martes, 29 de diciembre de 2020

Como ser un alquimista Parte XII



 III  La Voluntad y la Paciencia

 

Parte III

 

Los antiguos designaban a menudo la alquimia con el nombre “Agricultura Celeste”, porque ofrece en sus leyes, en sus circunstancias y en sus condiciones la más estrecha relación con la agricultura terrestre.


Hoy por hoy podemos hablar de las cosas por sus formas, pero hablar de las mismas cosas por su naturaleza es muy distinto, y al fin y al cabo, lo que más nos interesa es llegar a la raíz de todo. Para ello es menester que nos mantengamos en serenidad, y bien alertas, para no dejarnos llevar por la fantasía y creencias de nuestra charla y miedos mentales.


Nuestra serenidad, voluntad y paciencia son probadas constantemente, el alquimista debe convertirse en un ser humano totalmente equilibrado, lejos ya de ser víctima de sus deseos o apetitos carnales. El animal del deseo, es tan denominador y avasallador que si no se está muy sereno y firme en el trabajo que hemos emprendido, termina subyugándonos en su propio círculo vicioso, impidiéndonos por lo mismo, proseguir con fuerza en tan magna Obra.


La serenidad nos permite ver con sosiego y calma, la amenaza que nos acecha; nuestra calma conscientita, nos permitirá observar y retirarnos para no ser atropellados por el fuego arsenical o fuego venenoso, que el deseo descontrolado lleva en sus entrañas. La luz arsenical, es aquella que nace de los instintos más pasionales del individuo, incluso podríamos decir también, de nuestros apetitos carnales, sexuales.


El fuego o luz arsenical, es alimentado por nuestros defectos de tipo psicológicos, es lo que los alquimistas del medioevo venían a calificar como el mercurio seco, el cual debería ser eliminado para que se pudiera desarrollar el trabajo con el mercurio rojo, imprescindible para que el azufre lo pueda fecundar y así dar paso al nacimiento segundo.


Es importante que sepamos caminar, de manera firme y sin dudas, ya que el sendero es largo y las dificultades nos acechan constantemente. El símbolo adquiere en esta filosofía una gran importancia, ya que es el modo y medio por el cual se transmite la enseñanza regeneradora que estamos estudiando y como pichones aplicándola según la capacidad de comprensión en la que nos encontramos.


La serpiente con cabeza de toro o macho cabrío o incluso, con cabeza de perro, suelen hacer alusión al fuego animal, que está en cada uno de nosotros.


En muchos casos el símbolo es dual, por lo que hay que ver el emblema sin prejuicios y comprendiendo muy bien todo su significado. Por ejemplo, si hemos dicho primeramente que la serpiente con cabeza de toro alegoriza al fuego animal, también diremos que ésta misma divisa puede hacer alusión al verbo, ( la palabra.)


La serpiente con cabeza de perro, es una alegoría al mercurio de la filosofía secreta, mediante el cual se puede realizar la Gran Obra.


Así encontramos una alusión a la serpiente regeneradora en el Bhagavad Gita en su texto 28 C. 10: De las armas soy el rayo; entre las vacas yo soy la Surabhi, productora de abundante leche. Entre los procreadores yo soy Kandarpa, el dios del amor, y de las serpientes soy Vasuki, la principal.


Un ejemplo claro de la dualidad del símbolo lo tenemos en la serpiente de bronce que sanaba a los israelitas en el desierto y la serpiente Pitón de siete cabezas que Apolo hirió con sus dardos. La primera hace alusión a la parte regeneradora llamada por los indostaníes “Kundalini”, y la segunda, a la serpiente tentadora o degeneradora.


Hablando de la doctrina de los Naasenos, Hipólito dice que la serpiente mora en todos los seres y cosas, como si los seres fueran los templos. A la serpiente se consagra todo santuario, toda iniciación y todo misterio. Esto nos hace recodar (dice, C. G. Jung) inmediatamente la siguiente frase de la Tabula Smaragdina: Este es el Padre de la realización de todo el mundo.


Estos Naasenos dicen que la serpiente es la sustancia húmeda, exactamente lo que decía también Tales de Mileto para quien el agua era el elemento originario, y que ningún ser en general, ni los inmortales ni los mortales, ni los vivos, ni los inanimados, puedan existir sin ella. Esta definición de la serpiente coincide con la del mercurio alquímico, que es igualmente un agua, precisamente el agua divina. Es lo húmedo radical y el espíritu de la vida, que mora no sólo en todas las criaturas vivas sino además como alma del mundo, en todo lo existente.


Hipólito continúa: A ella (la serpiente) están subordinadas todas las cosas, y ella es buena, y contiene en sí todo, como en el cuerno del toro unicornio. Ella da la belleza y la madurez de todos los seres... De suerte que la serpiente es, lo mismo que el cuerpo del unicornio, un alexifármaco y además el principio que hace madurar y realizar todas las cosas.


Añade Hipólito: La serpiente lo penetra todo pues es como si proviniera del edén y se dividiera en cuatro principios.


A continuación pongamos atención al siguiente monólogo, el cual describe con una precisión inigualable a nuestra serpiente:


“Soy el dragón impregnado de veneno, que está en todas partes, y al que fácilmente se puede alcanzar. Aquello sobre lo que descanso y que descansa en mí, será captado por aquel que oriente su búsqueda según las reglas del arte. Mi agua y mi fuego destruyen y reúnen; de mi cuerpo extraerás al león verde y rojo. Pero si no me conoces bien, destruirás tus cinco sentidos con mi fuego. Mi nariz exhala cada vez más fuerte un veneno que ha causado la muerte a muchos. Por ello necesitas separar con arte lo burdo de lo fino, si no quieres deleitarte con la pobreza extrema. Te regalo las fuerzas de lo masculino y de lo femenino, así como también las del cielo y de la tierra. Con valor y amplitud de miras has de manejar los misterios de mi arte, si me quieres vencer con la fuerza del fuego, en lo cual muchos han sufrido daños en sus bienes y su trabajo. Soy el huevo de la naturaleza, sólo conocido por los sabios, los que, piadosos y modestos, obtienen de mí el microcosmos, preparados por Dios, el Altísimo, para todos los hombres, pero concedido sólo a los menos, mientras los más lo ansían inútilmente, a fin de que con mi tesoro puedan hacer bien a los pobres y no subordinen su alma al oro perecedero. Es llamado Mercurio por los filósofos; mi consorte es el oro (filosofal); Soy el viejo dragón, que se encuentra por doquiera en el globo terrestre, padre y madre, joven y anciano, muy fuerte y muy débil, muerte y resurrección, visible e invisible, duro y blando; bajo a la tierra y subo al cielo, soy lo superior y lo inferior, lo más ligero y lo más pesado; con frecuencia se invierte en mí el orden de la naturaleza, por lo que respecta a color, número, peso y medida; en mí está encerrado, salgo del cielo y de la tierra; soy conocido y no existo por completo ni en absoluto; en mí lucen todos los colores y todos los metales, gracias a los rayos del sol. Soy el carbunclo del sol, la nobilísima tierra aureolada, por medio de la cual puede transformar en oro el cobre, el hierro, el estaño y el plomo”. (Aurelia Oculta, parte II)


Esta claro, que los misterios encerrados en las frases veladas eran dirigidos solo a quien ya sabía de estos trabajos, así mismo nos quedamos admirados en todas las verdades que con el tiempo el trabajador en la Obra puede ir desvelando y por lo tanto conociendo su verdadero significado, pedimos, una y otra vez, que nos mantengan en la comprensión de estos misterios. Para muchos, frases incoherentes que están más cerca del diablo que de Dios, sin embargo para otros, loables palabras que encierran el Gran Amor que existe por la humanidad doliente, ese Amor maternal que todo le perdona y que nada exige.

  

Es importante que caminemos hacia el Ser, siendo Él, el fundamento de todas nuestras virtudes. Ya que si nos olvidamos de nuestra Divinidad, quedaremos más pronto que tarde en desgracia, y de nada nos habrá servido todo el trabajo realizado.

 

 

 

 

 

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