Según los alquimistas existe una íntima relación entre los metales simples, los planetas visibles, los días de la semana, los colores y la escala musical:
PLATA LUNA LUNES VIOLETA SI
HIERRO MARTE MARTES ROJO DO
MERCURIO MERCURIO MIÉRCOLES AMARILLO MI
ESTAÑO JÚPITER JUEVES AZUL SOL
COBRE VENUS VIERNES ÍNDIGO LA
PLOMO SATURNO SÁBADO VERDE FA
ORO SOL DOMINGO ANARANJADO RE
Una de las metas más conocidas de los alquimistas era la
transmutación de metales corrientes en oro o plata y la creación de una
«panacea», un remedio que supuestamente curaría todas las enfermedades y
prolongaría la vida indefinidamente.
Desde la Edad Media, los alquimistas europeos invirtieron
mucho esfuerzo en la búsqueda de la «piedra filosofal», una sustancia
legendaria que se creía que era un ingrediente esencial para alguna de estas
metas o para ambas. Los alquimistas gozaron de prestigio y apoyo durante
siglos, aunque no por su búsqueda de estas metas inalcanzables ni por la
especulación mística y filosófica que dominaba su literatura, sino más bien por
sus contribuciones mundanas a las industrias «químicas» de la época: la
invención de la pólvora, el análisis y refinamiento de minerales, la
metalurgia, la producción de tinta, tintes, pinturas y cosméticos, el curtido
del cuero, la fabricación de cerámica y cristal, la preparación de extractos y
lico-res, etcétera. (Parece ser que la preparación del aqua vitae, el ‘agua de
la vida’, era un «experimento» bastante popular entre los alquimistas
europeos.)
Así, pues, la piedra filosofal era algo ansiosamente buscado
y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, no sólo la de
conseguir transmutar algunos metales en oro, sino la de curar algunas
enfermedades y otorgar la inmortalidad, por medio del elixir de la vida o
panacea universal que podía ser logrado gracias a la piedra filosofal.
Para la fabricación de oro se buscaba un material que
facilitase la mezcla de mercurio y azufre porque se suponía que ese era el
camino acertado. A partir de esa mezcla hallarían el noble metal. Estos dos
aspectos están relacionados, una característica del oro es que no se oxida, a
diferencia de otros metales, es decir el oro es “inmortal”, por lo tanto si
descubrían cómo formar oro a partir de metales vulgares, tal vez podrían hacer
que el pobre cuerpo mortal se volviera inmortal.
Transmutar consiste en transformar algo en otra cosa que es
de una naturaleza superior. En el campo material la antigua ciencia se consagró
a la transmutación y purificación de las sustancias materiales, cambiando su
carácter, exaltando sus cualidades, para llevarlas así a un estado más avanzado
de evo-lución. De esta manera el alquimista llegó a crear productos que la
naturaleza no habría engendrado por sus propios medios.
En el plano espiritual los alquimistas hacían lo mismo,
transmutando la naturaleza humana en naturaleza divina, significando esto el
cambio de lo iluso-rio a lo real, del inconsciente al consciente, de las
tinieblas de la ignorancia a la luz de la verdad, de lo mortal a lo inmortal.
La transmutación, tanto física como espiritual, es consecuencia de la
“elevación de las vibraciones”. Una de las premisas de la alquimia es la unidad
de la materia, esto es, que todas las cosas están hechas de lo mismo.
En la alquimia, el círculo de transmutación es una ecuación
para balancear los elementos a transmutar, siempre teniendo en cuenta la ley de
intercambio. Esta ley se basaba en que para obtener algo se debe dar algo de
igual valor a cambio, esto se ve claramente en la búsqueda de los alquimistas
de convertir el plomo en oro, ya que para conseguir algo de tal valor como ese
metal precioso, entregaban la misma cantidad de plomo.
Los alquimistas fraudulentos
El procedimiento habitual de estafar mediante la alquimia
era el de interesar a un hombre poderoso.
Lámina alegórica del Musaeum Hermeticum (1678). Los “siete
metales” alquímicos (oro, plata, hierro, mercurio, cobre, plomo y estaño),
aparecen representados en el interior de la Tierra, en la que se engendran,
pero en el cielo están asociados al Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Venus,
Saturno y Júpiter, respectivamente. En las cuatro esquinas de la lámina hay
alegorías de los cuatro elementos y las figuras centrales llevan en las manos
un triángulo con el vértice hacia arriba (símbolo de los elementos que se
mueven hacia arriba: fuego y aire), otro con el vértice hacia abajo (símbolo de
los que lo hacen hacia abajo: tierra y agua) y la unión de ambos triángulos
(símbolo del universo, en el que todos los elementos se combinan).
Emplear la técnica del charlatán para llevarlo a solicitar
una demostración. El engañabobos se proveía de ante-mano con algo de oro y
plata. Preparaba un horno, adquiría mercurio y un crisol, llenaba el crisol con
mercurio y volcaba en él el precioso polvo, probablemente algo de cal. Mientras
tanto, se había introducido algo de oro o plata genuinos en un pedazo de carbón
de leña o en una hendidura en la punta de una varilla de agitar y sujeto con
cera negra. Se calentaba el horno; se ponía en su sitio el carbón preparado
sobre el crisol, o bien se usaba la varilla. La cera se derretía y el metal
precioso caía dentro del mercurio; al aumentar el calor, el mercurio se
volatilizaba, dejando la plata o el oro derretido en el crisol. ¿Hacía falta
algo más como prueba? El incauto se desprendía fácilmente de grandes sumas para
la adquisición de materiales de laboratorio y mercurio, o pagaba una gran suma
por la receta para hacer la piedra... tras lo cual no volvía a ver más al
fraudulento alquimista.
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