En un lugar tranquilo, siéntate cómodamente y elige música
suave y entabla una charla con tu niño interior. Platica con tu niño interior e
intenta conocer todos sus sentimientos y emociones pregúntale: ¿Qué te gusta?
¿Qué no te gusta? ¿A que le temes? ¿Qué sientes? ¿Qué necesitas? ¿cómo puedo
ayudarte a sentirte seguro? ¿Cómo puedo hacerte feliz?.
Este ejercicio funcionará mejor con los ojos cerrados.
Mientras conversas con el ten compasión, apóyalo,
demuéstrale que lo amas, que lo proteges y que puedes atender todas sus
necesidades, hazle saber que estás ahí para ayudarle siempre.
Vivir una vida donde no haya conflictos es lo ideal, pero
para lograr ese estado tenemos que sanar los conflictos que forman parte del
crecimiento personal y colectivo. Debemos aprovechar cada dificultad que
encontramos en el camino para ahondarla más, para conectarnos con más
profundidad con nuestra condición de estar vivos. Perdemos el tiempo
cuestionándonos ¿por qué a mí? En lugar de utilizar nuestra energía para
observar la lección detrás del suceso. El por qué es reactivo, nos lleva a la
melancolía de reciclar el pasado, de culpar a algo, a alguien, o a uno mismo
por lo que está sucediendo.
El encontrar la lección o el para qué sucedió lo que sucedió
nos saca del pasado y nos trae al presente, donde no hay a quien culpar y si
estamos dispuestos a aprender, encontraremos la solución más rápido de lo que
imaginamos. Entonces, partiendo de esta premisa vamos a ver cómo podemos
amarnos más para no seguir reciclando sufrimientos innecesarios y aprovechar cada
situación por difícil que aparente ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario