Los espejos
son un símbolo del conocimiento y la verdad; desde su invención han cautivado a
la Humanidad por su mágica capacidad para reproducir lo que está a su
alrededor.
Los primeros
espejos conocidos fueron los estanques de tranquilas aguas cristalinas en los
que se reflejaban los hombres primitivos, despertando en sus mentes elementales
un simbolismo extremadamente rico que todavía perdura en la imaginación actual.
Numerosos mitos y leyendas ofrecen testimonio de la poderosa influencia que
ejerce sobre la imaginación este objeto capaz de reproducir imágenes. Además
desde la antigüedad aparecen vinculados al mundo femenino, lo lunar y
misterioso; no por casualidad se denomina "luna" a la superficie del
espejo. Los antiguos romanos creían que los espejos habían nacido en Persia,
donde los magos los utilizaban para la adivinación. Los primeros espejos se
fabricaron en metales pulidos, pues el espejo de cristal no aparece sino hasta
el siglo XVIII.
Esta
capacidad para duplicar la realidad posicionó también a los espejos como un
medio de acceso a la magia, lo oculto y lo sobrenatural; la adivinación por
espejos, llamada "cristalomancia", era practicada desde antiguo y
adoptó formas sofisticadas. Dentro de las artes adivinatorias, el espejo ocupa
un lugar preponderante. Mirar fijamente en uno permite supuestamente obtener
visiones de los guías espirituales y ayuda para conseguir una visión aúrica, es
decir, la habilidad para ver el aura de los demás.
Ahora bien,
los espejos pueden ser de gran utilidad como precursores de la bola de cristal,
si queremos aprender a visualizar. Para ello realizaremos un sencillo ejercicio
con un espejo de tamaño tal, que nos permita visionar al menos la mitad del
cuerpo y dos velas encendidas a ambos lados.
Nos
situaremos sentados frente al espejo y dejaremos la mente en blanco.
Seguidamente comenzaremos a fijar la mirada en cada una de nuestras partes del
cuerpo, hasta llegar a la cabeza y dejar la vista clavada en nuestros ojos. Una
vez allí, veremos algún simbolismo extraño que quizá se escape a nuestra
comprensión, lo cual no debe preocuparnos, ya que estamos en una fase de
aprender a visualizar, no de interpretar lo que vemos. Debemos hacer estos
ejercicios por un espacio de 30 minutos diariamente durante al menos una semana
antes de empezar a utilizar la bola de cristal.
Primeros
pasos con la bola de cristal
Adivinar es,
predecir eventos futuros o descubrir algo secreto.
Usamos
técnicas adivinatorias para encontrar respuestas no accesibles normalmente, o
que no se encuentran en nuestro mundo físico.
Podemos
buscar respuestas acerca del futuro, presente y acerca del pasado. Existen
muchas formas de adivinación y aquí explicaremos la técnica de visualización u
observación del cristal. Necesitamos un espejo o bola de cristal y una vela
encendida, y debemos realizar esta práctica en un ambiente en penumbras para
facilitar la visión de los reflejos que producirá la vela en la superficie
pulida. El lugar debe ser tranquilo y debemos estar cómodos y relajados.
También se puede quemar algo de incienso, no solamente como protección sino
también para facilitar la concentración y relajación; preferentemente
utilizaremos incienso de sándalo. La bola de cristal o el espejo simbolizan el
mundo psíquico, y el objetivo es tomar contacto con nuestra psiquis profunda para
visualizar e interpretar. La bola de cristal no nos mostrará imágenes como las
que vemos en la televisión, sino símbolos que debemos interpretar. La forma
correcta de utilizar la bola de cristal es mirar a través de ella, no
directamente a su superficie. Para comenzar, luego de hacer unos ejercicios de
respiración y relajación, debemos comenzar nuestro camino hacia la bola de
cristal. Imaginaremos estar en un bosque, fresco y silencioso, que debemos
recorrer. Esta experiencia debe ser placentera; el bosque debe darnos confianza
y seguridad. Al final del bosque hay un camino de piedra que nos lleva hasta la
boca de una caverna. Lo recorreremos mientras contemplamos el paisaje a nuestro
alrededor, tal vez a la hora del crepúsculo, con el bosque suavemente iluminado
por la luz del atardecer.
Cuando nos
sintamos en condiciones de entrar a la caverna nos situaremos frente a la
entrada; entrar a la caverna es también adentrarnos en nuestro propio interior
psíquico, lo cual debemos hacer con confianza y fortaleza.
En el fondo
de la caverna está la bola de cristal; podemos visualizarla como nos guste,
puede estar brillando, apoyada sobre una mesita pequeña cubierta con un paño
negro.
Cuando nos
aproximemos a la bola de cristal ésta debe estar "desactivada", es decir,
como una simple esfera de vidrio, pero cuando nos sentemos frente a ella le
pediremos que nos muestre algo de nuestro interior o nos responda una pregunta
cuya respuesta desconocemos. Debemos recordar las sensaciones e imágenes que
nos proporcione la bola la que nos servirán para reflexionar después acerca de
su significado.
Una vez
hecho esto, debemos salir de la meditación regresando lentamente por el camino
y el bosque.
Esta
práctica nos permitirá aproximarnos más adelante a la bola de cristal sin
necesidad de hacer este ejercicio.
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