Para la preparación de la bola de cristal, se precisa
respetar cuatro ciclos naturales de siete días cada uno, es decir, una semana
de duración. Cuatro ciclos que están armonizados cada uno con los cuatro
elementos, en el siguiente orden:
La primera semana de trabajo, la que se relaciona con la
preparación del lugar en el que se realizaran las prácticas con la bola., se
trabaja bajo el amparo y la protección de Aire, que renueva con su fuerza la
estancia y la limpia dejándola adecuada para su nueva utilización.
La segunda semana, cuando la bola está siendo tratada para
su purificación, se esta realizando una operación en armonía con el elemento
fuego, que simbólicamente quema las impurezas que no ha limpiado el aire, logrando
con esa falsa combustión crear un nuevo ambiente.
El tercer paso, el que se realizará por espacio de siete
días, en la tercera semana, será el de consagración, es decir, asentar en la
tierra (elemento que protege este ciclo) un nuevo “ser”, en este caso una bola
con su lamen que es el paño negro y
peana p bola de cristal
Finalmente el cuarto proceso, la magnetización, será la
adopción de la bola por parte del consultante, quien como en un riego con agua
(elemento protector de este ciclo) dotará a su nuevo elemento mágico de sus
efluvios magnéticos y energéticos, dejando la bola lista para poder trabajar
con ella.
Así vemos que se precisan de cuatro semanas o ciclos para
preparar y adecuar la bola antes de sus uso, cuatro ciclos de siete días
sagrados, que en total suman 28, es decir, un ciclo lunar.
Semana del Aire: Preparación
La práctica respetuosa con las bolas de cristal, requiere de
un lugar especial donde concentraremos nuestras energías, expandiremos nuestros
deseos y trabajaremos con nuestras vibraciones mentales. Bastará cualquier
habitación de la casa lo suficientemente tranquila.
La operación de limpieza o en este caso de preparación,
tiene dos vertientes, una mental y otra física.
Este proceso, como los todos los otros, deberá comenzar en
domingo por la noche. Consistirá en depositar todo el conjunto practico, es
decir, peana, lamen y bola, que deberán estar cubiertos por el paño, sobre una
mesa, pero dicha colocación no deberá improvisarse, ya que siempre es
conveniente que hay una armonía entre la ubicación de la bola y el operador,
con los cuatro puntos cardinales. Así cuando nos sentemos frente a la bola,
estaremos mirando cara al Norte.
La preparación física, basada en el elemento aire, en este
caso el olor, consistirá en colocar la bola junto a ella en las posiciones norte
y sur dos varillas, conos o cuencos con incienso, o esencia de perfume, en
quemador, pudiendo escoger entre los siguientes aromas: almizcle, clavel,
helecho, aroma de incienso. Esta combustión provocará el comienzo de un
aclimatamiento de los nuevos elementos mágicos con el entorno, otorgando al
mismo la esencia necesaria para acoger en el futuro nuevas energías.
Paralelamente a la acción mágica del perfume o incienso,
deberemos emitir, durante los cinco minutos diarios de preparación, unas
frecuencias mentales acordes con la situación, ello se logrará simplemente,
pensando en los diferentes trabajos que realizará con la bola.
Pasados los cinco minutos se concluirá la combustión del
aroma, dejando sobre la mesa la bola y su conjunto, que deberán ser guardados
en un sitio seguro hasta la mañana siguiente.
Semana del Fuego: Purificación
Este proceso, como el anterior y los siguientes, deberá
comenzarse en domingo por la noche y durar una semana.
Sacaremos la bola de su lugar seguro y procederemos a purificarla
con el fuego, para ello, una vez que hayamos colocado la bola sobre la mesa,
situaremos en las posiciones Norte y Sur, dos velas de color blanco, así como
dos negras en las posiciones Este y Oeste. Esta duplicidad de color blanco y
negro, será un equivalente al dual Ying-Yang, positivo y negativo (no estoy de
acuerdo con esta apreciación); con la combustión de las velas, que deberán arde
por espacio de 10 minutos, se equilibrarán las fuerzas negativas y positivas de
la bola de cristal y de la estancia en la que se desarrollaran las practicas.
El ejercicio de combustión deberá acompañarse de una actitud
mental paralela que puede desarrollarse de dos maneras diferentes: a través del
soporte físico de las velas o mediante la visualización mental.
Para el primer caso, las velas, deberemos imaginar que las
velas blancas emiten positividad, para esto visualizará la salida de energía
blanca y positiva que se expande por la habitación en la que se encuentra y que
al mismo tiempo es recogida por las velas negras que reciben lo negativo y lo
destruyen con su combustión.
Para el segundo caso, de visualización mental, igualmente
con las velas encendidas, visualizaremos que nuestro cuerpo emite energía
blanca, o positiva y que se expande por la habitación, que imaginará con tonos
oscuros o negativos, que se diluirán, acabando por desaparecer con su emisión
positiva.
Finalizada esta visualización, es conveniente emitir una
orden mental que puede ser variada según nuestro deseo pero que debe contener
instrucciones de positividad, como:
“Ahora pacifico este lugar con energía positiva, apartando
la negativa de mi”.
Semana de la Tierra: Consagración
El proceso de consagración consiste en una sencilla práctica
en la que intervienen los cuatro elementos. Este ritual solo deberá celebrarse
el primer día del acto, aunque el resto de días deberán mantenerse los cuatro
elementos, teniendo en cuenta que tanto el fuego como el incienso deberán estar
en combustión, siendo el fuego el que marcara el final del ritual.
Depositaremos la bola sobre un lecho de tierra en la mesa,
colocando en cada uno de los puntos cardinales, un pequeño recipiente que
deberá estar rodeado por un círculo de tierra.
Al norte, el recipiente deberá tener alcohol de quemar, que
en representación del fuego arderá durante el ritual, marcando su final cuando
el fuego se extinga.
Al Sur, el recipiente contendrá agua. En el Este, se
depositará tierra y finalmente al Oeste, el aire vendrá representado por el
incienso. Una vez se disponga de todos los elementos, nos relajaremos y
sentados frente a la bola, encenderemos el fuego y acto seguido repetiremos la
orden:
“Consagro esta bola bajo la protección del elemento fuego,
que la energizará dándole fuerza.”
Seguidamente mojaremos los dedos índice y corazón de la mano
izquierda o derecha en el recipiente del agua, y realizando una suave sacudidas
salpicará la bola con unas gotas repitiendo la orden:
“Doy agua a lo que nació del agua, y consagro bajo éste
elemento esta bola de cristal.”
A continuación se tomara el recipiente que contiene tierra y
cogiendo un puñado de esta, la derramaremos sobre la bola diciendo lo
siguiente:
“Derramo esta tierra en representación del elemento regente
de este ritual, para que acoja en su seno esta bola, dándole fuerza y consistencia.”
Finalmente se tomará el recipiente que contiene incienso y
realizando círculos sobre la bola, de manera que el humo se deposite en ella y
la rodee, se pronunciará en voz alta:
“Por el poder del aire perfumo esta bola y la protejo con
este elemento.”
Con ello el ritual de consagración habrá finalizado, aunque
durante los 6 días restantes deberán colocarse junto a la bola todos los
recipientes protegidos con un circulo de tierra, realizando las
correspondientes combustiones del fuego y el incienso.
Semana del Agua: Magnetización
La bola esta casi a punto para ser usada. Después de tres
semanas de ejercicios mágicos con ella, no solo habremos ejercitado nuestro
poder mental, sino que habrá potenciado su magnetismo, gracias a la interacción
realizada con la bola.
Sin embargo es preciso dar “el soplo” definitivo para que la
bola tenga el magnetismo básico necesario para poder trabajar correctamente.
El hecho de realizar la magnetización bajo los auspicios y
protección del elemento agua, no quiere decir que la bola se descargue
energética y magnéticamente cuando no se celebre este ritual. Evidentemente,
cada vez que formulemos una pregunta de videncia a la bola, o practiquemos con
ella una sesión mágica, dicho magnetismo ira en aumento, sin embargo, antes de
que la práctica sea algo corriente, es preciso consumar la interacción entre
nosotros y la bola, que en un futuro facilitará el intercambio de corrientes
energéticas.
La magnetización se realizara en dos fases: La primera a
través del humedecimiento de la bola con agua magnética y la segunda mediante
la impregnación energética.
El ritual, como los anteriores, deberá empezar un domingo,
con la noche y celebrarse por espacio de 7 días, iniciándose por la
contemplación por nuestra parte de la bola de cristal. Para ello nos sentaremos
cómodamente y sostendremos entre nuestras manos por espacio de entre unos 5 o
10 minutos, la bola de cristal. Jugaremos con ella acariciándola, mirándola,
observando su forma, volumen, tonalidad, pero sin intentar ver cosa alguna en
su interior, simplemente tomando ese contacto que va impregnando la bola con
nuestro magnetismo.
Tras la primera toma de contacto, se procederá a magnetizar
un vaso lleno de agua en sus tres cuartas partes. Para la magnetización, nos sentaremos
cómodamente y mientras respiramos tranquila y pausadamente, colocaremos
nuestras manos a una distancia de unos 2 o 3 cm del vaso, una a cada lado del
mismo, imaginando o visualizando la salida de nuestra energía hacia el agua.
Este ejercicio se desarrollará por espacio de 5 minutos, acompañando la actitud
manual con órdenes como:
“La energía que fluye a través de mis manos magnetiza esta
agua, recargando este sagrado elemento de nueva fuerza adicional.”
Finalizada la magnetización del agua, realizaremos el mismo
proceso con la bola, es decir, visualizaremos una salida energética positiva de
nuestras manos que irá dirigida a la bola, para ello, tomaremos la bola como si
de un vaso se tratase, y situando nuestras manos a ambos lados y manteniéndolas
separadas a unos 2 o 3 cm del cristal, realizaremos las emisiones
correspondientes, esta acción se acompañará de la orden mental:
“Con esta acción impregno de mi energía personal esta bola
de cristal.”
Pero la acción magnética no termina aquí, ya que para
producirse la completa interacción, es preciso que estemos dispuestos también a
recibir parte de la energía y esencia que ha ido adquiriendo la bola gracias a
los diferentes rituales y practicas preparatorias, para ello, tras la acción de
emisión, vendrá la de recepción. El proceso será igual que la anterior, es
decir, depositando las manos a una distancia de la bola, pero sintiendo en este
caso, la energía que nos llega desde dicho objeto. La acción puede acompañarse
de una orden mental como:
“Ahora recibo la energía de la bola en mi organismo”
El ejercicio de interacción magnética sencillo a todas luces
se complementará con la consagración de la acción final de esta práctica,
tomando unas gotas de agua con la mano y derramándolas sobre la bola con la
siguiente invocación:
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