jueves, 18 de junio de 2020

Los druidas Parte I

Los druidas, el estrato de mayor influencia y poder entre los celtas, sabían leer y escribir griego y latín (como los antiguos sacerdotes egipcios), sin embargo optaron dejar por vía oral la crónica de la existencia de su pueblo. Este fue uno de los principales motivos por el cual no se ha considerado la magnitud, en buena parte de los libros de historia, del importante legado celta que fundamenta notablemente la sociedad occidental, ya que los mismos celtas antiguos no creían –o no formó parte de su tradición- en los documentos escritos.

        Para ellos, la poesía, no sólo un recurso literario, sino también nemotécnico ya que de esa manera intentaban fijar los detalles de las historias en sus memorias. Tan potente fue la tradición oral que ninguna de las historias, leyendas y leyes celtas fueron transcriptas hasta seis o siete siglos después del nacimiento de Cristo, labor que realizaron los monjes celtas irlandeses.


Los druidas son considerados los “chamanes” Europeos, en la Gran Bretaña, Galicia (España), Irlanda, la Galia (Francia), y por otras partes de la Europa Central y la Galacia (Galacia es una antigua región del Asia Menor, actualmente Turquía, donde se asentaron algunas tribus migratorias de galos procedentes de las tierras germanas a principios del siglo III a. C.) durante la Edad de Hierro, e incluso antes. No hay registros escritos por los propios druidas y la única evidencia de la que se dispone son descripciones breves realizadas por los griegos y romanos.

Los druidas se presentan a menudo como sacerdotes de la religión celta, pero su papel abarcaba mucho más. Los druidas formaban una clase social independiente, representando la clase intelectual de la sociedad. Aunque también desempeñaban funciones religiosas, no se limitaban a ellas. Eran entre otras cosas bardos (Un bardo, en la historia antigua de Europa, era la persona encargada de transmitir las historias, las leyendas y poemas de forma oral además de cantar la historia de sus pueblos) , médicos, alquimistas, astrónomos , filósofos y magos.

La procedencia de la palabra «druida» está muy debatida. Muchos dicen que la palabra druida proviene los Griegos, otros del céltico insular tardío, irlandés antiguo


La estructura social de los diferentes pueblos, clanes y tribus estaba claramente diferenciada en tres estratos representados por los druidas, los nobles y el resto del pueblo. Esta clasificación es similar a la que efectúa Platón en la República, los tres estamentos en como se organiza la sociedad (que representan las tres partes del alma: la parte inteligible, la irascible y la concupicible): los sabios – o filósofos-, los guerreros y los productores de riqueza, en estos últimos se incluyen a los comerciantes, artesanos y campesinos, ya sean ricos o pobres. Los sabios, los que conocen “la verdad”, eran los encargados de dirigir la comunidad.

No se conocen escritos directos de druidas de la antigüedad, ya que, al parecer, los druidas pasaban su saber sólo por tradición oral a sus discipulos. Existen algunos textos de la Edad Media que se relacionan con tradiciones de los druidas. Sin embargo, se trata habitualmente de textos mitológicos que ya tienen una cierta influencia cristiana y que sólo admiten unas conclusiones limitadas sobre los druidas de la antigüedad.

Plinio el Viejo (procurador romano en Galia e Hispania alrededor del año 73). Comenta que los druidas vestidos de blanco cortaban el muérdago con hoz de oro, además nos habla de sacrificios taurinos presididos por druidas, así como de su veneración de diversas arboledas, árboles y plantas sagradas como el roble, el avellano, o el muérdago; o lugares naturales como la cima de ciertas colinas, corrientes de agua, y lagos, así como del cielo, la tierra, el mar, y el fuego, que veían como algo purificador, recogiendo una costumbre presente en las comunidades en las que servían.

Julio Cesar  mencionaba a los druidas en su «De Bello Gallico» y nos informa de que los druidas usaban el alfabeto latino o griego incluso en sus escritos sagrados por “temor que (el de ello) llegara a vulgarizarse y que la memoria de los sabios (o estudiantes) pudiera decaer”. 

Estas referencias tienen ciertos paralelismos con relatos de Posidoneo  (135  – 51 A .C), quien nos da una imagen idealizada helenística  del druida como filósofos. Este autor también afirmaba que se encargaban de castigar a determinados miembros de la sociedad expulsándolos de ceremonias religiosas, y por tanto de la sociedad. Hay que ver los relatos de César, como los de los demás autores, con un cierto escepticismo, ya que eran ajenos a esta cultura.

Diodoro Sículo (historiador griego del siglo I A. C.) afirmaba de los druidas que a veces antes de una batalla se interponían entre los combatientes para evitar el combate, así cómo que predecían el futuro mediante la observación del vuelo y los reclamos de las aves y el sacrificio de animales sagrados, así cómo que creían en una especie de reencarnación, según la cual al morir el alma migraba de un cuerpo a otro.

Con la conquista de los territorios celtas (parte de Hispania, Galia, Britania) por parte del Imperio romano  se desvanecía la influencia de los druidas, los cuales fueron, según Plinio prohibidos por el Senado en un decreto que posteriormente Tiberio renovó en el año 54 D. C.

Los últimos relatos de la baja Edad Media ya muestran influencia cristiana declarando a los druidas como enemigos de la Iglesia católica.

A menudo se habla también de mujeres druidas, que eran conocidas como brujas. Existe una leyenda donde una de ellas preparaba en un cáliz, una pócima que da sabiduría infinita sobre el pasado, el presente y el futuro.

                                   


 La élite celta.


Los bosques y las selvas inspiraban adoración y terror a las tribus célticas porque se las consideraba morada de los dioses. No es casualidad que a los integrantes de la clase sacerdotal se los llamara druidas, palabra de raiz céltica -“derb” y “dru” quieren decir roble- y significa “conocedores del roble” ya que practicaban sus ritos en medio de la espesura de los bosques. Allí celebraban asambleas, sentados en troncos sagrados, desde donde administraban justicia y decidían la paz y la guerra. Por otro lado es una antigua costumbre celta tocar madera ante el anuncio de un hecho ingrato, superstición que tiene su explicación en los robles azotados por los rayos y centellas en las tormentas, que como resultado indujeron a creer que estos árboles debían ser la morada de los dioses, de ahí el ritual de tocarlos cuando el peligro acechaba.

En realidad, el término “druida” hace referencia a una jerarquía – la superior – de las cuatro que existían en la casta sacerdotal de los celtas. Los integrantes de la categoría más baja eran los estudiantes o “amdaurs” (aspirantes a druidas), reconocidos por sus túnicas amarillas. En un orgen de mayor importancia estaban los “vates”, que se distinguían por utilizar el color rojo. El grado de mayor categoría no solo se manifestaba en la vestimenta, sino en las atribuciones y conocimientos.

A los “vates” se les debe buena parte de la trascendencia de los mitos, tradiciones, creencias y conocimiento de todo tipo de la civilización celta, ya que ellos eran los encargados de compilarlos para luego transmitirlo al pueblo. Además, practicaban la profecía, estudiaban filosofía, astronomía, medicina, música y oratoria. En una etapa más avanzada, luego de una compleja ceremonia de iniciación, podían usar el color azul, que revelaba que habían accedido al nivel de los bardos. Ellos eran los encargados de amenizar las fiestas y celebraciones recitando, en prosa o en verso, las proezas de los guerreros y de cantar alabanzas a los dioses.

Finalmente, el rango superior, estaban los verdaderos druidas quienes vestían túnicas blancas. Se encargaban principalmente de realizar los sacrificios rituales y familiares y, sobre todo, eran los jueces supremos e inapelables. Era tal el respeto hacia ellos que no necesitaban usar armas para recorrer territorios pertenecientes a varios clanes.

                                   
Los druidas estaban diseminados en varias zonas de Europa

Los druidas no pertenecen sólo a una civilización, sino que, quizá en distintos roles y por el avance y la conquista de territorios, pasaron a formar parte de diferentes tradiciones, especialmente de la Celta. Se cree que había druidas en lugares que hoy son Francia, Inglaterra, Galicia, Irlanda e incluso en zonas del oriente medio. Se ha comparado a los druidas con los Brahmanes de la India y, tal vez, hubo algo de influencia.

La gigantesca figura hecha de mimbre se yergue en la cima del monte, contemplando los últimos rayos de sol que se esconden en el horizonte. A su alrededor un grupo de cien personas con las manos sujetas (enfermos y heridos en guerra, en su mayoría), avanzan hacia el interior del coloso en silencio y con la mirada perdida. A la distancia, un grupo de venerables hombres de tez pálida y vestidos de blanco, llamados druidas, observan la escena mientras levantan oraciones en silencio a dioses que hace muchos siglos sus nombres dejaron de ser pronunciados. Sus ojos negros y azules son enigmáticos, fiel reflejo del conocimiento acumulado a lo largo de largas vidas.

Una vez que la figura está llena de hombres y mujeres de pies a cabeza, un par de damas, que portan antorchas en sus manos, proceden a prender fuego en la base del hombre de mimbre. Con el paso de los minutos, la figura arde por completo y con ella las almas que se consumen en su interior. Algunas gritan, otras aguantan en silencio el terrible sufrimiento. Los hombres de blanco entonan cánticos que son apagados por el rugido de las llamas que ahora incendian la noche de la Galia. Sólo ellos están autorizados a dirigir estas ceremonias y elegir a las personas que serán sacrificadas.

                                    

Gracias por compartir Lulu.



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