Repentinamente sentí que una sensación
ajena se apoderaba de mí. Una visita oscura acompañada de formas geométricas.
La oscuridad que me sumergió en ese momento fue más profunda que ninguna otra
que haya experimentado en mi vida. No era negro, era un color más pastoso y más
desamparadamente oscuro. Unos demonios trepaban las paredes de ese poso de
oscuridad alrededor mío. Pronto sentía su energía depositarse sobre mis
costados. En una exhalación profunda abrí los ojos. Una parte importante del
control de tu experiencia se lleva a cabo a través de la respiración, ya que la
respiración es lo que te conecta con la vida y con ella manejas tu trabajo.
Escapé momentáneamente de esa sensación demoniaca. Pero mis parpados fueron muy
débiles y volvieron a sumergirse en el abismo demoniaco de mi alrededor. Me
invadió la angustia, desesperanza e impotencia, era como esa paranoia del
malviaje de mota pero en el infierno. Volví a respirar y abrir los ojos, a mi
alrededor todo seguía igual, gente vomitando, gente viendo a Dios a los ojos,
algunos extremadamente exaltados rompiendo todas las reglas del protocolo
empezaban a gritar, a desplazarse en el templo y a tocar a la gente. Me
concentré en eso, seguí respirando y la sensación oscura desapareció. Habrá
durado 10 minutos. ¿Ésa es mi gran enseñanza?, me pregunté decepcionada,
"no puede ser sólo eso", pensé.
Pero sí, sólo fue eso, había vuelto a estar
lucida. Seguía observando lo que sucedía. Un chavo se sintió tan bien que
decidió, de manera voluntaria, mearse en sus pantalones.
Mientras presenciaba
todo eso y la manera en la que el chamán a través de los cantos guiaba a la
tranquilidad a esos chavos pensé en tomar una cuarta toma. Pero el sólo pensar
en tomarla me daba ganas de vomitar hasta los intestinos, pero por desgracia no
había podido regurgitar ni una sola vez. Era la única, y ganas no me faltaban.
El chamán se acercó, uno por uno, a hacernos una limpia. Para ese entonces
debían de haber pasado alrededor de dos horas y ya había tirado la toalla
respecto a la experiencia espiritual. Debo ser de esas personas que no les pega
la primera vez, y me resigne. De repente veo que mi amiga estaba igual de
normal que yo y el chamán sorprendido le ofreció una cuarta toma, cuando fue mi
turno la sorpresa fue igual y bromeo con todos que batíamos un record Guinness.
Todos reían iluminados —y uno que otro meado— por las fuerzas cósmicas del
universo.
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