lunes, 31 de julio de 2017

Los espejos, precursores de la bola de cristal



Los espejos son un símbolo del conocimiento y la verdad; desde su invención han cautivado a la Humanidad por su mágica capacidad para reproducir lo que está a su alrededor.
Los primeros espejos conocidos fueron los estanques de tranquilas aguas cristalinas en los que se reflejaban los hombres primitivos, despertando en sus mentes elementales un simbolismo extremadamente rico que todavía perdura en la imaginación actual. Numerosos mitos y leyendas ofrecen testimonio de la poderosa influencia que ejerce sobre la imaginación este objeto capaz de reproducir imágenes. Además desde la antigüedad aparecen vinculados al mundo femenino, lo lunar y misterioso; no por casualidad se denomina "luna" a la superficie del espejo. Los antiguos romanos creían que los espejos habían nacido en Persia, donde los magos los utilizaban para la adivinación. Los primeros espejos se fabricaron en metales pulidos, pues el espejo de cristal no aparece sino hasta el siglo XVIII. 

Rápidamente los espejos despertaron mitos y supersticiones, como la creencia en siete años de mala suerte si se rompe un espejo, aunque por suerte aparecieron también los antídotos para aliviar el maleficio.

Esta capacidad para duplicar la realidad posicionó también a los espejos como un medio de acceso a la magia, lo oculto y lo sobrenatural; la adivinación por espejos, llamada "cristalomancia", era practicada desde antiguo y adoptó formas sofisticadas. Dentro de las artes adivinatorias, el espejo ocupa un lugar preponderante. Mirar fijamente en uno permite supuestamente obtener visiones de los guías espirituales y ayuda para conseguir una visión aúrica, es decir, la habilidad para ver el aura de los demás.

Ahora bien, los espejos pueden ser de gran utilidad como precursores de la bola de cristal, si queremos aprender a visualizar. Para ello realizaremos un sencillo ejercicio con un espejo de tamaño tal, que nos permita visionar al menos la mitad del cuerpo y dos velas encendidas a ambos lados.

Nos situaremos sentados frente al espejo y dejaremos la mente en blanco. Seguidamente comenzaremos a fijar la mirada en cada una de nuestras partes del cuerpo, hasta llegar a la cabeza y dejar la vista clavada en nuestros ojos. Una vez allí, veremos algún simbolismo extraño que quizá se escape a nuestra comprensión, lo cual no debe preocuparnos, ya que estamos en una fase de aprender a visualizar, no de interpretar lo que vemos. Debemos hacer estos ejercicios por un espacio de 30 minutos diariamente durante al menos una semana antes de empezar a utilizar la bola de cristal.

Primeros pasos con la bola de cristal

Adivinar es, predecir eventos futuros o descubrir algo secreto.

Usamos técnicas adivinatorias para encontrar respuestas no accesibles normalmente, o que no se encuentran en nuestro mundo físico.

Podemos buscar respuestas acerca del futuro, presente y acerca del pasado. Existen muchas formas de adivinación y aquí explicaremos la técnica de visualización u observación del cristal. Necesitamos un espejo o bola de cristal y una vela encendida, y debemos realizar esta práctica en un ambiente en penumbras para facilitar la visión de los reflejos que producirá la vela en la superficie pulida. El lugar debe ser tranquilo y debemos estar cómodos y relajados. 
También se puede quemar algo de incienso, no solamente como protección sino también para facilitar la concentración y relajación; preferentemente utilizaremos incienso de sándalo. La bola de cristal o el espejo simbolizan el mundo psíquico, y el objetivo es tomar contacto con nuestra psiquis profunda para visualizar e interpretar. La bola de cristal no nos mostrará imágenes como las que vemos en la televisión, sino símbolos que debemos interpretar. La forma correcta de utilizar la bola de cristal es mirar a través de ella, no directamente a su superficie. Para comenzar, luego de hacer unos ejercicios de respiración y relajación, debemos comenzar nuestro camino hacia la bola de cristal. Imaginaremos estar en un bosque, fresco y silencioso, que debemos recorrer. Esta experiencia debe ser placentera; el bosque debe darnos confianza y seguridad. Al final del bosque hay un camino de piedra que nos lleva hasta la boca de una caverna. Lo recorreremos mientras contemplamos el paisaje a nuestro alrededor, tal vez a la hora del crepúsculo, con el bosque suavemente iluminado por la luz del atardecer.

Cuando nos sintamos en condiciones de entrar a la caverna nos situaremos frente a la entrada; entrar a la caverna es también adentrarnos en nuestro propio interior psíquico, lo cual debemos hacer con confianza y fortaleza.

En el fondo de la caverna está la bola de cristal; podemos visualizarla como nos guste, puede estar brillando, apoyada sobre una mesita pequeña cubierta con un paño negro.

Cuando nos aproximemos a la bola de cristal ésta debe estar "desactivada", es decir, como una simple esfera de vidrio, pero cuando nos sentemos frente a ella le pediremos que nos muestre algo de nuestro interior o nos responda una pregunta cuya respuesta desconocemos. Debemos recordar las sensaciones e imágenes que nos proporcione la bola la que nos servirán para reflexionar después acerca de su significado.

Una vez hecho esto, debemos salir de la meditación regresando lentamente por el camino y el bosque.


Esta práctica nos permitirá aproximarnos más adelante a la bola de cristal sin necesidad de hacer este ejercicio.

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