sábado, 28 de diciembre de 2019

LOS ATRAPASUEÑOS



Los atrapasueños son instrumentos de poder de la medicina chamánica, cuyo origen se remonta a las tribus indias americanas. Su aro, fabricado tradicionalmente por madera de sauce, representa la rueda de la vida, la malla o la red son los sueños, anhelos e ilusiones que tejemos en el Tiempo de los sueños, en el alma y en el movimiento que generamos con nuestras actividades cotidianas. En el centro  de la red está el vacío, el espíritu creador, el “Gran Misterio”.

Según la tradición, los atrapasueños ayudan a mantener con nosotros las buenas ideas y los sueños agradables, así como a proteger a quien lo posee. El Tiempo de los sueños es influenciado por buenas y malas energías; estas últimas son atrapadas por la malla y se disipan por el agujero central con los primeros rayos de sol.

Deja que la telaraña atrape tus buenos recuerdos y los malos pasen por el agujero del centro y se desvanezcan.

El significado de la palabra atrapasueños

La palabra “atrapasueños”, proviene del inglés “dreamcatcher”, de ahí la traducción en español. No obstante, en la lengua de los ojibwa, de los cuales es propio este amuleto, se llama “asabikeshiinh”, que significa araña; aunque también se le conoce por el nombre de “bawaajige nagwaagan” o cepo de los sueños.

Estos objetos comenzaron a ser comercializados por los ojibwa en la década de los 60, siendo criticados por las demás tribus por profanar de alguna manera su maravilloso significado. Esto tiene su sentido, pues actualmente se fabrican y se venden sin atender al mágico y místico proceso de energización, perdiendo así su esencia y convirtiéndose en un mero adorno.

Debido a esto, la creencia en los atrapasueños se ha extendido enormemente durante los últimos años. Sin embargo, la mayoría de nosotros no conoce la preciosa leyenda que nos ofrecen. Veamos en qué consiste.

 La leyenda de los atrapasueños

Cuenta la leyenda que había una mujer araña llamada Asibikaashi que cuidaba a la gente de la tierra. La mujer araña, velaba por toda criatura de nuestro mundo, inclinándose sobre las cunas y las camas de los niños mientras tejía una fina, delicada y fuerte telaraña que era capaz de atrapar todo mal entre sus hilos y hacerlo desvanecer al alba.

Cuando su pueblo se dispersó por América del Norte, le comenzó a resultar muy complicado cuidar a todos los niños, por lo que las madres y abuelas tuvieron que comenzar a tejer redes con propiedades mágicas que atrapan los malos sueños y las pesadillas, protegiendo así a sus niños.

Tradicionalmente, los Ojibwa construían los atrapasueños atando hebras de sauce alrededor de una argolla circular de unos 9 centímetros o con forma de lágrima, resultando una red similar a una telaraña, hecha a su vez con fibra de ortiga teñida de color rojo.

 La antigua leyenda de los indios ojibwa sobre los atrapasueños habla de que los sueños pasan por la red filtrando y deslizando los buenos sueños a través de suaves plumas hasta que llegan a nosotros. Los malos sueños, sin embargo, son atrapados en el tejido y mueren con el primer haz de luz del día.

Sin embargo, para el pueblo lakota de la tribu sioux del Norte de América, los atrapasueños funcionan de forma diferente. Es decir, las pesadillas pasan por la red mientras que los sueños quedan atrapados en los hilos y se deslizan por las plumas hasta la persona que está durmiendo.

Lo malo se bloquea y se destruye, lo bueno se queda con nosotros

Hay personas que otorgan a esto un significado diferente, entendiendo la palabra sueños como aspiraciones, deseos o anhelos. Por lo tanto, los atrapasueños servirían para conseguir todo aquello que nos proponemos y anhelamos.

 Lo cierto es que no podemos asegurar que los atrapasueños alejen o no los malos sueños, las malas energías o las malas vibraciones pero, sin embargo, resulta pacificador estar en contacto con la cultura india, por la magia que desprende.

Esta cultura nos ha colmado y nos colmará siempre de saber y de tradiciones milenarias que debemos luchar por mantener cerca de la manera más fiel posible, pues de algún modo les debemos gran parte de nuestra sabiduría.

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