jueves, 9 de abril de 2020

Magia Teurgia Parte III



El hermetismo cree y lo cree la fe: que el dolor es uno solo, para decirlo así, el dolor es una masa que pesa cien kilogramos. Si hay cien personas cada una de ellas lleva un kilo; pero quizás de estas cien, una lleva ochenta gramos y otras solamente dos gramos. Porque hay heridas más dolorosas que otras y personas más fuertes que otras y que la prueba que a unos mata a otros los fortalece. Hay un misterio que es muy ancestral que es “dolor por dolor”. Para decirlo con sencillez voy a aceptar esfuerzo por esfuerzo, voy a aceptar por ejemplo caminar si quiero hacer una peregrinación, no por uno sino por todas aquellas personas que no pueden caminar o necesitan pedir o por todo lo que uno quiere pedir porque lo necesita, entonces si uno tiene que ir a Lujan, por ejemplo, no va solo por uno y todo ese dolor de piernas que eso implica va sobre la balanza de aquellos que lo pueden llevar, hasta el momento o situación que se pueda, no llevado al extremo en que uno tenga que lastimarse. Esto está muy ligado en relación con que uno no puede tener una imagen o sentimiento de que uno todo lo puede, sino que con sinceridad ofrece lo que uno puede por aquellos que saben que lo necesitan. Entendiendo esto se ve que hay mucho amor escondido en la aceptación de cuestiones que son dolorosamente imposibles de soportar; como pueden ser pérdidas importantes o hasta lo irremediable.

A veces pasa por el dolor, otras por el esfuerzo otras por una dedicación a algo. El mago no es mago para sí mismo; en principio lo es para sí mismo, porque como dicen las escrituras “Medico cúrate a ti mismo”, porque el que no tiene fe para sí no la tiene para otro tampoco.


Donde hay devoción hay energía, hay luz y son focos de atracción de lo celeste. Por eso en los lugares donde se venera a los santos, ángeles, Virgen, etc. hay una escalera donde suben y bajan todo el tiempo. Como ser San Nicolás, Lujan...




COMO ESTRUCTURAR UN ALTAR DE TEURGIA


El altar tiene que tener tres cosas

Que todo lo que esté presente en él represente

El Bien


La Verdad


La Belleza


Esto quiere decir que no podemos tener en el altar nada que remita a prácticas malignas (espadas). El bien es la bondad. Todo lo que ponemos tiene que ser en relación con la belleza. Lo que vamos a poner en el altar es lo mejor que podemos, sin ser necesariamente lo más caro, pero sí aquellos objetos que remitan en mi a la belleza, y a lo que yo considero que puedo llevar al cielo.


El altar remite a la verdad, en el altar no puede haber nada que no esté acorde con mis creencias, experiencias de vida espiritual. No se puede tener entidades o seres de luz con los cuales yo no me relaciono (con el cristianismo); hay que poner aquello que yo considere que para mí es venerable, que es digno que yo me arrodille ante él. 

Arrodillarse es el mudra cristiano más famoso, en la rodilla está concentrado toda la energía de la devoción. Arrodillarse nos abre los plexos para recibir una luz mayor de aquello que venero.


Entonces hay que entender que no puedo tener en el altar aquello frente a lo cual no me arrodillaría. Esta es una ley fundamental en la magia: no venerar aquello que no se conoce.

Hay una relación muy estrecha entre lo que busco y lo que obtengo. Y a pesar de que los caminos son infinitos, no por ser infinitos son todos recurribles. No se puede ser de todos a la vez, con uno vasta. Los otros caminos me enriquecen es bueno saber que piensan, que hacen pero no por ello yo me voy a circuncidar. Voy a colocar en el altar aquello que yo considero que es mi fe. Aquellas cosas que reciben la energía de la Luz, de lo que nosotros vamos a trabajar (las fotos, los nombres) para que esté recibiendo la energía en ese día particular.


El altar es el corazón de la casa. Lugar donde irradia una energía espiritual que se va a distribuir a toda ella. Desde allí vamos a recibir energías. La energía espiritual o devocional se centra en el altar de donde se irradia a toda la casa. Va a ser el lugar por donde “ellos” van a entrar y salir de la casa.



El altar se arma siguiendo una estructura llamada la deixis: ruego, rogativo, pedido, es la estructura con la cual se colocan las figuras.


La deixis implica que hay un centro en el altar donde la energía va focalizada, sale de ahí, se podría decir: el corazón del corazón, lo que en el templo sería el sagrario. 

El centro del altar, la relación jerárquica en lo más alto que sería Dios mismo.


Puedo poner a Jesús o al Espíritu Santo o a la Virgen. Lo que se suele hacer es colocar al maestro en el centro superior; a la izquierda del Maestro y mirándolo de frente se coloca a la Virgen. Esto estructura la energía en torno a un ruego, porque todas las figuras remiten a un mismo centro. En este caso a la Virgen se la coloca como mirando el centro, y a la derecha nuestra (izquierda del altar) va un Santo querido, respetado, amado, venerado de profesión y devoción y luego se distribuye a los lados las demás criaturas celestes y luego los ángeles.

El altar también se dedica a alguien como ocurre en las iglesias; que si está dedicado a alguien, éste va a estar en el centro.






Todas las cosas que se colocan en el altar tienen que ser preparadas para él (los manteles, el platito, el florero, etc.





































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