El cuarto Chakra representa más que ningún otro nuestra
capacidad para “abandonarnos en las manos de Dios”. Con esta energía aceptamos nuestros
problemas emocionales como parte del plan divino, cuya intención es nuestra
evolución consciente. Sólo que llegar aquí indica haber vivido un intenso
proceso de saneamiento emocional de sanar al llamado “niño herido”. El niño
herido que hay dentro de cada uno de nosotros contiene estructuras emocionales
lesionadas ó atrofiadas de nuestra niñez, en forma de recuerdos dolorosos,
actitudes negativas e imágenes personales disfuncionales. Sin darnos cuenta,
podríamos continuar actuando dentro de estas estructuras cuando somos adultos,
aunque con otras modalidades. Por ejemplo el miedo al abandono se convierte en
celos, y el abuso sexual en sexualidad disfuncional, lo que suele ser causa de
una repetición de las mismas violaciones con nuestros propios hijos . Todo esto
puede dañar la vida afectiva, la profesional y la salud de las personas.
La solución es la curación emocional a través primero de la
conciencia de donde está el daño, cuando y con quien se originó , saberlo,
hablarlo y liberar el sentimiento asociado a todo esto, una vez que lo hemos
hecho con las principales heridas emocionales, nuestro cuarto Chakra estará
sano y fuerte y sí además practicamos el Kundalini YOGA frecuentemente ,
estaremos aptos para vivir la energía del cuarto Chakra que es de Amor, perdón,
compasión, dedicación, inspiración, esperanza, confianza y capacidad para
sanarse a uno y sanar a otros.
Tras el despertar de este chakra, hay un cambio profundo en
los niveles de conciencia, se liberan las ataduras identificatorias de lo individual;
es un hito que marca una antes y después. Una vez despertado este chakra ya no
se habla de "mi" o "tu", ya no se habla de "mis
chakras" o "mi despertar", sino que se comprende la naturaleza
no indivisa del principio vital, se comprende la ilusión de fragmentación con
respecto a los demás seres, y la realización pasa a ser un asunto de la
sociedad en su conjunto.
Siempre que aceptemos las experiencias que nos hieren,
ofrecemos al corazón un baño de amor. Es la única opción real para rectificar el
dolor emocional.
El perdón, junto con la liberación de la ira y de la
aflicción, liberan al corazón para que sienta el amor en su estado natural. El
perdón es una forma de amor por uno mismo en la que liberamos al corazón del
dolor para amar otra vez. Cuando comenzamos por perdonarnos a nosotros mismos
comprendemos que siempre hemos hecho lo mejor que hemos podido ante cualquier
situación. Aceptarse a sí mismos fortalece el corazón. El amor por la vida nos
alimenta y nos cura. Desarrollar un corazón fuerte y flexible es una necesidad
emocional y energética. Como el corazón es el centro del sistema energético
humano, puede resultar muy afectado cuando se reprimen las emociones o cuando
no se expresan abiertamente. Si nuestro miedo latente es haber fracasado en
obtener el amor que merecemos, la aflicción se aloja en nuestro sistema.
Aprender a convivir con la aflicción y ofrecerle un lugar en nuestra vida nos
hace sentirnos íntegros.
Cualquier bloqueo en el diafragma o en el mecanismo de
respiración, lo afecta profundamente. Su más poderoso estímulo es la
respiración en todo tipo de pranayamas.
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