Bien sea porque queremos empezar a controlar nuestra propia energía, aprender a subir nuestra temperatura corporal, incluso a limpiar nuestra mente de pensamientos negativos, podemos recurrir a una práctica budista que ofrece resultados espectaculares.
Los monjes tibetanos que la practican son capaces de dormir a la intemperie a gran altitud, la noche más fría del año, arropados solamente con una sábana.
Científicos occidentales registraron los cambios producidos en su temperatura corporal durante la práctica de la meditación quedando totalmente sorprendidos, podemos comprobarlo en varios documentales que circulan libremente por la red.
No pretendemos alcanzar la maestría con la que ellos la ejecutan sin la práctica continuada que ellos ejercen, pero si podemos empezar a familiarizarnos con nuestro poder mental, nuestra energía con las ventajas que eso nos ofrece.
La técnica consiste en utilizar la práctica del pranayama o control del aire inspirado para distribuirlo por el interior del cuerpo a través de los nadis.
Aunque para la ciencia occidental está técnica sea apasionante por la capacidad de incrementar nuestra temperatura corporal, no es menos importante lo que nos ocurre a nivel energético.
El fuego interno que se nos despierta y que manejamos durante su práctica desbloquea y limpia todos nuestros chakras para poder conectar con este fuego que es nuestra sabiduría interior, se abren las puertas de la comprensión, de la compasión y del amor incondicional, aumenta nuestro nivel de energía además de elevar nuestras vibraciones.
A nivel mental la práctica del Tummo nos proporciona alegría, felicidad y gozo.
El grado de eficacia que alcances dependerá de tu entrenamiento en respiración, meditación y visualización.
No pasa nada si tienes poca experiencia, sigue practicando y
los resultados serán cada vez más satisfactorios.
Cómo realizar la meditación Tummo
Dado que al aumentar nuestra energía aumentamos la
temperatura suele realizarse al aire libre, preferiblemente en invierno, mejor aún
sentados sobre la nieve o hielo.
Las llamas van ascendiendo por cada nervio, arteria, vena de nuestro cuerpo, expandiéndose en todas direcciones.
De la misma manera que ascienden, descienden por nuestras piernas, por los pies, los dedos…
Estos canales que distribuyen nuestro fuego interno, van expandiéndose cada vez más.
Llegamos a la sensación de que todo nuestro cuerpo es un tubo gigantesco que contienen fuego y energía en expansión.
Notamos puntos de calor, en el segundo chakra, y en los chakras de las palmas de manos y pies, el calor es fuerte y deslumbrante en esas zonas.
Somos conscientes de que es nuestra respiración la que alimenta nuestro fuego interno como si fuéramos una gran hoguera.
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