*Señor que eres mi vida entera.
A esta hora del día te
ofrezco mi corazón, porque es tu casa,
e inicio un diálogo contigo que me llena
de paz.
Quita mi orgullo de todas las paredes de mi alma e ilumínala con Tu
presencia para tener
también alegría.
Mi
vida te pertenece, así que toma lo que te pertenece y lo que no te parece,
deshéchalo.
Hoy hazte el encontrandizo
con todas aquellas almas cansadas, abatidas y heridas por las
circunstancias de
la vida o por estar lejos de Ti y por aquellos corazones de padres y
madres que
ya no tienen físicamente con ellos a algún hijo.
Solo Tu misericordia y el bálsamo de Tu
infinito amor les podrá infundir valor y paz para que
puedan cantar con el
salmista:
sólo en Dios tendrás tu
descanso, alma mía, pues de El me viene mi esperanza.
Sólo El es mi roca y mi
salvador. Si es mi fortaleza, no he de vacilar.
No me abandones, no me
dejes de Tu Mano, te necesito.
Amén.
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