domingo, 14 de julio de 2019

El chamanismo Parte XXI

La ceremonia transcurría, conforme los ícaros nos guiaban y el sonido del vómito les hacía eco. Uno por uno, todos empezaron a vomitar. Yo no, seguía lúcida y sobria. Empecé a dudar seriamente sobre los elogios mágicos que tanto me contaban de la ayahuasca. No quise ser ese ser humano magnánimo y crítico que juzga los atributos de la medicina vegetal, pero no lo pude evitar, yo vine a vivir una experiencia y no estaba sucediendo. Cuando la ceremonia ya estaba bastante entrada me acerqué por una tercera dosis y por fortuna, las mismas otras dos personas también. Mi asco ante el sabor era máximo en ese momento. Regrese a mi lugar y ahí sucedió todo.

Repentinamente sentí que una sensación ajena se apoderaba de mí. Una visita oscura acompañada de formas geométricas. La oscuridad que me sumergió en ese momento fue más profunda que ninguna otra que haya experimentado en mi vida. No era negro, era un color más pastoso y más desamparadamente oscuro. Unos demonios trepaban las paredes de ese poso de oscuridad alrededor mío. Pronto sentía su energía depositarse sobre mis costados. En una exhalación profunda abrí los ojos. Una parte importante del control de tu experiencia se lleva a cabo a través de la respiración, ya que la respiración es lo que te conecta con la vida y con ella manejas tu trabajo. Escapé momentáneamente de esa sensación demoniaca. Pero mis parpados fueron muy débiles y volvieron a sumergirse en el abismo demoniaco de mi alrededor. Me invadió la angustia, desesperanza e impotencia, era como esa paranoia del malviaje de mota pero en el infierno. Volví a respirar y abrir los ojos, a mi alrededor todo seguía igual, gente vomitando, gente viendo a Dios a los ojos, algunos extremadamente exaltados rompiendo todas las reglas del protocolo empezaban a gritar, a desplazarse en el templo y a tocar a la gente. Me concentré en eso, seguí respirando y la sensación oscura desapareció. Habrá durado 10 minutos. ¿Ésa es mi gran enseñanza?, me pregunté decepcionada, "no puede ser sólo eso", pensé.




Pero sí, sólo fue eso, había vuelto a estar lucida. Seguía observando lo que sucedía. Un chavo se sintió tan bien que decidió, de manera voluntaria, mearse en sus pantalones. 

Mientras presenciaba todo eso y la manera en la que el chamán a través de los cantos guiaba a la tranquilidad a esos chavos pensé en tomar una cuarta toma. Pero el sólo pensar en tomarla me daba ganas de vomitar hasta los intestinos, pero por desgracia no había podido regurgitar ni una sola vez. Era la única, y ganas no me faltaban. El chamán se acercó, uno por uno, a hacernos una limpia. Para ese entonces debían de haber pasado alrededor de dos horas y ya había tirado la toalla respecto a la experiencia espiritual. Debo ser de esas personas que no les pega la primera vez, y me resigne. De repente veo que mi amiga estaba igual de normal que yo y el chamán sorprendido le ofreció una cuarta toma, cuando fue mi turno la sorpresa fue igual y bromeo con todos que batíamos un record Guinness. Todos reían iluminados —y uno que otro meado— por las fuerzas cósmicas del universo.



Gracias por compartir Lulú.

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