Se trata de uno de los métodos adivinatorios más primitivos.
Posiblemente proviene de la adivinación a través de los espejos o incluso de
una videncia ocular aún más antigua que trataba de “leer” pozos de agua.
Aunque se sabe que los primeros en usar los cristales para
la adivinación fueron druidas Celtas de Gran Bretaña durante la Edad de
Hierro, su uso fue extendido en Europa por videntes, magos, hechiceros,
médiums y todo tipo de adivinadores en la Edad Media.
El filósofo Aristóteles,
el conquistador Alejandro Magno o el consejero de la Reina Isabel I de
Inglaterra, John Dee, fueron algunos de los personajes más conocidos
que a lo largo de la historia usaron este arte adivinatorio, que con el tiempo,
ha ido cayendo en desuso ante la aparición de nuevos métodos.
Aristóteles,
Alejandro Magno y John Dee (de izquierda a derecha).
La Bola de cristal como medio adivinatorio es una excelente
herramienta. Es mucho más que una simple bola de cristal pues están
cargadas magnéticamente con minerales, y por lo tanto son aptas para conectar
con las energías psíquicas. En definitiva se trata de un elemento mágico que
realmente puede ayudar a personas con el don de la videncia a descifrar cosas
que de otra manera no serían capaces de averiguar.
¿Cómo utilizarla?
Mediante la videncia, la intuición pero sobretodo la
concentración, se pretende que el vidente logre una conexión con la
herramienta, obteniendo visiones, ya sea a través de colores, formas, números,
etc. Estas visiones en muchas ocasiones se presentan de forma difusa y otras
veces con tal nitidez que sorprende. Pero es la habilidad en interpretar
esas formas o figuras donde el vidente demuestra su habilidad y donde recae el
verdadero sentido adivinatorio del medio.
Algunos profesionales recomiendan que la habitación donde se
practique la videncia esté poco iluminada (la luz natural de unas velas sería
óptima), y que la persona que vaya a utilizarla realice unas pasadas con sus
manos sobre la bola para magnetizarla y conectar con ella.
En resumidas cuentas, se trata de uno de los oráculos más
utilizados a lo largo de todos los tiempos. A parte de ser un canal de
comunicación sensitivo, puede ayudarnos, gracias a su doble naturaleza, también
como instrumento mágico, ya que se va impregnando con nuestra energía y magia.
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