Depende en buena parte de nuestra autoconciencia la
capacidad de comprender el lenguaje de los ángeles en nuestro corazón, pero
depende más aún de nuestra disposición para encontrarnos con lo divino, con
Dios, la Luz, la Fuente, tanto de nuestra vida como de la vida de los ángeles.
SI NO NOS ENTREGAMOS A LA BÚSQUEDA DE DIOS, NUNCA ESTAREMOS
EN CONDICIONES DE ESTABLECER UNA RELACIÓN FRUCTÍFERA CON NUESTROS ÁNGELES.
Creo que esto es la parte más importante a tener en cuenta
en la enseñanza de los ángeles.
Los ángeles provienen de Dios; fueron creados como
servidores del Señor, para reflejar la gloria de Dios y para observarnos tanto
a nosotros como cuanto existe en el cosmos.
Provienen de Dios y tienen su lugar dentro de la Luz y el Amor
de los Cielos. Lo único que les interesa es llevar a cabo el cumplimiento de
los planes de Dios.
Si deseamos hablar con ellos “donde ellos habitan”, habremos
de hablarles de las cosas que les interesan.
Los ángeles se expresan utilizando el lenguaje de Dios.. que
no es sino el lenguaje del amor.
Si lo que deseamos es conversar con nuestros ángeles, es
preciso que también nosotros nos expresemos en ese idioma, y podemos aprender a
hacerlo.
Además de la búsqueda de Dios y juntamente con ella, también
hemos de buscar la Divinidad dentro de nosotros mismos, en la vida de cada uno.
Desde luego que no habremos de convertirnos en ángeles; pero
sí podemos igualarnos a ellos por lo que hacemos.
¿Y cuál es la esencia del amor angélico?
Trabajar en forma secreta en la vida del amado, para
ayudarlo a crecer en el amor, el gozo, la sabiduría, la paz y todas esas
cualidades que brillan sobre nosotros en el cielo.
Buscar a los ángeles no significa sólo que nos comprometemos
a buscar a Dios, sino a volvernos – tanto nosotros como nuestra vida – más
santos.
Significa liberarnos de los celos, porque ese sentimiento es
absolutamente ajeno a la vida de un Ángel.
Significa desprendernos del odio y crecer en espiritualidad,
porque los Ángeles son amantes y generosos. Significa llevar una vida positiva
y que no esté regida por los temores ni las ansiedades, ya que los Ángeles
saben que vivir en Dios destruye los temores.
Y significa aproximarnos a otros para ayudarlos.
Esto nunca se podrá subrayar lo suficiente. Si lo que
ansiamos es funcionar en la misma longitud de onda que nuestros Ángeles,
tendremos que ayudar a los otros a que puedan elevarse.
No sólo tendremos que amar, sino demostrar qué y cuánto
amamos. No sólo estar en paz con nosotros mismos, sino dejar que toda la paz
posible inunde la vida de los otros.
Otra forma de ayudarnos a ser más sensibles a la presencia
de los Ángeles es comenzar a buscarlos por todas partes, incluso donde comemos
o donde hacemos nuestras compras, porque están en todas partes.
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