CHAMANISMO: LA AYAHUASCA Parte IV
Esto es lo que aprendí de aquella experiencia. Parte IV
Pero sí, sólo fue eso, había vuelto a
estar lucida. Seguía observando lo que sucedía. Un chavo se sintió tan bien que
decidió, de manera voluntaria, mearse en sus pantalones. Mientras presenciaba
todo eso y la manera en la que el chamán a través de los cantos guiaba a la
tranquilidad a esos chavos pensé en tomar una cuarta toma. Pero el sólo pensar
en tomarla me daba ganas de vomitar hasta los intestinos, pero por desgracia no
había podido regurgitar ni una sola vez. Era la única, y ganas no me faltaban.
El chamán se acercó, uno por uno, a hacernos una limpia. Para ese entonces
debían de haber pasado alrededor de dos horas y ya había tirado la toalla
respecto a la experiencia espiritual. Debo ser de esas personas que no les pega
la primera vez, y me resigne. De repente veo que mi amiga estaba igual de
normal que yo y el chamán sorprendido le ofreció una cuarta toma, cuando fue mi
turno la sorpresa fue igual y bromeo con todos que batíamos un record Guinness.
Todos reían iluminados —y uno que otro meado— por las fuerzas cósmicas del
universo.
Bebí la cuarta toma. Un suspiro cósmico fue el tiempo que transcurrió para que repentinamente me encontrara cara a cara con Dios. ¡He llegado! Por fin, había llegado. Nada se compara con esa experiencia. Fui una con el universo. Yo era el universo, yo era tú, yo era un "y" atemporal y una "o" interrogativa infinita. Fui presente, pasado y futuro. Sentía la energía de mi cuerpo desenredarse, nudo por nudo alrededor de mi columna vertebral. Reí, me divertí, jugué con mi alma a "las traes", paseé por dimensiones olfativas, perdí la noción del tiempo y del espacio, porque yo era el tiempo y espacio. Nunca me divertí tanto, nunca me alivié tanto, nunca fui tan esplendorosamente feliz. Reía sola. Reía con mis vecinos de viaje. Reía con esas creaturas fosforescentes con las que dialogaba mientras tomaba una eternidad en ponerme en sweater. Lloré todas las penas que no sabía que podían retener líquidos y por fin el santo grial: vomité. Vomitar en ayahuasca es lo más bello que puedes hacer, porque no es una vomitada física, estas vomitando algo interno, puede ser desde un rencor con tu madre de cuando tenías 15 años, puede ser vomitar un enojo, una perdida o vomitar tu ego que no te deja avanzar. Frente a frente conmigo me abracé y crecí, me convertí en una deidad, descubrí el camino hacía todas las intenciones que quería trabajar. Estaba muriendo a la inversa. Estaba renaciendo. Dicen que tu vida pasa frente a tus ojos antes de morir, eso sería el efecto del DMT que se expulsa en tu organismo, pues es muy probable que eso sea cierto. Me maté conscientemente para reencarnar en el sujeto que quiero ser, ahora la elección de vivir fue mía.
La ayahuasca me enseñó una lección de
humildad, de ser sólo un simio microscópico en el esquema universal. Ver lo que
popularmente se conoce como "nuestros propios demonios" con la
lucidez y la capacidad energética que brinda la ayahuasca puede ser una
bendición si es que sabes como enfrentarlo. Fue un renacer. Algo en mí ha
cambiado. No digo que ya no sea atea o escéptica, pero es un conocimiento que
ha permeado mi vida. Es como ver alienígenas, es difícil que te crean y difícil
explicar algo que es desconocido en la psique humana, pero la gente que los ha
visto sabe. Todos están unidos en un entendimiento del universo diferente,
porque han visto y ahora saben. Es maravilloso llevar a los limites las
capacidades de tu cerebro. Volvería a hacer ayahuasca pero no se cuándo. La
recuperación es dura. Terminando la ceremonia en un abrir y cerrar de ojos, así
como te pegó, así aterrizas. La ayahuasca es una abducción alienígena. Regresas
agotado, es como haber corrido un maratón espiritual. Sin embargo físicamente
estás como nuevo y podrías ir a hacer un triatlón.
Probablemente la ayahuasca no es para todos, tienes que estar dispuesto a adentrarte en la profundidades de tu inconsciente y tener una poderosa y larga experiencia espiritual. Pero cuando vas sin miedo y dispuesto. Es una experiencia que te cambia la vida. La ayahuasca no te da lo que quieres, sino lo que necesitas. A la experiencia psicodélica viene intrínseca en un cambio real perdurable. Tal vez sí sea un short-cut a la meditación y al psicoanálisis, pero por lo menos mientras sanas tu alma te contactas con algo mucho más amoroso y poderoso que jamás podrías imaginar.
He fortalecido mi inteligencia
existencial. He sido tiempo y espacio, he muerto y renacido, he llorado,
perdonado, amado y agradecido. Después de haber vivido intensamente estas
emociones creo que me puedo abocar a vivir mi vida, sin preocupaciones, sin
rencores, sin ego. Simplemente vivir de la manera más pura y colorida la vida.
No le tengo miedo a la muerte, le tengo ganas a la vida. Doy gracias a la
popularización de la ayahuasca por esta muerte chiquita que me ha enseñado
tanto sobre la inmensa vida.
Construcción del tambor Chamánico
El tambor chamánico, o tambor ceremonial es
un instrumento sagrado muy antiguo, construido y utilizado por diversas
culturas en el mundo con fines rituales, de introspección, de sanación, o para
celebraciones de diversa índole. Los chamanes describen el sonido del tambor
como “la Voz de los Espíritus”.
Sin embargo, es el toque del tambor lo
que se asocia, en su simbología, al ritmo que rige el Universo. ”El tambor es
una barca espiritual que permite pasar del mundo visible al invisible. Está
ligado a los símbolos de la mediación entre cielo y tierra”. Así pues, cada vez
que se utiliza el tambor, entramos en comunicación con el eje del mundo, lo que
permite a quien lo utiliza adentrarse en el mundo divino.
Alce Negro dice: “La forma redonda del
tambor representa el Universo, y su toque regular y fuerte es el pulso del
Corazón que late en su Centro. Es como la voz del Gran Espíritu. Este sonido
nos pone en movimiento y nos ayuda a comprender el misterio y el poder de todas
las cosas“.
¡ Ven a crear tu propio Tambor
Chamánico ¡
El camino del chamán no tiene fin. Soy un hombre muy, muy viejo, y todavía soy un bebé ante el misterio del mundo, lleno de admiración reverencial. – José Matsuwa, chamán Huichol.
Materiales:
Piel de cabra 8 pies,
círculo de 41 cm de diámetro de madera de haya,
1 lápiz,
1 regla,
1 tijeras para la piel,
1
sacabocado.
Pasos:
Apoyar el círculo de madera en la piel
y dibujar con un lápiz el diámetro.
Medir 14,5 cm desde el diámetro de 41cm en la parte exterior y marcar varios puntos con el lápiz. Juntarlos dibujando la circunferencia y cortar la piel. Obtenemos una circunferencia de 219,8 cm.
Con el resto de la piel hacer 24 tiras de aproximadamente 1 cm x 65 cm y otras tiras de 2 cmx 65.
poner en remojo la piel y las tiras, comprobando hasta que se suavizen.
Un tiempo de alrededor de 3 horas.
Estirar
los extremos de las tiras, una a una, con suavidad, para que se
alarguen.
Dividir la circunferencia de 219,8 por 24 (número de bandas) – 9,1 cm.
Marcar un punto cada cada 9,1 cm y luego hacer agujeros con el sacabocado.
Redondear las partes del círculo de madera con papel de lija.
Utilizar 4 tiras de 2 cm para hacer el anillo central sobre el que se colocarán las cuerdas.
Estirar la piel en el borde.
Poner las tiras en los agujeros, atarlas al anillo, tirando. repetir el proceso hasta que sean rígidas. (Una vez secas, serán más rígidas).
Con el resto de las tiras, hacer como en la imagen y se envuelven a las tiras como en la foto. Saldrán como mangos
Se deja secar . Cubrir ulteriormente los mangos con lana para hacerlos más suave. Se pueden agregar plumas o dibujos o lo que te guste
Y ahora….. a tocar!!!!
Gracias por compartir Lulusita.
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