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• ¿Reaccionas de forma exagerada, pierdes los estribos o te
sumes en la tristeza ante situaciones sin importancia, ahogándote en un vaso de
agua, sin conseguir hallar la salida o una solución?
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• ¿Tropiezas una y otra vez con la misma piedra, repitiendo
conductas que no te convienen o interesan, cometiendo errores que creías ya
superados o recayendo en ideas obsesivas?
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• ¿Te gustaría comunicarte mejor con tus padres, hijos y
hermanos y que hubiera más armonía en tu familia, pero vuestras relaciones son
explosivas y parecéis hablar en distintos idiomas?
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• ¿Si tu jefe o un compañero de trabajo te piden que
corrijas o cambies la forma de realizar una tarea o te hacen una crítica
sientes que es una ofensa, te ofuscas y pones a la defensiva?
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• ¿Tienes dificultades para encontrar pareja, pero cuando
mantienes una relación amorosa, no dura mucho porque surgen los conflictos,
entra en crisis, se rompe y vuelves a la soledad?
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• ¿Descuidas a menudo tu salud física, comiendo de forma
desequilibrada, no descansando lo suficiente, llevando una vida sedentaria o
siguiendo costumbres que perjudican tu organismo?
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• ¿Quisieras ganar más dinero o mejorar tu situación económica,
pero sientes que no te lo mereces, no perseveras en tus esfuerzos o los
auto-saboteas y tienes resistencias a lograr la prosperidad?
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Si tus respuestas a algunos de estos interrogantes son
afirmativas, ello es señal de que necesitas sanar tu Niño Interior, esa parte
nuestra que simboliza nuestro ser emocional, que creció en un entorno familiar
determinado, y que, a muy temprana edad, empezó a ser condicionado a través de
la culpa, la crítica, el miedo, el rechazo.
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