jueves, 3 de diciembre de 2020

Como ser un alquimista Parte VIII

El Elegido

 

               Parte C

              



Meurois-Givandan haciendo eco de los habitantes de la mágica región del

            Shambhala comentan:

 

“La humanidad pasa hoy por el umbral de la muerte iniciática. Las civilizaciones y las criaturas terrestres, en todos los niveles, se pudren en el Athanor que se han moldeado. No es ni un bien ni un mal sino una realidad necesaria. Por eso la regeneración iniciada hace dos mil de vuestros años conoce ahora la continuación de su desarrollo. Por eso también ha sonado la hora en el Gran Reloj de que Shambhala se dirija de manera directa a los hombres..., o por lo menos a los que quieren

convertirse en Hombres. Por ello, finalmente, os guiaremos en este reino al que llamamos también Shangri La... Hay que alimentar el fuego del Athanor.”

 

Es hora de terminar con el deterioro de nuestra vida. Por mucho tiempo hemos sido muy superficiales, y nos hemos contentado, con lo que vivenciamos a través de nuestros sentidos físicos; Vista, oído, tacto, olfato y gusto.

 

Existen otros sentidos, que podemos desarrollarlos por nosotros mismos la veracidad oculta, estas facultades hay que conseguirlas, no vienen por casualidad, sino más bien por causalidad, por lo que a nadie se le da aquello que no está dispuesto a trabajar para conseguirlo.

 

Todos los metales se disuelven en mercurio, y el mercurio es la base del trabajo alquímico, pero ¿qué metales son los que deben disolverse en el mercurio? ; antes de nada, tenemos que entender que los metales, no son los minerales como el hierro, estaño, plomo, cobre, etc., los metales en este caso son nuestros defectos de tipo psicológico, a los que hacíamos alusión anteriormente, ellos como la parte más pesada en nosotros, son los que nos alejan de nuestro Real Ser, o Dios interior; para mantenernos ilusionados con la vida materialista, y por lo tanto, debemos destruirlos, disolverlos, con nuestro mercurio, es decir, con la energía más potente que tiene todo humano, aquélla, que es capaz de dar vida a un nuevo ser.

 

Un cuerpo sólido, como es el hielo, con la acción del calor se disuelve para convertirlo en líquido, si ese calor es más intenso, el mismo líquido termina evaporándose. De la misma manera nuestras aguas mercuriales pueden ser evaporadas, con la acción del calor y del fuego.

 

En las estrellas los átomos de hidrógeno, helio, carbono y nitrógeno se transforman constantemente unos en otros.

 

En la tierra los cuerpos de las tres series radiactivas del actinio, el torio y el radio, cambian varias veces de naturaleza, mediante pérdida de partículas hasta convertirse en plomo estable.

 

En los reactores nucleares se producen transmutaciones y también se obtienen éstas artificialmente bombardeando los cuerpos con partículas aceleradas.

 

Cómo podemos comprobar la transmutación es un fenómeno muy común en la naturaleza, por lo que nos preguntamos, ¿por qué en nuestra naturaleza humana, no se da?, o ¿acaso si se dé, si sea posible, pero lo hemos olvidado?.

 

Debemos saber que la transmutación alquímica, fue un hecho y sigue siendo una realidad, para quien ha sido elegido para trabajar de manera religiosa, no quedándose atorado en ninguna fórmula dogmática de creencia, sino más bien, buscando el hondo significado de la palabra, que nos hace religar o volvernos a unir. La alquimia no es una creencia, es un acto de fe (4            Entendiendo la fe como experiencia vívida.)

 

Quien ha sido elegido para emprender esta tarea, no sabe si su final, será coronado con el triunfo, ni se le garantiza algo que pudiera exigir en un momento dado, solo sabe que está puesto en el camino correcto.

 

Encontraremos muchas desviaciones que a simple vista nos puedan parecer útiles, pero en su engaño se esconde el fracaso, no debemos desviarnos del camino recto, pues él, nos conduce hacia la luz del Padre.

 

A pesar de las buenas intenciones de quien nos aconseje en un momento dado, es menester que nuestra prioridad esté en el cielo, que sea lo máximo, que vibre nuestra conciencia anhelante, mientras que las necesidades en la tierra serán cubiertas por nuestro Padre-Madre, que según San Agustín: Él es más íntimo a mí, que yo mismo.

 

Si hemos comprendido el camino de la alquimia, con todo lo que implica esta labor, seamos consecuentes en pensamiento y obras, para que nuestras transmutaciones sean llenas de gloria, poder y fuerza.

 

En El Evangelio según Tomás Apócrifo-gnóstico, versión bilingüe copto-castellano en el V. 82, se puede leer lo siguiente: Jesús ha dicho: Aquel que está cerca de mí está cerca del fuego, y aquel que está lejos de mí, está lejos del Reino.

 

Salamandra en latín (salamandrae), viene de sal y mandra, que significa establo y también cavidad de roca, soledad, eremitorio. Salamandra es pues, el nombre de la sal de establo, sal de roca o sal solitaria. Vemos que tras este nombre aparentemente irrelevante existe toda una enseñanza alquímica, que proporciona desorden a quien no controla a sus salamandras (elemental del fuego) y por el contrario quien es capaz de ordenarlas se ponen a su merced. Así quien sabe ordenar y organizar a estos elementales ígneos crea un nuevo reino de paz, amor y felicidad.

              Así mismo tenemos el caso del nacimiento de Jesús (El nuevo Sol) que                       nace en un establo en soledad y quien el mismo Rey de Reyes dijera: “Yo                   soy el Espíritu y la vida, y he venido a prender fuego a las cosas”.

Así mismo y siguiendo con el Evangelio según Tomás Apócrifo-gnóstico en el V. 49, podemos leer: Jesús ha dicho: Bienaventurados los solitarios y los elegidos, pues encontraréis el Reino, pues habéis salido de él y de nuevo volveréis a él.


Cada hombre que se aleja de la sombra ya es sacerdote en el fondo de su corazón.


Ayer, hoy y mañana, la Gran Fuente ha cuidado, cuida y cuidará de separar los cuatro elementos primarios.


Los cuatro elementos primarios se hallan juntos, dos a dos, en la piedra en formación, porque la sal posee en sí el fuego y el aire necesarios para la unión del azufre tierra y del mercurio agua.


Víctor Hugo, el gran humanista (iniciado), escribió lo siguiente:


El hombre es la más elevada de las criaturas.

La mujer es él más sublime de los ideales.

Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar.

El trono exalta; el altar santifica.

 

El hombre es el cerebro.

La mujer el corazón

El cerebro fabrica la Luz; en el corazón se produce el Amor.

La Luz fecunda; el Amor resucita.

 

El hombre es fuerte por la razón

La mujer es invencible por las lágrimas.

La razón convence; las lágrimas conmueven.

 

El hombre es capaz de todos los heroísmos

La mujer de todos los martirios.

El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.

 

El hombre tiene la supremacía

La mujer la preferencia.

La supremacía significa la fuerza; la preferencia representa al derecho.

 

El hombre es un genio

La mujer un ángel.

El genio es inmensurable; el ángel indefinible.

La aspiración del hombre es la suprema gloria.

 

La aspiración de la mujer es la virtud extrema.

La gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.

 

El hombre es un código.

La mujer un evangelio.

El código corrige; el evangelio perfecciona.

 

El hombre piensa

La mujer sueña.

Pensar es tener en el cráneo una larva; soñar es tener en la frente una aureola

 

El hombre es un océano

La mujer es un lago.

El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.

 

El hombre es el águila que vuela.

La mujer es el ruiseñor que canta.

Volar es dominar el espacio. Cantar es conquistar el alma.

 

El hombre es un templo.

La mujer es el Sagrario.

Ante el templo nos descubrimos; ante el Sagrario nos arrodillamos.

 

En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra. La mujer donde comienza el cielo.

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