domingo, 1 de agosto de 2021

El arte “mágico” de la alquimia Parte II

Según los alquimistas existe una íntima relación entre los metales simples, los planetas visibles, los días de la semana, los colores y la escala musical:

 

PLATA                   LUNA                     LUNES                   VIOLETA                SI

HIERRO                 MARTE                MARTES                   ROJO                  DO

MERCURIO           MERCURIO         MIÉRCOLES             AMARILLO          MI

ESTAÑO                JÚPITER              JUEVES                   AZUL                   SOL

COBRE                 VENUS                 VIERNES                ÍNDIGO                 LA

PLOMO                 SATURNO              SÁBADO              VERDE                  FA

ORO                      SOL                       DOMINGO             ANARANJADO     RE


Una de las metas más conocidas de los alquimistas era la transmutación de metales corrientes en oro o plata y la creación de una «panacea», un remedio que supuestamente curaría todas las enfermedades y prolongaría la vida indefinidamente.

Desde la Edad Media, los alquimistas europeos invirtieron mucho esfuerzo en la búsqueda de la «piedra filosofal», una sustancia legendaria que se creía que era un ingrediente esencial para alguna de estas metas o para ambas. Los alquimistas gozaron de prestigio y apoyo durante siglos, aunque no por su búsqueda de estas metas inalcanzables ni por la especulación mística y filosófica que dominaba su literatura, sino más bien por sus contribuciones mundanas a las industrias «químicas» de la época: la invención de la pólvora, el análisis y refinamiento de minerales, la metalurgia, la producción de tinta, tintes, pinturas y cosméticos, el curtido del cuero, la fabricación de cerámica y cristal, la preparación de extractos y lico-res, etcétera. (Parece ser que la preparación del aqua vitae, el ‘agua de la vida’, era un «experimento» bastante popular entre los alquimistas europeos.)

Así, pues, la piedra filosofal era algo ansiosamente buscado y codiciado porque se le suponían virtudes maravillosas, no sólo la de conseguir transmutar algunos metales en oro, sino la de curar algunas enfermedades y otorgar la inmortalidad, por medio del elixir de la vida o panacea universal que podía ser logrado gracias a la piedra filosofal.

Para la fabricación de oro se buscaba un material que facilitase la mezcla de mercurio y azufre porque se suponía que ese era el camino acertado. A partir de esa mezcla hallarían el noble metal. Estos dos aspectos están relacionados, una característica del oro es que no se oxida, a diferencia de otros metales, es decir el oro es “inmortal”, por lo tanto si descubrían cómo formar oro a partir de metales vulgares, tal vez podrían hacer que el pobre cuerpo mortal se volviera inmortal.

Transmutar consiste en transformar algo en otra cosa que es de una naturaleza superior. En el campo material la antigua ciencia se consagró a la transmutación y purificación de las sustancias materiales, cambiando su carácter, exaltando sus cualidades, para llevarlas así a un estado más avanzado de evo-lución. De esta manera el alquimista llegó a crear productos que la naturaleza no habría engendrado por sus propios medios.

En el plano espiritual los alquimistas hacían lo mismo, transmutando la naturaleza humana en naturaleza divina, significando esto el cambio de lo iluso-rio a lo real, del inconsciente al consciente, de las tinieblas de la ignorancia a la luz de la verdad, de lo mortal a lo inmortal. La transmutación, tanto física como espiritual, es consecuencia de la “elevación de las vibraciones”. Una de las premisas de la alquimia es la unidad de la materia, esto es, que todas las cosas están hechas de lo mismo.

En la alquimia, el círculo de transmutación es una ecuación para balancear los elementos a transmutar, siempre teniendo en cuenta la ley de intercambio. Esta ley se basaba en que para obtener algo se debe dar algo de igual valor a cambio, esto se ve claramente en la búsqueda de los alquimistas de convertir el plomo en oro, ya que para conseguir algo de tal valor como ese metal precioso, entregaban la misma cantidad de plomo.

 

Los alquimistas fraudulentos

 

El procedimiento habitual de estafar mediante la alquimia era el de interesar a un hombre poderoso.




 

Lámina alegórica del Musaeum Hermeticum (1678). Los “siete metales” alquímicos (oro, plata, hierro, mercurio, cobre, plomo y estaño), aparecen representados en el interior de la Tierra, en la que se engendran, pero en el cielo están asociados al Sol, la Luna, Marte, Mercurio, Venus, Saturno y Júpiter, respectivamente. En las cuatro esquinas de la lámina hay alegorías de los cuatro elementos y las figuras centrales llevan en las manos un triángulo con el vértice hacia arriba (símbolo de los elementos que se mueven hacia arriba: fuego y aire), otro con el vértice hacia abajo (símbolo de los que lo hacen hacia abajo: tierra y agua) y la unión de ambos triángulos (símbolo del universo, en el que todos los elementos se combinan).

Emplear la técnica del charlatán para llevarlo a solicitar una demostración. El engañabobos se proveía de ante-mano con algo de oro y plata. Preparaba un horno, adquiría mercurio y un crisol, llenaba el crisol con mercurio y volcaba en él el precioso polvo, probablemente algo de cal. Mientras tanto, se había introducido algo de oro o plata genuinos en un pedazo de carbón de leña o en una hendidura en la punta de una varilla de agitar y sujeto con cera negra. Se calentaba el horno; se ponía en su sitio el carbón preparado sobre el crisol, o bien se usaba la varilla. La cera se derretía y el metal precioso caía dentro del mercurio; al aumentar el calor, el mercurio se volatilizaba, dejando la plata o el oro derretido en el crisol. ¿Hacía falta algo más como prueba? El incauto se desprendía fácilmente de grandes sumas para la adquisición de materiales de laboratorio y mercurio, o pagaba una gran suma por la receta para hacer la piedra... tras lo cual no volvía a ver más al fraudulento alquimista.

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario