Como ser un alquimista Parte XI
III La
Voluntad y la Paciencia
Parte II
Fulcanelli nos ilustra con sus
palabras en el momento que se debe trabajar: Una cosa que nace de noche que necesita de la noche
para desarrollarse y que sólo puede trabajarse durante la noche.
Así mismo
otro alquimista, en este caso Eugéne Canseliet, afirma: La piedra filosofal se desarrolla en la oscuridad.
Es claro
que no es capricho de nadie el esperar a que reine la majestad de la noche,
sino más bien es un proceso lógico, normal y necesario, porque de otra manera
no germinaría la semilla...
El sabio se refugia en la noche para trabajar junto
con su consorte, se disponen a cambiar su naturaleza.
Nos hemos abandonado a la vida por mucho tiempo,
teniendo como resultado, un desorden y el regreso al sendero de la iniciación
nos exige esfuerzos de voluntad continuados, o mejor aún, superesfuerzos.
Necesitamos de una disciplina que
nos impulse siempre hacia nuestra meta. Ya sea a favor del viento o contra
todos los vientos.
Nuestra vida he de ser y transcurrir en completa
armonía, no se trata de ir anunciando a discreción lo que uno vive y practica,
más bien se trata de ser consecuente con lo que uno está viviendo, por lo
mismo, dentro de esa interiorización que se requiere, debemos ser pacientes
para poder disfrutar de los frutos de la acción, en su momento justo y no
antes.
No pretendamos llegar a santos sin haber reconocido
que somos diablos. Para convertirnos en santos, debemos destruir antes, todas
las imágenes tenebrosas que cargamos en nuestro subconsciente. Todos los
filósofos empezaron del mismo punto, es decir desde la ignorancia.
El alquimista errante pierde el tiempo, solo su
propia naturaleza puede hacerle que retome el camino correcto, las
amonestaciones pueden ser severas y por lo mismo no dejarle descansar, hasta
que retome el sendero correcto, el camino de la perfección.
El hombre es traído a la perfecta luz por cuatro
caballos, que son: Voluntad, Fe, Ayuda y Amor. Lo que el hombre tiene voluntad
de hacer, lo hace, pues también tiene el poder de hacerlo. Un conocimiento de
ese poder es Fe, y cuando la Fe se mueve, el alma comienza a volar. La fe
egoísta no nos conduce a la luz. El peregrino no está solitario en el camino hacia la luz, y nunca
escala las alturas si no ayuda a otro a alcanzarlas. El caballo que toma la
delantera en el camino hacia la vida espiritual es el Amor; el Amor puro de
egoísmos (.El Dios Apolo representa para la mitología griega esa misma personificación del Amor.).
Será menester tener la paciencia de Job para poder
llegar al nacimiento segundo y no caer en el abismo. Por lo que el alquimista,
como ya comentábamos anteriormente, es probado muchas veces. Las pruebas tanto
en los mundos internos como en el mundo físico, son puestas por la Ley Divina,
aquella que todo ve y que conoce de nosotros hasta lo más íntimo.
Su justicia
siempre es objetiva e imparcial y aunque nos cueste reconocerlo recibiremos
siempre lo que merecemos. Y esto no solamente es aplicable al camino de la
iniciación o alquímico, sino también a la misma vida común y corriente.
Se dice que Dios escribe con renglones torcidos,
pero no hay duda que nada ocurre ni se mueve sin su consentimiento. De esta
forma, es necesario que nuestra paciencia sea inagotable y que nuestra humildad
nos permita entrar en el jardín de las delicias, donde podamos disfrutar de
todo sin miedo a ser reprendidos.
El alquimista activo y ya forjado en la fragua
encendida de Vulcano tiene una regla, que como tal se obliga a cumplirla. No es
una conducta caprichosa sino más bien, es el modo más correcto para seguir en
esta vía, sin miedo a verse truncada en su marcha hacia la autorrealización:
Debe decir poco, hacer mucho y callar siempre.
Se dice que el silencio es la elocuencia de los
sabios, un silencio que implica respetar a los demás, pues cada uno mantiene
sus propias ideas, pensamientos y en general una manera de ver la vida según su
criterio. Por lo tanto, no interferir en los demás, es saber que se encuentran
en un nivel del Ser distinto...
La vida espiritual es consecuencia de un trabajo
interno, cimentado en experiencias vividas y no en teorías leídas. Puesto que
al fin y al cabo las teorías no conducen más que a llenar con unos pocos datos
nuestro intelecto, que incluso en un momento, dado puedan que nos sirvan o que
sean un obstáculo en nuestro desarrollo interior.
En el
trabajo alquímico, hay momentos de reposo y otros de acción, tal vez la mente
ordene y hasta exija descender a la novena esfera para unirse con su consorte,
pero si el período que sé esta viviendo es de reposo, debe respetarse. Nunca se debe
violentar a la naturaleza, es aquí donde podemos comprobar la sabiduría innata
de la Madre tierra, invitándonos a que sigamos sus pautas.
Si hay períodos de sequía y otros de lluvias, es
porque se requiere que todo fenómeno natural se vaya ubicando en su lugar, de
manera natural y no forzada.
El trabajo ha de ser con fuego vivo, que produzca
la combustión requerida y con agua que lubrique la tierra donde debemos labrar,
así encontraremos tiempo para sembrar, esperar y cosechar.
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