viernes, 9 de julio de 2021

Protecciones día 12


 

Ojos de Shiva


La historia de Shiva proviene del romance que, según cuenta la leyenda, tuvo con la Diosa Shakti Kundalini. 

Con su despertar, su ascensión y viaje por los chakras pudo vivenciar y dinarnizar estos momentos hasta por fin encontrarse y unirse a su amado Señor Shiva, símbolo de nuestra consciencia espiritual.

Como toda historia hinduista tiene una lección espiritual, la de esta

leyenda remite a la búsqueda del ser amado dentro del propio ser,

que al final deriva en el reencuentro con la totalidad de uno mismo

a partir de la unión de los opuestos.

En efecto, Shiva es el Dios del conocimiento; a quien se adora para

conseguir aprendizaje y enseñanza. 

Para sus creyentes, Él revela las verdades más secretas e inspira a los maestros y filósofos. 

Por ello, si se desea seguirlo no es suficiente la devoción, si es que esta no va acompañada del estudio y el conocimiento respectivos

Cuenta la leyenda que Parvati y Shiva solían jugar y sorprenderse mutuamente de manera constante.

En uno de estos juegos, Parvati decidió acercarse silenciosamente a su marido por atrás, sin que éste se diera cuenta y sin ser sorprendida, cubrió los dos ojos de Shiva con sus manos. 

Y entonces pasó lo impredecible. 

No solo se oscureció la vista para Shiva, (…no solo desapareció el mundo entero para Shiva en ese acto de quedar a ciegas…), sino que el mundo entero efectivamente quedó en la más completa oscuridad. Después de todo era un Dios… y lo que le ocurre a Dios le ocurre al mundo… Y entonces, ante toda esa oscuridad, el ser completo de Shiva reaccionó y del medio de su entrecejo, emergió un tercer ojo, para cubrir la falta de los otros dos. 

Tercer ojo que volvió a iluminar el mundo. Y que le devolvió la vista a Shiva. 

Una vista renovada, por cierto. El tercer ojo, representa una conciencia

superior.

Y resulta interesante sentir como un momento de oscuridad,

intempestivo e incontrolable puede despertar una nueva mirada

también en nosotros. 

Porque los momentos oscuros, donde todo se va a negro, pueden a veces ser fuente de nuevos descubrimientos que nos dejan una nueva mirada para siempre. 

Porque los aprendizajes o nuevos hallazgos llegan también como chispazos en medio de la oscuridad. 

Y después de recuperar la vista, las cosas nunca se ven como antes. Que regalo que esa nueva forma de mirar sea ver mejor. 

Más conscientemente, ¿no? A la manera de un nuevo órgano que emerge en nosotros para reemplazar y mejorar una función vital, puede quedar para siempre instalada una nueva forma de mirar el mundo, que esfruto de la respuesta a la oscuridad de nuestro ser completo. 

La oscuridad es oscura y cuando llega lo ocupa todo. 

Pero si tenemos la fortuna de dejar que nuestro ser responda a esa oscuridad con la convicción de desear firmemente la luz, con la certeza que no existe otra posibilidad que recuperar la visión, entonces algo se despierta…

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