jueves, 15 de julio de 2021

Como ser Alquimista Parte XXXVI

 IX  El Regreso al Paraíso 

 

               Parte IV

 

 


Con el fin de tomar conciencia sobre la importancia del sexo y el amor, leamos a continuación un pasaje de los “Diálogos de Platón” en donde elogia a Eros y la fuerza del Amor:

 

¿No crees, por el contrario, que este hombre, siendo el único que en este mundo percibe lo bello, mediante el órgano propio para percibirlo, podrá crear, no imágenes de virtud, puesto que no se une a imágenes, sino virtudes verdaderas, pues que es la verdad a la que se consagra?

 

Ahora bien, sólo al que produce y alimenta la verdadera virtud, corresponde el ser amado por Dios; y si algún hombre debe ser inmortal, es seguramente éste.

 

Tales fueron, mi querido Fedro, y vosotros que me escucháis, los razonamientos de Diotima.

 

Ellos me han convencido, y a mi vez trato yo de convencer a los demás, de que para conseguir un bien tan grande, la naturaleza humana difícilmente encontraría un auxiliar más poderoso que Eros.

 

Y así digo, que todo hombre debe honrar a Eros. En cuanto a mí, honro todo lo que a él se refiere, le hago objeto de un culto muy particular, le recomiendo a los demás, y en este mismo momento acabo de celebrar, lo mejor que he podido, como constantemente lo estoy haciendo, el poder y la fuerza del amor.


Y ahora Fedro, mira si se puede llamarse este discurso un elogio de Eros; y si no, dale el nombre que te acomode.


Es dicho que una vez que se llega al nacimiento segundo y se concluye la Gran Obra, queda prohibido el sexo. Pero no antes, así que todos los equivocados sinceros, que han renunciado al sexo, sin haber creado los cuerpos internos, o sin haberse iniciado en los misterios, simplemente su trabajo de tipo espiritual es incompleto y llegará un día en que si quiere vivir la experiencia de regresar al Paraíso, tendrán que regresar por donde salieron.


Lo vertical se une con lo horizontal y la llama surge en el centro de la gran cruz así formada.


Como veis, ningún símbolo es gratuito. En todos los tiempos, en todas las religiones, con nombres distintos, para conciencias diferentes, la cruz en su valor absoluto siempre ha representado la llave de oro, el punto de máximo contacto con el centro coronal, la fontanela..., escarabajo en Egipto, Gólgota en Judea. Su centro tiene la belleza de una flor... Poco importa que sea rosa, loto u otro.


Sólo cuentan sus 144.000 pétalos... Es la flor de la realización para nuestro tipo de universo.


¡Cuántas verdades insospechadas permanecen escondidas en este simple signo, que los cristianos renuevan cada día por sí mismos, sin comprender siempre su sentido ni su virtud escondida!


Pues la palabra de la cruz es una locura para quienes se pierden, más para quienes se salvan, es el instrumento del poder de Dios.


Por esto está escrito en San Pablo, primera Epístola a los Corintios. C.I, V. 18 al 20: Destruiré la sabiduría de los sabios y rechazaré la ciencia de los sabios.

 

             ¿Qué se ha hecho de los sabios?

 

¿Qué de los doctores de la ley?

 

             ¿Qué de esos espíritus curiosos por las ciencias de este siglo?

 

¿Acaso Dios no ha convencido de que es locura la sabiduría de este mundo?

 

En el Apocalipsis de la Biblia, encontramos de manera clara una referencia a la novena esfera. “Y sí el número de los sellados 144.000 de todas las tribus de los hijos de Israel”. Si sumamos cabalísticamente el número 144000, nos da 9, haciendo clara referencia a que serán salvados quienes trabajen en la novena esfera, el sexo.

 

Por lo tanto sólo serán salvados los que hayan llegado a la castidad absoluta.

 

Así mismo tenemos otra clara alusión al número 9; en el C. XXI; V.17 del Apocalipsis: “Y midió su muro 144 codos, de medida de hombre, la cual es del ángel”. ¿Acaso se puede concebir un Ángel fornicario?

 

¿Los 144.000 pétalos..., a los que hacíamos alusión anteriormente no hacen referencia de los mismo.


Jesús ha dicho: He aquí que un sembrador salió con las manos llenas de semillas y las sembró. Algunas cayeron sobre el camino, vinieron los pájaros y se las comieron. Otras cayeron sobre las rocas y no echaron raíces en la tierra ni levantaron espigas al cielo.


Otras cayeron sobre zarzas que ahogaron la simiente, se las comieron los gusanos. Y otras cayeron sobre tierra buena y dieron fruto: setenta por medida y ciento veinte por medida.


Se acerca el momento de finalizar éste escrito, ojalá que como agua de Mayo, pueda llegar a algún agricultor esperanzado en iniciar su trabajo de labranza y así recoger los frutos de su cosecha.

Esperamos que los frutos sean dulces y sanos.

Hoy por hoy, somos víctimas de nuestras amarguras, que ya conocemos sobradamente, más sin embargo, si después de leer y reflexionar éste libro, no le motiva al trabajo alquímico, entenderemos que la simiente fue a caer entre tierra árida y tosca, por lo tanto, si la tierra no es fértil, no podemos culpar a nadie, pues éste trabajo implica, tener una tierra buena.


Jesús ha dicho: A aquel que haya blasfemado contra el Padre, se le perdonará; y, a aquel que haya blasfemado contra el Hijo, se le perdonará, pero a aquel que haya blasfemado contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en la tierra ni en el cielo.

 

             En el Apocalipsis, C. XXI, V.8; podemos leer: Más a los temerosos e             

        incrédulos, a los abominables y homicidas, a los fornicarios y hechiceros, y a los   

          idolatras, y a todos los mentirosos, su parte será en el lago ardiendo con fuego y azufre,  

           que es la muerte segunda.

 

 

Epílogo

 

No quisiéramos, que el lector que con paciencia ha leído ésta obra, llegara al final, sin haber recibido la respuesta, al título que hemos tenido a bien colocar.

 

Pensamos que ya ha sido contestado de manera clara y precisa, pero si quedaran aún dudas, trataremos de dar una respuesta muy concisa y esquemática:

 

“Como y para qué ser Alquimista”

 

¿Cómo?: Uniéndose el matrimonio, el hombre y la mujer, con una sola mujer (esposa), y con un solo hombre (esposo), sexualmente, durante la noche y separándose al finalizar la práctica sin derramar el semen, ni durante la práctica ni posteriormente.

 

¿Para qué?: Para crear los cuerpos, y conseguir el nacimiento segundo y así poder entrar al Reino de Dios.

 

¡Paz Inverencial!

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