jueves, 19 de agosto de 2021

EL ENIGMA DE LA SEMANA PLANETARIA Parte I



En el mundo latino existe la generalizada creencia en que los nombres de los días de la semana corresponden (Salvo en Portugal y en el Brasil), a las dos luminarias y a los cinco planetas conocidos desde la más remota antigüedad: 
 

Domingo

Sol

Lunes

Luna

Martes

Marte

Miércoles

Mercurio

Jueves

Júpiter

Viernes

Venus

Sábado

Saturno

 
 Pero esta creencia es sólo parcialmente correcta. El día jueves, por ejemplo, no fue dedicado al planeta Júpiter sino al dios romano Júpiter, del cual el planeta es un símbolo. Lo mismo ocurre con los restantes seis días, como puede apreciarse con mayor claridad en las denominaciones anglosajonas: 
 

LATIN

ESPAÑOL

INGLES

SAJON


Dies Solis


Domingo


Sunday


Sun's Day

Dies Lunae

Lunes

Monday

Moon´s Day

Dies Martis

Martes

Tuesday

Tiu's Day

Dies Mercurii

Miércoles

Wednesday

Woden's Day

Dies Jovis

Jueves

Thursday

Thor´s Day

Dies Veneris

Viernes

Friday

Frigg's Day

Dies Saturni

Sábado

Saturday

Saeternes' Day

Tiu es el equivalente anglosajón del nórdico Tyr, hijo de Odín, dios de la guerra al igual que Marte en Roma y Ares en Grecia. Woden es Odín: Mercurio en Roma y Hermes en Grecia. Thor es el dios nórdico del trueno: Júpiter en Roma y Zeus en Grecia. Frigg (o Freyja), esposa de Odín, es la diosa nórdica del amor: Venus en Roma y Afrodita en Grecia. 

Desde luego, TiuWoden, Thor y Frigg tienen sus respectivas correspondencias astrales, así como en la tradición náhuatl Quetzalcóatl está asociado a Venus, Xólotl a Mercurio, Tláloc a Marte, Tezcatlipoca a Júpiter y Xiuhtécuhtli a Saturno. Pero las lenguas anglosajonas adoptaron los nombres latinos para los planetas mientras conservaron los nombres de sus propios dioses para los días de la semana. 

Sea como fuere, está claro que los días de la semana no aluden a los astros sólo en su carácter de entidades físicas. Considerarlos así revela una confusión que, si bien viene de larga data, se ha consolidado firmemente en la mentalidad moderna y contemporánea, tanto entre los latinos como entre los anglosajones. 

La confusión proviene del progresivo abandono de una sabiduría tradicional que enseña a ver los astros como símbolos de las potencias celestes, o sea, como entidades vivientes y participantes en nuestras propias vidas, y no como mera masa inerte. La arbitraria y completamente anticientífica escisión entre astronomía y astrología ha sido y es fuente de toda clase de malentendidos.1 

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Un asunto llamativo
Cuando nos referimos, pues, a la semana planetaria, estamos considerando a los planetas en su doble carácter: físico y simbólico. Naturalmente, no existe ni puede existir contradicción alguna entre ambos aspectos de los astros: La entidad física es el soporte de la entidad simbólica, así como las palabras, los versos, la métrica, la cadencia y la rima son los soportes materiales de la poesía. 

Muchas veces, empero, no resulta sencillo aprehender a primera vista la unidad fundamental entre el universo de los símbolos y el universo material. Es esta dificultad la que nos ha impulsado a escribir el presente trabajo, abordando una cuestión tal vez en apariencia poco significativa pero esencial para comprender el simbolismo que encierra la semana planetaria. 

Es tan conocida la correspondencia entre los días de la semana y los astros, que nadie -o casi nadie- encuentra en ella algo que le llame la atención. Siete días, siete astros (o siete dioses): ¿Qué "misterio" podría esconderse detrás de semejante obviedad?. 

A decir verdad, no hay allí ningún misterio en el sentido de algo que no pueda ser revelado. Pero sí hay algo que, cuanto menos, debería llamar poderosamente la atención: Cualquier niño con instrucción primaria sabe que el orden en que aparecen los astros en la semana no guarda la menor relación con su orden físico: Mercurio, Venus, (Luna), Tierra, Marte, Júpiter, Saturno, etc., contando a partir del Sol. Y en un mundo como el actual, donde el aspecto material de las cosas es tenido por único criterio de verdad, una discordancia tan evidente tendría que ser inmediatamente advertida por cualquier persona... si la gente practicase el sano aunque a veces riesgoso ejercicio de interrogarse acerca del por qué de todas las cosas. 

Por otra parte, el orden de los astros en la semana tampoco se corresponde con ninguna concepción geocéntrica ni con los ordenamientos simbólicos que nos vienen desde la antigua Grecia. 

En efecto, el ordenamiento propuesto por Anaxágoras y adoptado por los pitagóricos, por Platón, Eudoxio, Aristóteles y los antiguos estoicos, fue: 

Tierra-Luna-Sol-Venus-Mercurio-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas

Posteriormente, los estoicos retomaron las ideas de la antigua astronomía caldea y propusieron un nuevo ordenamiento, que fue adoptado por Hiparco y conservado hasta Copérnico: 

Tierra-Luna-Mercurio-Venus-Sol-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas

Pero el orden de los días de la semana no es lunes, domingo, viernes, miércoles, martes, jueves, sábado; y tampoco es lunes, miércoles, viernes, domingo, martes, jueves, sábado. 

A su vez, en el monumento conocido como Calendario Azteca o Piedra del Calendario, los astros aparecen en el siguiente orden: 

Tierra-Luna-Venus-Mercurio-Sol-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas

Como se aprecia, el Calendario Azteca reúne o, mejor dicho, sintetiza los dos órdenes griegos. Por un lado, la posición de los planetas interiores (Venus-Mercurio) es igual a la propuesta por Anaxágoras y se corresponde con la realidad física vista desde la Tierra. Por otro lado, la posición del Sol es la misma que la propuesta por los estoicos y se corresponde con la realidad simbólica, toda vez que el Sol ha de ocupar, simbólicamente, el lugar central aún cuando se considere a la Tierra como el centro físico del Universo. 

Pero nada de esto se verifica en el ordenamiento planetario de nuestra semana: El Sol no está en el Centro y los astros aparecen completamente mezclados. 
    

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