Dicen que existe un breve momento en la vida en el que te
sientes más perdido que nunca y que ese es el momento de un encuentro. Un
encuentro contigo mismo, con tus abismos, con tus miedos, con tu alma. Algo que
tiene mucho que ver con la espiritualidad.
Dicen que si este texto llega a tus manos, no es por
casualidad, sino porque hay algo que necesitas comprender. Estas son las cuatro
leyes de la espiritualidad de la filosofía hindú…
La espiritualidad va más allá de lo material y lo terrenal.
No es una religión ni una doctrina, la espiritualidad es cuidar y mimar nuestro
interior, dejar que nuestro corazón salte los abismos que crea nuestra mente y
cultivar nuestros valores humildemente.
1. La persona que llega a tu vida siempre es la persona
correcta
Esta de las primeras leyes de la espiritualidad no enseña
que nadie llega a nuestra vida por casualidad. Todas las personas que nos
rodean están ahí por algo, incluso las personas tóxicas. En cada intercambio y
en cada momento, todos nos aportamos algo. Vivimos en un mundo con tonalidades
grises.
No todos somos siempre alumnos o siempre maestros. Cada uno
de nosotros aporta algo positivo, aunque sea a través de un rasgo negativo,
como por ejemplo algo que no aguantamos o que nos hace daño.
Las personas somos siempre linternas en la oscuridad. Hay
personas más representativas que otras pero todas, sin excepción, tienen algo
que decirnos. Por eso, con el tiempo llegamos a agradecer las piedras de
nuestro camino, tales como que alguien nos complicara la existencia en un
momento dado o que nos apoyara fielmente.
“Cada persona que pasa por nuestra vida es única. Siempre
deja un poco de sí y se lleva un poco de nosotros. Habrá los que se llevan
mucho pero, no habrá quien no deje nada. Esta es la prueba evidente de que dos
almas no se encuentran por casualidad”
-Jorge Luis Borges-
Todo, absolutamente todo, suma en la vida. Esta es la razón
por la que debemos tener una buena predisposición hacia los demás y no
desestimar ningún aprendizaje.
2. Lo que sucede es la única cosa que podría haber sucedido
La segunda de las leyes de la espiritualidad nos muestra que
nada de lo que acontece en nuestras vidas podría haber sido de otra forma.
Desde que pasó lo que pasó ya es lo único que podía haber pasado. Lo que nos
sucede es lo que nos tiene que suceder, lo adecuado en cada momento y a través
de lo cual tenemos que extraer un significado concreto.
Estamos acostumbrados a pensar en lo que podría haber sido,
en crear situaciones hipotéticas en las que actuábamos de otra manera y, como
consecuencia, obteníamos otro resultado.
Cada cambio genera situaciones impredecibles, por esto,
debemos aceptar que lo que sucede ya lo ha hecho y no hay otras posibilidades.
Lo hecho, hecho está. Cada uno de nuestros comportamientos generará en nuestro
entorno una cadena secuencial de acontecimientos que marcan nuestro camino.
Somos una casualidad llena de intención.
No nos amarguemos con lo que podíamos haber hecho y no
hicimos, cada cosa tiene su momento y lleva su tiempo asumir los aprendizajes
necesarios. Como dicen, no puedes hacer una maratón si antes no caminaste y no
puedes caminar si antes no gateaste. En definitiva, no podemos evitar dar los
pasos necesarios en la vida.
3. Cualquier momento en el que algo comienza es el momento
correcto
La tercera de las leyes de la espiritualidad no dice que lo
que comienza lo hace en el momento adecuado siempre, ni antes ni después. Lo
nuevo en nuestra vida aparece porque nosotros lo atraemos y estamos preparados
para verlo y disfrutarlo. Entendiendo esto, aceptaremos que cuando la vida pone
algo en nuestro camino tenemos que disfrutarlo.
No esperes que llegue el momento perfecto… Toma el momento y
hazlo perfecto.
4. Cuando algo termina, termina
Por último, la cuarta de las leyes de la espiritualidad nos
ilustra sobre la realidad de que solemos estar atados a un sinfín de historias
y emociones. Decir adiós duele, pero cuando algo termina mantenerlo a nuestro
lado es un ejercicio de masoquismo que generará un gran malestar y múltiples
dependencias e inseguridades.
Seguir adelante y avanzar es la mejor opción para
enriquecerse y no sufrir. Recuerda que la persona más influenciable con la que
hablas cada día eres tú. Ten cuidado entonces con lo que te dices a ti mismo y
fluye con la vida.
Deja fluir, no te aferres a nada ni a nadie, todo tiene su
momento en nuestras vidas y también tiene un porqué.
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