lunes, 24 de julio de 2017

La Bola de Cristal. Su historia y cómo utilizarla.

Se trata de uno de los métodos adivinatorios más primitivos. Posiblemente proviene de la adivinación a través de los espejos o incluso de una videncia ocular aún más antigua que trataba de “leer” pozos de agua.

Aunque se sabe que los primeros en usar los cristales para la adivinación fueron druidas Celtas de Gran Bretaña durante la Edad de Hierro, su uso fue extendido en Europa por videntes, magos, hechiceros, médiums y todo tipo de adivinadores en la Edad Media.

El filósofo Aristóteles, el conquistador Alejandro Magno o el consejero de la Reina Isabel I de Inglaterra, John Dee, fueron algunos de los personajes más conocidos que a lo largo de la historia usaron este arte adivinatorio, que con el tiempo, ha ido cayendo en desuso ante la aparición de nuevos métodos.

Aristóteles, Alejandro Magno y John Dee (de izquierda a derecha).


La Bola de cristal como medio adivinatorio es una excelente herramienta. Es mucho más que una simple bola de cristal pues están cargadas magnéticamente con minerales, y por lo tanto son aptas para conectar con las energías psíquicas. En definitiva se trata de un elemento mágico que realmente puede ayudar a personas con el don de la videncia a descifrar cosas que de otra manera no serían capaces de averiguar.

¿Cómo utilizarla?

Mediante la videncia, la intuición pero sobretodo la concentración, se pretende que el vidente logre una conexión con la herramienta, obteniendo visiones, ya sea a través de colores, formas, números, etc. Estas visiones en muchas ocasiones se presentan de forma difusa y otras veces con tal nitidez que sorprende. Pero es la habilidad en interpretar esas formas o figuras donde el vidente demuestra su habilidad y donde recae el verdadero sentido adivinatorio del medio.

Algunos profesionales recomiendan que la habitación donde se practique la videncia esté poco iluminada (la luz natural de unas velas sería óptima), y que la persona que vaya a utilizarla realice unas pasadas con sus manos sobre la bola para magnetizarla y conectar con ella.

En resumidas cuentas, se trata de uno de los oráculos más utilizados a lo largo de todos los tiempos. A parte de ser un canal de comunicación sensitivo, puede ayudarnos, gracias a su doble naturaleza, también como instrumento mágico, ya que se va impregnando con nuestra energía y magia.



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