otra manifestación de esta manera de aprender. La persona que forma parte de un grupo de autoayuda, comparte sus experiencias y constituye un ejemplo de ese conocimiento de primera mano puesto al servicio de los otros. b) La llamada chamánica familiar. El hecho de tener modelos cercanos y accesibles a los que imitar facilita cualquier proceso de aprendizaje. La transmisión familiar será otra de las formas elementales de adquisición de conocimientos. El lugar donde habitualmente trabajan los chamanes es de ordinario el lugar donde viven y donde está su familia o su grupo. Es un sistema tradicional para transmitir experiencia, sobre todo en tareas que incluyen especialización artesanal.

Esta vocación familiar puede seguir una línea femenina (p.e. vogulos) o masculina (p.e. ostiacos y samoyedos siberianos) (Tondrian, 1964).

Junto a las anteriores, deben incluirse también otro tipo de llamadas, que se atribuyen genéricamente a los “espíritus”.Son señales, con valor profundo para un individuo concreto. Muchas veces esta llamada es sentida viniendo “desde arriba”. En el mundo del chamán los cielos y las montañas representan al mundo superior, más intelectual y espiritual. Lo que hay bajo el agua o bajo la tierra representa al mundo inferior, más físico. El mundo medio entre ambos no es solamente el lugar donde se vive, sino también donde se sienten y se dan los estados ordinarios de conciencia. La llamada busca traducirse en hechos concretos capaces de modificar este mundo de lo cotidiano. Esta llamada puede percibirse a través de los sueños, de sucesos extraordinarios o en medio de problemas individuales o grupales que precisan una solución radical. Una llamada puede esperarse y no producirse. 

Así por ejemplo, el victorioso y popular en Estados Unidos, general Powell dijo al no presentar en Noviembre de 1995 su candidatura: “la carrera a la Presidencia requiere una llamada que yo no he escuchado todavía”. En numerosas culturas, bramánica, balinesa, indoamericana, etc., la montaña representa un lugar especial. En ella por analogía en contacto con lo superior en su estado mas original Allí se pueden alcanzar visiones, conectar con realidades benéficas, conocerse mejor a sí mismo o encontrar remedios para distintos problemas. El poder creador que para el filósofo Antonio Escohotado tienen el silencio, la observación, la contemplación parece estar aquí presente . El propio poder generador de la naturaleza es el que realiza la “llamada”, al producir una “parada del tiempo” o una “rotura en las rutinas de la vida” (Castañeda 1977). La retirada de la actividad previa se produce una vez que la persona ha asumido su implicación en el proceso de ayuda. Considera que puede ser “remedio” e “incuba” su futura actividad. La emergencia del chamán formado representaría el momento en que la persona se ha convertido en un “ser de conocimiento”. Alguien que ha ido, ha vuelto y está aquí como “remedio” después de una transformación profunda. El “espíritu” que descubrimos en las grandes peregrinaciones: Meca, Roma, Jerusalén, Santiago de Compostela, Guadalupe y tantos otros lugares, manifiesta de manera consistente en cada cultura una transformación personal, profunda y enriquecedora. Para significar su importancia, en algunos casos como en el mundo musulmán, se cambia el propio nombre o se le añade otro (ver en la parte tercera de este trabajo : Cambio en el sentido de la Identidad y Creación de Estados Modificados de Conciencia según el modelo propuesto por TART en 1975).

El conocimiento puede considerarse como una meta, como un valor en sí mismo. También puede considerarse que su valor adquiere sentido cuando se equilibra con el sentimiento. 

Por ejemplo el budismo practicado en Thaylandia o Ceilan destaca que la persona desarrollada, la que está de vuelta, la que es sabia es ante todo considerada. Esta consideración es sin duda un valor intelectual. Una sutil distinción entre consideración y compasión marca la diferencia entre comprender y ayudar. La idea de la ayuda surge en la compasión que se cultiva en el budismo lamaista tibetano. El sujeto realizado en el sentido místico, al que le da lo mismo vivir o no, opta por lo primero a causa de la compasión que le inspiran los seres. En otros tipos de budismo, como el practicado en Tahylandia, se da un valor superior a la consideración sobre la compasión. Ello implica dar más importancia a valores intelectuales (entender, considerar) que a valores emocionales (compadecerse). 

Según los grupos humanos, su evolución a lo largo del tiempo y la reflexión que en ellos se da sobre la enfermedad, el proceso de transformarse en chamán puede presentar diferencias. Estas son siempre más superficiales que profundas, y más bien cuantitativas que cualitativas. Así por ejemplo, pueden distinguirse un mayor número de pasos o momentos significativos en este proceso de aprendizaje (ver Matthews, a propósito del chamanismo.

Gracias por compartir Lulú.

No hay comentarios:

Publicar un comentario