La historia de
Alejandro y su resolución del nudo de Gordion no terminó así. Se dice que los
sacerdotes del templo que abrigaba este célebre nudo le dijeron que esa acción
era infame e infantil. Alejandro en su soberbia les dijo a los ancianos que los
iba a matar y ellos estallaron en una risa profunda. ¿Nos vas a matar? Es que
tu no puedes matarnos. Quieres decir que vas a hacerle daño a nuestro cuerpo
físico, nada más. Ni tú ni nadie puede matarnos, porque somos inmortales. Alejandro
reflexionó en ello y no hizo más comentarios: comprendió seguramente que lo
visible guarda el misterio de lo eterno en lo invisible.
Habría que arrimarse más a Heráclito que a Aristóteles o quizá a
Sócrates, que era todavía más jocoso y gracioso. Lo que no desatas en lo
visible no puedes desatar en lo invisible.
Esa lección no ha sido aún aprendida y la primera parte de la historia
es siempre dada y citada como un ejemplo de resolución genial aún hoy, por los
aristotélicos modernos. No obstante, es la segunda parte de la historia lo que
cuenta.
La otra historia paralela es la del Huevo de Colón. Se dice que en una reunión con los expertos de la época, Cristóbal Colón elevó un huevo y dijo: ¿Quién puede sentarlo sin usar ninguna base? Nadie supo resolver el enigma. Entonces, el genovés cascó suavemente el huevo en el lugar de la bolsa de aire y el huevo quedó parado sin más. Por cierto el caso es que todos estaban comiendo huevos sancochados. En el huevo no hervido, esa bolsa de aire existe. Esa si es una solución viable ya que el huevo no cambió su forma visible y por ende, nada cambió en su forma invisible. Las dos historias, la del nudo gordiano y la del Huevo de Colón, son ejemplos de la necedad y, a la vez, de la inteligencia humana. El huevo es también un nudo.
En el registro
óntico, ello es –en las regiones arquetipales de los principios y de las formas
universales- desatar un nudo y eliminar las ataduras es una acción que posee el
sentido de liberación y el comienzo de una vida a otros niveles y a otras
distancias del centro, lugar ejemplar de la verdad óntica: una acción
liberadora. Lo óntico es lo existencial y el ser es el principal personaje de
este plano. Como figura ejemplar, el nudo sugiere la existencia de un enlace o
de un entrelazamiento, una unión.
En las bodas
ortodoxas, el sacerdote ata las muñecas izquierda y derecha del hombre y de la
mujer, respectivamente, con un pañuelo inmaculado y nuevo, y pronuncia las
célebres palabras del Apocalipsis: Lo que Dios ha atado en el cielo también lo
ha atado en la tierra y nadie puede desatarlo. Hay que ver que los cristianos
ortodoxos aceptan hasta tres matrimonios en la vida de un hombre o de una
mujer. A veces uno puede equivocarse, dice la doctrina ortodoxa. Otras veces,
tal vez por el apuro, no has acertado. Pero en la tercera vez ya no tienes
excusa: lo atado en tierra, en el cielo es anudado y no hay quien desate ese
nudo.
En el rito babilónico del matrimonio, poética reunión, se saca un hilo de la ropa del novio y otro de los vestidos de la novia, para luego atarlos juntos. Asimismo, en los templos masónicos, la cuerda de nudos representa la pertenencia al rosario de los filósofos después de la iniciación mística que ata al adepto a la interminable cuerda de los sabios eternos de antaño y del porvenir: el rosario de oro. Eres un eslabón-nudo de la infinita cadena de los iniciados en el arte de la construcción de sí mismo. A la vez, esa unión es un lazo, un solo nudo que une a todos los “constructores” operativos o “simbólicos” , como se llaman.
Recuerdo que en la iniciación masónica se le cuelga al solicitante al cuello una soga de horca. Esto es ya otro cantar, ¿Qué sentido puede tener tal acción?
Pues, se trata de “curarse en salud”: como ya tienes al cuello la soga
de los condenados, nunca en esta vida ocurrirá eso. Se consume una posibilidad
y se prohíbe una ocurrencia: “ya eso pasó”, diría el gesto. Desde ahora eres
libre de ser colgado y jamás se te pondrá de nuevo en la situación de ser
ahorcado.
El nudo evoca también una relación social y a la vez cósmico, con la
vida primordial, con la eternidad y el infinito. La cinta de Moebio y la
botella de Klein son otros tantos nudos o espacios topológicos de la matemática
celeste. El nudo es asociado a la vida: toda persona es un nudo y como tal
posee un nombre. ¿Haz mirado con atención los jeroglíficos egipcios? La cuerda
anudada designa el nombre y la existencia individual del ser. Es el nudo de
Isis que se hace, a veces, con una trenza de zapato y sugiere la inmortalidad
del ser.
Para que la energía vital no se aleje del cuerpo y así escaparse del
nexo que la une al ser, los egipcios portaban al cuello o a las muñecas o a los
tobillos, talismanes de tipo brazalete o collares compuestos de una cierta
cantidad de nudos.
También
confeccionaban los egipcios una cuerda de siete nudos para atar o anudar por
siempre a los siete genios negativos de la semana. En realidad se trata de las
siete aperturas de la cabeza, no de los siete días de la semana. Dos ojos, dos
orejas, dos ventanas de la nariz y la boca, hacen la suma de siete y sus nudos
producen en el plano invisible el cierre energético de esas puertas cefálicas.
El nudo es un medio de defensa contra toda magia negativa. Nadie puede entrar ni penetrar siquiera, si hay un nudo en el medio. No obstante, los brujos usan esta ciencia para infligir mil problemas al ser: ahorcan en lo sutil, sellan la boca, primero en lo invisible y como consecuencia el individuo queda mudo también en lo visible; separan los miembros y arrancan las entrañas, simplemente haciendo nudos a una cuerda murmurando un encantamiento diferente en cada nudo que están realizando. El encantamiento podría ser anulado al desatar los nudos. ¿Qué percibimos con todas estas informaciones? Pues, todo. Es un hecho que el contacto con lo material puede partir de lo lejano o lo invisible y así, el reflejo se manifiesta en lo cercano y lo visible. Por otra parte, hacer un nudo en lo material ata en lo invisible pero lo mismo ocurre si la acción se realiza desde lo invisible hacia lo visible. El nudo responde muy sensiblemente al término de viceversa. Es un palíndromo, un laberinto en el cual se entra pero del cual se puede y debe imprescindiblemente, salir. No obstante, para salir debes llegar al centro y allí enfrentarte a lo que los griegos llamaron minotauro, el monstruo. Ese minotauro se vence con la concentración en un solo punto de todo pensamiento y duda. Concentrarse y luego contemplar, para alcanzar la calma de “estar en el medio”, la meditación. Luego, salir por el mismo camino con la ayuda del hilo de Ariadna que hemos dejado desovillar del ovillo de nuestra memoria. Todo ello tiene hoy día un profundo sentido operativo que solo puede aprenderse de un maestro que ya ha hecho el camino y conoce el trayecto de ida y vuelta, de entrada y retorno por las vías intrincadas del laberinto. El laberinto es un nudo y viceversa. Por lo tanto, Dédalo es el creador de la ciencia de los nudos.
¿Recuerdan cómo hizo Dédalo para resolver el enigma del caracol? Para hacer el cuento corto, voy a presentar brevemente la historia de la hormiga. El rey Minos quiso saber donde se encontraba después de su huída a Creta. Presentó a todos los países cercanos un enigma con la sugerencia de un premio en oro para el que lograra resolverla. El problema era cómo meter un hilo muy delgado por el laberinto de una concha o caracol de Nautilus. Dédalo, en aquellos días descansando en Sicilia, ató a las patas de una hormiga el hilo y al otro cabo del caracol puso un poco de miel. La hormiga entró en la concha, y paso a pasito, viajó por el intrincado nudo natural del molusco y salió por el otro lado, arrastrando el hilo. Luego hizo Dédalo dos nudos al hilo, uno a la entrada y otro a la salida y con esa resolución fue mandado el caracol a Minos. ¡Ah! -exclamó el rey- ¿De dónde viene ese caracol? ¿Dónde le han resuelto el enigma? ¿Dónde han realizado la hazaña?. Pues en Sicilia, majestad. Viene de Sicilia. –Ese es Dédalo. Nadie más que él pudo hacerlo. Búsquenlo y tráiganlo aquí para darle mis excusas por haberle causado tantos problemas –dijo Minos-. Se dice que Dédalo jamás retornó a Creta. El nudo es Un hecho Esta hecho De nada Y es la nada Materializada Y transubstanciada En el Mundo De las cosas Tangibles expresadas
Definición filosófica: el nudo es una combinación de dos aspectos
complementarios o el entrelazamiento de una superficie continua cuya longitud
es reducida por un enlace.
“Desligado” en latín es “denudato”, y en la lengua de los ángeles es
un vacío, llamado en italiano “congelatto”. En la lengua de los niños “deshacido”,
y en la lengua de los sabios: “revelado”
La gente cree que los nudos son un pasatiempo infantil de los marineros. Conocí un hombre que, a los cincuenta años no sabía hacer el nudo de su corbata y pedía, en la mañana, a cualquier colega, el favor de hacerlo. Este individuo estaba obligado a ir con corbata, dada la naturaleza de su trabajo. El hecho de que otro te haga un nudo en una cinta y luego, estar tú obligado a ponértela, por los requerimientos de la circunstancia es, en apariencia, inofensivo. Pero el nudo del cuello es para controlar algo, para atar algo, para concentrar lo que está suelto. En ese preciso caso, la corbata y su nudo se usa, en el plano mágico, para proteger de la palabra vana, es decir atar el flujo verborréico que ciertas personas dejan salir irremediablemente de su garganta. También concentra y por ello regula la respiración.
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